Museo del Romanticismo
Comedor (Imagen: C. del Rosso) |
Como ya te conté, hay museos
preciosos en Madrid, escondidos, a la espera de que vayas a verlos. El Museo del Romanticismo es pequeño, está apartado de la ruta acostumbrada de museos de
la ciudad. Pero te aseguro que vale la pena.
Fue fundado en 1924 en un antiguo
palacio del sg. XVIII por el marqués de la Vega-Inclán con obras de su
colección y luego se fue enriqueciendo con otras donaciones; su misión fue
desde siempre contar cómo era la vida a finales del sg. XIX. ¡Y vaya si lo han
logrado! Lo que lo caracteriza es la variedad de lo expuesto, que abarca no
sólo la pintura o la escultura, sino también objetos de la vida cotidiana,
muebles, dibujos, etc.
Salón de baile (Imagen: C.del Rosso) |
Baño de Fernando VII (Imagen: C.del Rosso) |
Está organizado con un itinerario
a lo largo del cual vas metiéndote de a poco en la intimidad de una casa de
otros tiempos, desde el salón de baile con su piano y arpa, las habitaciones de
la señora, la del señor de la casa, la de los niños, el comedor, la sala de
fumar o de billar, el despacho… y hasta
el baño, ¡con el “inodoro” de Fernando VII!
Habitación de la señora (Imagen: C.del Rosso) |
Los muebles son todos originales
y están dispuestos en cada sala según sea su función en cada habitación: ése
fue el criterio que primó desde que se fundó el Museo. La mayoría son de estilo
Imperio, aunque hay algunas piezas
de estilo inglés. Hay una buena colección de abanicos y de joyas en los
dominios femeninos del palacio.
Si te gusta la literatura de esta
época, la sala XVIII está dedicada a las tertulias literarias, te sentirás muy a gusto allí. No
te defraudará la dedicada a Mariano José de Larra, con objetos suyos, donados
por sus herederos.
Alenza, Sátira del suicidio romántico, 1839 |
A mí me encantó el salón de
baile. Me quedé un rato imaginándome a las señoras esperando a que alguien las
saque a bailar o mirándose en los espejos. O el comedor, con la mesa puesta, el
armario repostero, un
lugar tan agradable… O el “serre” (invernadero), a la manera francesa, con una colección de porcelanas y cerámicas y un biombo
japonés… O la habitación de los niños, con los juguetes de antaño: casitas de
muñecas, figuritas, soldaditos de
plomo. Simplemente: ¡precioso!
Si andas por Madrid, no te lo
puedes perder. Es imposible contarte aquí todo lo que hay: por eso, me voy a
centrar en lo que es lo mío: las pinturas.
Alenza, Sátira del suicidio romántico, 1839 |
Me quedan como recuerdo de mi
visita los dos cuadros de Alenza sobre el suicidio romántico, que conocía por
imágenes pero que nunca había visto en directo. Están colgados en la sala
dedicada a Larra, (naturalmente). Son pequeñitos y te hacen sonreír por la
tomadura de pelo al espíritu romántico, ese estado espiritual de melancolía, de
amor trágico no correspondido y la vocación por el suicidio: que quiero morirme
porque mis entrañas desgarradas me lo piden, pero mejor me lo pienso bien, no
me mato y sigo disfrutando de mi agonía.
Goya, San Gregorio Magno, 1796 |
En el oratorio te encuentras con
un “San Gregorio Magno” de Goya, impresionante; lástima que no se pueda ver más de cerca. Hay también
muchas obras de Federico de Madrazo; para mí, la más impactante es el retrato de
Isabel II, una adquisición
reciente. Está colocado en el salón de baile, y, como siempre, Madrazo te
atrapará por la maestría con que representa a la reina (y los brillos del
vestido, los encajes…!)
Avanzando por el recorrido, verás
3 pequeñas salitas dedicadas a los pintores costumbristas andaluces y madrileños con cuadritos de escenas españolas, con sus trajes típicos,
fiestas, oficios, los bandidos, el torero, etc.
F. de Madrazo, Isabel II, 1849 |
Es un museo que te transporta en
el tiempo… Y al terminar la visita, nada mejor que tomar el té con una tarta espectacular
en el Jardín del Magnolio!
Puedes seguir disfrutando de este rincón de Madrid en:
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