Picasso, Las señoritas de Aviñón, 1907 |
“¿Por qué esas señoras están
desnudas?”
Museo del Prado, una tarde de
primavera. No había mucha gente, aunque la suficiente como para que esté
concurrido y no hacer colas para sacar las entradas. Yo estaba de paso, no iba
con un objetivo definido, ni tampoco tenía pensado en ver alguna exposición temporal.
Tenía un rato y entré. En esas visitas, así, sin planificar, me gusta
reencontrarme con los amigos, como los llamo yo, Velázquez, Rubens, Tiziano,
descubrir detalles nuevos y aprender de los grandes.
Rubens, Las 3 Gracias, 1639 |
Me quedé un rato mirando a Las
tres gracias de Rubens, pensaba en esos comentarios que se hacen siempre
sobre la celulitis de estas señoras gordas, en fin. Rubens y sus carnaciones
(te conté qué es aquí), Rubens y el dinamismo, la pincelada de Rubens: un
maestro.
De repente se oye una voz
infantil, bien alto:
“Mamá, ¿por qué esas señoras
están desnudas?” Todos nos dimos vuelta para ver quién lo decía: un niño de
aprox. 5 ó 6 años. La madre, roja como un tomate. Tomó de la mano al niño y a
sus otros hijos (supongo que eran sus hijos) y se los llevó a otra sala
rápidamente. No sé qué pasó ni qué le dijo.
Ingres, La gran odalisca, 1814 |
Un tiempo después, me tocó visitar
un museo con mis alumnos. Teníamos guía, no me tocaba hacer el recorrido a mí.
En el grupo había varias familias con niños. Nos paramos frente a un cuadro de
Romero de Torres; mientras la guía explicaba quién era este artista, se me
acerca una de las madres, desesperada, con su hijo, y me dice por lo bajo: “Me
pregunta por qué hay tantas mujeres desnudas aquí”. Intenté explicarle al
chico, con mucho miedo de meter la pata, porque la madre me estaba traspasando
una responsabilidad que no era la mía. No sé si quedó conforme, parece que el
chico sí.
Ingres, Edipo y la Esfinge, 1864 |
¿Cómo le explicamos a los niños
esto de los desnudos?
En primer lugar, una aclaración:
los padres tienen que pensar en cómo hablar de estas cosas con sus hijos, de
acuerdo con los valores o ideas en la que está asentada la familia. Puedo darte
este u otro consejo, pero sólo tú sabes de qué manera puedes hablar con ellos y
acercarles este tipo de arte.
Depende, por supuesto, de la edad
de tus niños. No es lo mismo conversar de estas cosas con chicos de 5 años que
con uno de 12. Las preguntas que te harán son radicalmente diferentes y las
respuestas también lo serán.
Rubens, Venus en el espejo, 1615 |
Si no te animas a dar una explicación, simplemente no entres en esas salas. Prepara tu visita de antemano pensando en qué ver con tus hijos. No sólo para evitar los desnudos (si es que no quieres que los vean o porque no sabes cómo afrontar este tipo de situaciones) sino para que ellos aprovechen mejor la visita. Con niños no puedes pretender recorrer todo un museo o sólo ir a ver lo que te interesa a ti. Eso guárdatelo para otras visitas sin ellos… o explícales por qué te gusta tal obra, cuéntales la historia, quién es el artista, etc.
Y bueno, qué decir ante estas preguntas:
Primero de todo: los artistas
pintamos desnudos para estudiar el cuerpo humano y sus proporciones. Que el
cuerpo humano es una maravilla digna de admirar, de cuidar y de respetar y que
eso es lo que queremos trasmitir.
Tintoretto, Susana en el baño, 1515 |
Un niño avispado te diría a esto: “Sí, vale, pero ¿por qué no lo pintó con la ropa encima?”. Y entonces, si tienes una sala con arte medieval a mano, muéstrale lo que les costó a los artistas poder representar un cuerpo humano debajo de los pliegues de la ropa.
Puedes seguir argumentando ante
la obra en cuestión que esas 3 señoras, Las 3 Gracias, eran diosas. Los
dioses no pasan frío ni calor y no necesitan ropa… ¡Se salvan de tener roperos
y de ordenarla todos los días! Pero nosotros no somos dioses y debemos llevar
ropa. Y puedes contarles las historias de esos dioses. La mitología clásica
tiene historias increíbles de héroes, dioses y semidioses que a los niños les
encantan. Ah, me dirás que no te las sabes… No importa, puedes buscar esas
historias en casa junto con ellos. Muchas veces los textos expuestos en los
museos te pueden ayudar.
Rubens, Hércules, sg. XVII |
Anécdota al pasar, que no me pasó a mí. La hija de una amiga le pidió que la acompañara a un museo que tenía interés en visitar y que la ayudara con sus 4 niños. Niños de 2 a 12 años, cochecito incluido. Y llega LA pregunta de la niña de 5. Mi amiga se acordó de lo que habíamos hablado y, siguiendo mis consejos, le explicó que son diosas, que no pasan ni frío ni calor, que no tienen roperos y que no necesitan ordenar la ropa todos los días después del cole… La niñita, ni corta ni perezosa, le dijo: “Ah, pues entonces, no hay que vestirse, ¡es lo mejor!” Ay! Ella le explicó que nosotros no somos dioses, que tenemos frío y nos podemos enfermar… Se quedó pensativa. Pero la mayor, la de 12, muy fashionista ella, que había estado muy callada todo el rato, no aguantó más y dijo: “Sí, vale, muy diosas todas éstas, pero estarían divinas ¡con algo de Zara!”.
Otra manera de responder a estas inquietudes es mostrarles esculturas antiguas, si el museo en cuestión las tiene (o alguna escultura que haya en un parque donde vives). Las esculturas para ellos son muñecos pequeños o enormes: el tamaño es lo primero que les impresiona. Y mostrarles cómo el artista tuvo que imitar cada músculo para que la estatua no se caiga o para que parezca real.
Tiziano, Venus y Adonis, 1560 |
Si son chicos a los que les gusta el deporte, puedes seguir haciendo alusiones a la contextura física: si son gordas, seguro que no salen a correr… No tienen piernas para el fútbol… y esas cosas. Llévales tu explicación a su mundo. ¿En dónde están? ¿Cómo es el paisaje o la habitación en la que están? ¿Qué están haciendo? No te enredes con explicaciones: déjalos hablar a ellos.
Según mi experiencia personal, lo
peor que puedes hacer es no contestar a lo que te preguntan o huir. Claro que
nos descolocan y claro que nos hacen plantearnos cosas que nunca se nos habían
ocurrido. Sin embargo, sus preguntas siempre son una oportunidad para
enseñarles algo nuevo y hacerles comprender el mundo en el que viven.
Veronese, Venus y Adonis, 1580 |
Si necesitas más consejos sobre
cómo acercar el arte a los niños, te recomiendo este libro:
Barbe-Gall, Fr. How to talk to
children about art. London, Frances Lincoln, 2018
Gracias por las sugerencias a mi amiga fiel y a mi otra amiga, la del tecito a la inglesa.
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