Museo Cerralbo, Madrid
(Imagen: C.del Rosso) |
Hay una ruta de Museos muy interesante en Madrid.
Están fuera del circuito Prado-Thyssen-Reina Sofía y los turistas no suelen
llegar hasta ellos. Son museos pequeños, en casas palaciegas y con grandes
colecciones. Ya te llevé a 3: el Museo Sorolla (pincha aquí), el Museo Lázaro Galdiano (pincha aquí) y el Museo del Romanticismo (pincha aquí). Cada uno más
bonito que el otro. Hoy te invito a que pasees conmigo por el Museo Cerralbo.
El de Artes Decorativas quedará para otra vez, y con él terminaremos nuestro
recorrido.
El Museo Cerralbo es un palacio construido en 1893
para Enrique de Aguilera, 17º marqués de Cerralbo. En su testamento lo donó,
junto con toda su colección, al Estado. Es museo nacional desde 1944.
Alonso Cano, La Piedad, 1660 |
Pasear por sus habitaciones es dar un salto a otra
época: se mantiene la ambientación y decoración original. Te sorprende a cada
paso que das. Verás, después de haber estado en otros palacios de la época, que
la estructura del palacio es más o menos igual en todos: un semisótano con las
dependencias de servicio, lavanderías, cocina, etc., una planta baja con la
zona privada, una primera planta con todo el boato que se te pueda imaginar
para fiestas y recepciones importantes y una última, la vivienda de los sirvientes.
(Imagen: C.del Rosso) |
El Greco, San Francisco en éxtasis, 1600 |
La planta baja era el lugar familiar, adonde sólo
los amigos de mucha confianza tenían acceso, y con una decoración un poco, sólo
un poco, más sencilla. Vas yendo de una habitación a otra hasta que se te abre
la puerta al jardín. Es pequeño, pero suficiente, con sus esculturas y el
estanque, y ¡cuidado con el jabalí! Sobre los muros del edificio nos miran
bustos romanos. Me hubiese gustado poder subir al mirador y contemplar el
jardín desde arriba, quizás en otra oportunidad.
No pude visitar los dormitorios: las salas estaban cerradas. Sigues y puedes
ver el comedor familiar, un baño… Hoy nos llama la atención que haya
habitaciones para usar en verano y otras en invierno, unas más frescas y otras
más cálidas, según la orientación. ¿Te imaginas lo que sería calefaccionar todo
eso?
(Imagen: C.del Rosso) |
¡Las lámparas! Me lo pasé sacándoles fotos para
mostrártelas. Son realmente impresionantes. Mira ésta, con cristal de Bohemia
en tonos rojos.
Ribera, Jacob con los rebaños de Leban, 1638 |
La segunda planta es apabullante por la exuberancia
y el lujo, por la ostentación sin remordimientos. Se entiende perfectamente que
la familia tuviera un espacio más íntimo y menos recargado: no creo que se
pudiera soportar el día a día entre tanto oropel. La segunda planta se abría
sólo en las ocasiones que ésta lo merecía. Se accede por una escalera
monumental realmente impresionante. Allí puedes ver un cuadro de Pereda sobre
Santo Domingo. Y tapices y espejos y más esculturas.
(Imagen: C.del Rosso) |
Puedes ver una armería, una sala árabe, una sala de
baño con bañera (un lujo total para la época), la llamada Sala de las
Columnitas (por su colección de pequeñas columnas)… Muebles, jarrones,
lámparas, esculturas, más y más… No sabes qué mirar por la cantidad de objetos
que llenan los espacios.
(Imagen: C.del Rosso) |
Hasta que llegas al comedor de gala: te quedas sin
palabras.
Aquí me llamaron mucho la atención los bodegones y este cuadro de
Snyders.
Snyders, Puercoespines y víboras, 1625 |
Tintoretto, Retrato de un gentilhombre, 1555 |
Y luego, pasas al salón de billar y allí, la joya de la colección:
Retrato de un gentilhombre, de Tintoretto. Una lástima: no se pueda ver de cerca y la
iluminación mortecina (que respeta a la de la época y por cuestiones de
conservación) no ayuda mucho. Ya me lo había dicho una de las vigilantes de
sala, cuando le pregunté dónde estaba este cuadro: “No se entusiasme mucho, no
se puede ver casi nada”.
(Imagen:C.del Rosso) |
El recorrido sigue por un salón Chaflán, lugar de
descanso y cuchicheos, con frescos de Máximo Juderías. Y el despacho del
marqués apabulla con los elementos decorativos y la biblioteca, con libros
hasta el techo, con manuscritos e incunables.
Y ahora viene lo mejor: el salón de baile, con sus
espejos, lámparas y el cielorraso con frescos pintados por Juderías y las
galerías alargadas, para deambular, conversar y contemplar las pinturas de la
colección. Zurbarán, El Greco, Murillo, Alonso Cano, Ribera, Paret, Caxés, es una verdadera delicia. Cuesta un poco contemplarlos, ya sabes: están
muy arriba, muy juntos… Pero así era la manera de colgarlos en su época.
Zurbarán, La Inmaculada Concepción, 1640 |
Espero que te haya gustado este paseo por un
palacio del sg. XIX. Yo me quedé con sentimientos encontrados: con ganas de ver
todo más detenidamente, de quedarme un rato más disfrutando del jardín, pero,
por otro lado, con la sensación de que por más que quisiese, tampoco podría
abarcarlo todo. Me llevé una sensación de asombro ante tanto de todo, pero
mezclado con agobio.
Si no te interesa la pintura, tienes esculturas,
los objetos decorativos, la arquitectura, monedas, armas, objetos
arqueológicos, relojes, dibujos… Te
recomiendo de todas maneras que vayas, si es que puedes: vale la pena. Vale la
pena como muestra de una época que ya pasó, de un lujo de otros tiempos.
Para más información, web del Museo Cerralbo.
Paret y Alcázar, Marina con figuras: vista de Portugalete, 1784 |
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