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jueves, 22 de agosto de 2019

Interiores



del Rosso, Café Torres, 2008

Generalmente la gente piensa que los pintores somos unos diletantes, que no trabajamos, que ejercemos algo parecido a un hobby y que no contribuimos en nada al bien común (si quieres,lee este post sobre el tema)

¡Vaya hobby y vaya trabajo! Trabajamos sin parar, todo el santo día. Si se entiende un trabajo salir de casa luego de desayunar y volver luego de 8 hs, los artistas hacemos eso y encima no tenemos horario… Siempre estamos pintando, aunque no estemos con los pinceles en la mano. Siempre estamos buscando motivos, ideando proyectos.
Como te decía la otra vez, la mayoría de las veces los motivos son buscados, pensados, corregidos, abandonados y vueltos a retomar. Otras veces, son ideas espontáneas, que surgen de situaciones determinadas o de una intuición, de una mirada, de algo que te atrae y te dices: “Hay que pintar esto ya mismo”, para dejar de lado todo lo que tienes entre manos y dedicarte sólo a eso.

Los paisajes te remiten a la naturaleza, a la relación del hombre con ella, en toda su variedad. Pintar al aire libre. ¿Y qué hay con el “adentro”? Los seres humanos vivimos en casas, nos cobijamos de la lluvia, tormenta, frío, calor… La necesidad de guarecernos la tuvimos desde la Prehistoria. Hace un tiempo quise rescatar esos ámbitos del afuera y del adentro y pintarlos como reflexiones sobre el tema. Iba a  hacer una exposición, pero, por esas cosas de la vida, quedó en la nada.

van Gogh, Silla, 1888
Busqué motivos aquí y allá. No me dejaron pintar en los lugares, y, cuando te cuente, verás que es razonable. Hice muchos bocetos y muchas fotos.

La primera impresión del adentro-afuera la tuve mientras tomaba un café con una rica cheese-cake en el café Torres de Santiago de Chile. Había estado recorriendo el barrio, buscando motivos para pintar. Había un sol precioso; entré a tomar algo y, de paso, revisar las notas que había hecho. Estaba muy concentrada en lo mío. Levanté la vista de mis papeles y me topé con esta escena: 2 sillas vacías y sus correspondientes tazas, el sol entrando por la ventana, las baldosas, otras personas en el fondo en penumbras… Alguien había estado allí y no me di cuenta. La presencia de esas personas todavía se palpaba en la escena. Quedaban las sillas, que parecían continuar la conversación. 



De Chirico, Muebles en el valle, 1960
El tema de las sillas como referencia a quien la ocupa es un tópico en la pintura (fíjate en De Chirico o en van Gogh… ) Dejé todo lo que estaba haciendo; me puse a dibujar la escena. Enseguida llegué al taller y me puse a pintarla. Una mirada al pasar dio origen a un cuadro.











Desde entonces, me quedó el interés por pintar cafeterías antiguas. Siempre busco en ellas algo para rescatar. Le tocó entonces al Café Iruña de Pamplona. Fui varias veces a bocetarlo. Saqué varias fotos y una amiga me ayudó también con las suyas, con una cámara mejor. Traté de contar una historia con los personajes. Me costó muchísimo lograr el color exacto del papel mural, no es nada fácil. Me pareció que al cuadro le faltaba algo: incorporé 2 escenas más y se convirtió en un tríptico.



del Rosso, Café Iruña, 2012

del Rosso, Esperando a una amiga, 2016
 Un día me tocó esperar más de la cuenta a una amiga, y, para entretenerme, hice un dibujo de sus sillas y su espejo.  Aquí tienes el resultado.

















Seguí investigando el tema de los interiores. Tienen que mostrar lugares acogedores, para que te llegue esa sensación cuando te lleves el cuadro a tu casa. En una oportunidad tenía una entrevista y la recepcionista me pidió que esperara en estos sillones. Me dijo: “Pase Ud. y espere aquí”. Tuve que esperar un rato largo. Mi mirada se iba hacia el patio, hacia el jardín. Yo quería estar ahí afuera, no en los sillones. No se estaba mal adentro, pero mi espera se me hubiese hecho más corta afuera. Otra vez, dibujo, foto. De pie, para que se vieran los 2 escenarios, un afuera y un adentro. El límite: la ventana y los geranios.

del Rosso, Pase Ud. y espere aquí, 2011



del Rosso, Hotel, 2011
Un viaje, un hotel. Salimos del ascensor y, de repente, vi esta escena, el pasillo, un lugar de paso, pasajero. Ese pequeño lugar, cálido, con sus luces, se me presentó como la esencia del hotel entero y de sus huéspedes. Un lugar donde no hay un para siempre, pero donde uno busca amparo, un techo donde dormir en un lugar que no es el propio.










del Rosso, Escape, 2017
Otro más. Esta vez ocurrió en una comida aburridísima en un restaurante. Los que estaban a mi alrededor en la mesa hablaban sólo de sí mismos. Mi presencia daba exactamente igual. Al menos todo estaba muy rico, aunque tuvimos que esperar mucho entre plato y plato. El resto de los comensales estaba a los gritos, cada uno tratando de imponer su idea, nadie se escuchaba. Antes de que trajeran el postre, pedí permiso y fui al toilette. Sólo para escaparme, respirar un poco y disfrutar del silencio. ¿Qué puede hacer una pintora en esas circunstancias? Dibujar, sacar fotos, observar. La luz de la ventana chocaba contra el espejo en tonos plateados. La grifería, antigua, de bronce. El detalle de las flores. Pensé en cuántos artistas actuales se dedican a pintar baños, viejos, llenos de óxido. Pero nadie pinta baños de chicas. No entienden lo que significa para nosotras ese pequeño escape. Cuando volví a la mesa, la persona que tenía al lado dijo al grupo: “¿Por qué será que las mujeres tardan tanto en el baño?”. Me reí para mis adentros: ¿qué hubiesen pensado si les decía que estuve bocetando???

Así que, como verás, los pintores estamos siempre trabajando: las ideas vienen cuando menos te lo imaginas. 

Si pinchas en cada imagen, podrás verlas mejor en mi página web.


                                                                                                                                                   

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