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jueves, 14 de julio de 2022

Esas barritas de colores

 

Redon, Ofelia entre flores, 1905


Los pasteles


Seguro, segurísimo que en la escuela te hicieron pintar con crayones, ¿no? ¿Y cómo te iba con eso? A mí no me gustaban mucho, demasiado pastosos, me parecían limitados (bueno, estoy definiendo una sensación de la infancia con mis palabras de hoy). En ese momento lo único que percibía es que quería hacer más cosas y ellos no daban más de sí. Aunque no era consciente de eso, claro.

Bravo, Bodegón en rojo, 1984, pastel tiza


Hay 2 clases de pasteles: el pastel tiza o pastel al óleo (también se suelen llamar “al aceite” o “graso”, los crayones de toda la vida). 

del Rosso, A lo lejos, 1994, pastel al óleo

Se diferencian entre sí por el aglutinante. Básicamente, son los mismos pigmentos, finamente molidos, y prensados con aceite o cera, en el caso de los que son al óleo, y los de tiza, con un tipo de goma.

Delacroix, Estudio de cielo al atardecer, 1849


Se suelen usar sobre papel, aunque se pueden trabajar con ellos sobre cualquier superficie. Hay papeles para pastel en mucha variedad de colores: se logran efectos muy interesantes. ¡Echa a volar tu creatividad!

Manet, Retrato de Mme. Manet en canapé azul, 1874


Picasso, Cabeza de 
mujer, 1921, pastel
tiza

El pastel al óleo es bastante versátil:
no sólo se puede usar haciendo rayas o cubriendo superficies usándolo de canto, sino que también se puede difuminar o diluir con trementina y trabajarlo con pincel. Después de todo es óleo, ¿no?


El pastel tiza es más complicado de usar. Se debe aplicar en un papel que tenga cierta rugosidad, para que se afirme en la superficie. Al menor soplo o roce se vuela, así que hay que trabajarlo con muchísimo cuidado. La gran desventaja es que su conservación es muy difícil: o se enmarca inmediatamente y con paspartú (para que el polvo no se pegue al cristal; nunca con metacrilato, pues tiene mucha estática y atrae el polvo contra él), o se guarda en cajones sin que haya fricción con ningún otro trabajo. Así que si ves algún pastel en un museo, recuerda esto: es una maravilla que podamos contemplar estos trabajos sin que hayan sufrido algún daño.

Cassatt, Electra Havemeyer y su madre, 1895,
pastel tiza


Morisot, Joven con loro, 1873, pastel
tiza

¿Cómo solucionar esto?
Existen fijadores en spray para pastel. No es muy ortodoxo, la verdad, pero ayuda. La idea es ir fijando el trabajo por etapas y dejar sólo la capa superior libre. El resultado, evidentemente, no es el mismo, pero te aseguras de que no perderás tu trabajo con la primera corriente de aire con la que te topes. Por supuesto, el fijador hay que aplicarlo con muchísimo cuidado. A mí no me gusta usarlo: se pierde la calidad de los colores; se oscurecen demasiado para mi gusto (no trabajo mucho con estos materiales, salvo que algún alumno me lo pida).







En cuanto a la técnica, aunque no lo creas, es la misma que la pintura al óleo; por eso, algunos profesores te enseñan primero a pintar con pastel, antes de meterte con los pinceles. La mezcla de colores se hace en el mismo soporte, trabajando por capas. Se parte buscando el tono medio del objeto a representar, se sigue con las zonas de sombras y, por último, el toque de luz (igual que en la pintura al óleo).

Carriera, Luis XV de Francia,
1720

El origen de estas barritas nos remonta al siglo XVI.
Se fabricaban a partir de las cenizas de la hoguera, de la cocina o de las lámparas y tenían un trazo gris-negro muy suave. Se usaban para bocetar, antes de dibujar con el lápiz de punta de plata (te lo expliqué la vez anterior aquí). En el Rococó, con esa pasión por los colores suaves, el pastel tiza fue elevado de categoría y pasó a ser un material de pintura muy apreciado. Lástima que las fotos desmerezcan a este tipo de cuadros.





Liotard, La bella chocolatera,
1743, pastel tiza



Hubo grandes pastelistas en la Historia del Arte
(pastelistas, no pasteleros, ¿eh?) Rosalba Carriera, famosísima en su tiempo, una verdadera maestra, con un don especial para esta técnica. Tiepolo no se quedaba atrás, aunque este señor se dedicaba también al óleo y a los frescos gigantescos. Otros grandes exponentes del pastel en el Rococó fueron Liotard y, por supuesto, nuestra querida Vigée-Le Brun (te conté quién era aquí).

Nanteuil y Le Brun también practicaron con el pastel, aunque éstos son anteriores: pertenecen al Barroco francés.





Vigée-Le Brun, Corisant de
Gramont, 1819, pastel tiza

Y vino la Revolución Francesa
, el mundo cambió radicalmente y la suavidad y los colores claros se asociaron al Régimen Monárquico. El espíritu de la época era otro y no estábamos como para derroches o sutilezas. Pasó el tiempo y los románticos como Delacroix  o los realistas, como Millet, los volvieron a usar.







Degas, Bailarinas en la barra,
1900, pastel tiza



Degas
fue un gran pastelista:
el material perfecto para fijar escenas de ballet rápidamente, en un rincón de las bambalinas o del teatro, sin los inconvenientes del óleo. Manet, Morisot, Cassatt también los usaron. Y claro, cómo se lo iba a perder, también Picasso.








Te animo a que experimentes con estas barritas de colores…



Fuentes: Bagnall, B. Zeichnen und Malen. Niedernhausen, Falken V., 1986

Nerdinger, W. Elemente künstlerischer Gestaltung. München, Martin Lurz V., 1986

Notas personales

 


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