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jueves, 6 de septiembre de 2018

El lujo de otros tiempos


Museo Cerralbo, Madrid

(Imagen: C.del Rosso)
Hay una ruta de Museos muy interesante en Madrid. Están fuera del circuito Prado-Thyssen-Reina Sofía y los turistas no suelen llegar hasta ellos. Son museos pequeños, en casas palaciegas y con grandes colecciones. Ya te llevé a 3: el Museo Sorolla (pincha aquí), el Museo Lázaro Galdiano (pincha aquí) y el Museo del Romanticismo (pincha aquí). Cada uno más bonito que el otro. Hoy te invito a que pasees conmigo por el Museo Cerralbo. El de Artes Decorativas quedará para otra vez, y con él terminaremos nuestro recorrido.














El Museo Cerralbo es un palacio construido en 1893 para Enrique de Aguilera, 17º marqués de Cerralbo. En su testamento lo donó, junto con toda su colección, al Estado. Es museo nacional desde 1944.

Alonso Cano, La Piedad, 1660


Pasear por sus habitaciones es dar un salto a otra época: se mantiene la ambientación y decoración original. Te sorprende a cada paso que das. Verás, después de haber estado en otros palacios de la época, que la estructura del palacio es más o menos igual en todos: un semisótano con las dependencias de servicio, lavanderías, cocina, etc., una planta baja con la zona privada, una primera planta con todo el boato que se te pueda imaginar para fiestas y recepciones importantes y una última, la vivienda de los sirvientes.

(Imagen: C.del Rosso)
El Greco, San Francisco en éxtasis, 1600
La planta baja era el lugar familiar, adonde sólo los amigos de mucha confianza tenían acceso, y con una decoración un poco, sólo un poco, más sencilla. Vas yendo de una habitación a otra hasta que se te abre la puerta al jardín. Es pequeño, pero suficiente, con sus esculturas y el estanque, y ¡cuidado con el jabalí! Sobre los muros del edificio nos miran bustos romanos. Me hubiese gustado poder subir al mirador y contemplar el jardín desde arriba, quizás en otra oportunidad.












No pude visitar los dormitorios: las salas estaban cerradas. Sigues y puedes ver el comedor familiar, un baño… Hoy nos llama la atención que haya habitaciones para usar en verano y otras en invierno, unas más frescas y otras más cálidas, según la orientación. ¿Te imaginas lo que sería calefaccionar todo eso?

(Imagen: C.del Rosso)
¡Las lámparas! Me lo pasé sacándoles fotos para mostrártelas. Son realmente impresionantes. Mira ésta, con cristal de Bohemia en tonos rojos.

Ribera, Jacob con los rebaños de Leban, 1638
La segunda planta es apabullante por la exuberancia y el lujo, por la ostentación sin remordimientos. Se entiende perfectamente que la familia tuviera un espacio más íntimo y menos recargado: no creo que se pudiera soportar el día a día entre tanto oropel. La segunda planta se abría sólo en las ocasiones que ésta lo merecía. Se accede por una escalera monumental realmente impresionante. Allí puedes ver un cuadro de Pereda sobre Santo Domingo. Y tapices y espejos y más esculturas.

(Imagen: C.del Rosso)

Puedes ver una armería, una sala árabe, una sala de baño con bañera (un lujo total para la época), la llamada Sala de las Columnitas (por su colección de pequeñas columnas)… Muebles, jarrones, lámparas, esculturas, más y más… No sabes qué mirar por la cantidad de objetos que llenan los espacios.

(Imagen: C.del Rosso)

Hasta que llegas al comedor de gala: te quedas sin palabras. 





















Aquí me llamaron mucho la atención los bodegones y este cuadro de Snyders

Snyders, Puercoespines y víboras, 1625


Tintoretto, Retrato de un gentilhombre,
1555
Y luego, pasas al salón de billar y allí, la joya de la colección: Retrato de un gentilhombre, de Tintoretto. Una lástima: no se pueda ver de cerca y la iluminación mortecina (que respeta a la de la época y por cuestiones de conservación) no ayuda mucho. Ya me lo había dicho una de las vigilantes de sala, cuando le pregunté dónde estaba este cuadro: “No se entusiasme mucho, no se puede ver casi nada”. 














(Imagen:C.del Rosso)
El recorrido sigue por un salón Chaflán, lugar de descanso y cuchicheos, con frescos de Máximo Juderías. Y el despacho del marqués apabulla con los elementos decorativos y la biblioteca, con libros hasta el techo, con manuscritos e incunables.

Y ahora viene lo mejor: el salón de baile, con sus espejos, lámparas y el cielorraso con frescos pintados por Juderías y las galerías alargadas, para deambular, conversar y contemplar las pinturas de la colección. Zurbarán, El Greco, Murillo, Alonso Cano, Ribera, Paret, Caxés, es una verdadera delicia. Cuesta un poco contemplarlos, ya sabes: están muy arriba, muy juntos… Pero así era la manera de colgarlos en su época.










Zurbarán, La Inmaculada Concepción,
1640

Espero que te haya gustado este paseo por un palacio del sg. XIX. Yo me quedé con sentimientos encontrados: con ganas de ver todo más detenidamente, de quedarme un rato más disfrutando del jardín, pero, por otro lado, con la sensación de que por más que quisiese, tampoco podría abarcarlo todo. Me llevé una sensación de asombro ante tanto de todo, pero mezclado con agobio.
















Si no te interesa la pintura, tienes esculturas, los objetos decorativos, la arquitectura, monedas, armas, objetos arqueológicos, relojes, dibujos…  Te recomiendo de todas maneras que vayas, si es que puedes: vale la pena. Vale la pena como muestra de una época que ya pasó, de un lujo de otros tiempos.

Para más información, web del Museo Cerralbo.

Paret y Alcázar, Marina con figuras: vista de Portugalete, 1784




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