Fortuny, Los hijos del pintor, 1874 |
Una vueltita por el Museo del Prado nunca viene mal. Especialmente
cuando hace frío y no hay mucho por hacer. (Estarás pensando, seguro: si hace
calor, si llueve, si hace frío… Y sí, no te lo puedo negar, siempre encuentro
la excusa para meterme en un museo.)
(Imagen: C.del Rosso) |
Entré a ver la exposición de Mariano Fortuny. No es un autor del que
sepa mucho. Vi sus obras alguna vez cuando visité el Museo Nacional de Arte de
Cataluña (MNAC) (Fuimos juntos esa vez, pincha aquí). En esa oportunidad no le presté mucha atención,
yo quería ver a los Mir; sin embargo, me quedó algo así como un sentimiento de
culpa o curiosidad no satisfecha…
Madrazo, Taller de Mariano Fortuny en Roma, 1874 |
En la expo del Prado podía saldar esa cuenta con este artista. ¿Qué te
puedo contar? La expo es inmensa, hay que ir con tiempo y con mucha paciencia.
Son muchísimas obras y casi todas de pequeño formato, a las que hay que
dedicarle una mirada bien cercana. Había bastante gente, pero no como para
agobiarte. Incluso me tocó ver a señoras mamás con bebés, que se portaron súper
bien (¡niños inmersos en el arte desde la cuna!).
Fortuny, Mar con el Vesubio al fondo, 1871 |
Mariano Fortuny fue un pintor increíblemente prolífico para lo poco
que vivió: murió a los 36 años. Fue muy famoso en vida. Se lo merecía. La
exposición muestra todas sus facetas como artista: pintor de óleo y acuarela,
grabador, dibujante excepcional y coleccionista de antigüedades. Al ver el
conjunto de su obra me vino a la mente esto: “Podía hacer lo que quisiera”.
Fortuny, El vendedor de tapices, 1870 |
Realmente, era bueno en todo. En el dibujo, magistral. Las acuarelas, como
nadie. Y al óleo: minucioso, detallista, captando el movimiento y la escena sin
problemas. Se puede ir viendo sus progresos en el manejo de la luz y el color.
Dicen que fue decisivo su viaje al norte de África: allí conoció horizontes
amplios, un sol brillante y gentes diferentes. Lo mandaron para documentar la
Guerra contra Marruecos.
Sus cuadros revelan todos esos paisajes y costumbres
exóticas. O reminiscencias de Oriente, con aroma japonés. Y sus últimos cuadros
en Nápoles, con el mar y la playa, pintados ahí mismo, del natural…
Fortuny, El coleccionista de estampas, 1866 |
Es un poco difícil decir con qué cuadro me quedaría. Me llamó mucho la
atención “El coleccionista de estampas”, del cual hizo varias versiones,
cambiando poses y la decoración de la habitación, una fantasía que nos lleva al
sg. XVIII.
Fortuny, El anacoreta, sg. XIX |
O el grabado “El anacoreta”,
del cual se muestra la plancha de cobre y los varios estados de impresión hasta
la que él consideró como definitiva.
Impresionante es el cuadro para el cielorraso del palacio de la reina
María Cristina en París, en la que ella aparece con Isabel pasando revista a
las tropas. El Museo la expone colocada en el techo, que es como se debe ver, y
realmente impacta su composición y el movimiento de los caballos.
Fortuny, La reina María Cristina con Isabel II pasando revista a las tropas liberales, sg XIX |
Fortuny, Ayuntamiento viejo de Granada, 1873 |
De los cuadros costumbristas africanos me quedo con el vendedor de
tapices o el fumador de opio o tantos otros bocetos pequeñitos… Y aquellos
estudios de la luz de Granada, donde se estableció con su familia…
Fortuny, Copia de Inocencio X, Velázquez, 1862 |
Me quedé un rato largo mirando la copia que hizo del San Andrés de
Ribera. Y la de la Familia de Carlos IV de Goya o del Inocencio X de Velázquez
(y de otros tantos Velázquez): aprendiendo de los maestros. Y los bocetos y
dibujos a lápiz… ahí está su secreto, el germen de todo lo demás. Dominaba la
anatomía humana a la perfección.
Su familia aparece retratada varias veces: su señora comprando
verduras, sus niños en el salón japonés o en “El almuerzo en la Alhambra”,
asomándose por encima del muro.
Fortuny, Almuerzo en la Alhambra, sg XIX |
Quizás el que más me llamó la atención fue “Fantasía de Fausto”.
¡Tenía una creatividad a toda prueba! Su amigo Pujol interpreta esa parte de la
ópera de Gounod en el taller de Francisco Sans. Escuchando al pianista aparecen
otros dos amigos, Agapito Frances y Lorenzo Casanova. A la izquierda aparece la
escena de dicha ópera, Mefistófeles y Marte y Fausto y Margarita al fondo.
Realidad y ensoñación en un mismo plano.
Fortuny, Malvas reales, sg.XIX |
Por último, la sala en la que se exponen sus objetos de colección:
muebles, espadas, armaduras romanas, jarrones chinos… Un ejemplo de su gusto
exquisito.
Me quedé observando a la gente. Estaban tan cansados como yo, pero
fascinados con ese pincel delgado, minucioso y preciso; los colores casi como
pequeñas gotas de luz. Me topé con un colega que estaba dando clase ahí mismo,
con sus alumnos.
Fortuny, Joven con falda lila en un puesto de verduras, sg.XIX |
Si puedes ir hasta el Museo del Prado, te la recomiendo especialmente. Y si por alguna razón no puedes, espero que mi comentario te haya transportado hasta el mundo de este gran pintor. Te dejo debajo el enlace de la web del Museo para que la puedas recorrer, al menos, virtualmente.
21 de
noviembre de 2017-18 de marzo de 2018
Muy buen pintor y excelentes comentarios, Cristina. Mi mejor enhorabuena!
ResponderEliminarGracias, Maialen!
ResponderEliminarGracias! con tus comentarios es como si estuviéramos allí!
ResponderEliminar¡Y cómo me hubiese gustado que estuvieran allí conmigo!!!
ResponderEliminarFantástica tu didáctica!!
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