Dou, Perro durmiendo, 1650 |
Cuando le tienes
fobia al polvo y a la mugre…
Acabo de buscarlo: cuando le tienes manía al polvo y a la mugre eso se
llama “amatofobia”. Seguro que conoces a alguien que se lo pasa limpiando y que
no puede ver ni una mota de polvo sobre los muebles: un amatófobo.
Y claro, entre tantos artistas, alguno tenía que caer en esta bolsa…
Dou, Autorretrato con pipa y libro, sg. XVII |
Hoy te voy a hablar de Gerrit Dou (también lo verás como Gerard) (1613-1675), un pintor costumbrista del Siglo de Oro holandés. No he encontrado mucha información sobre él, salvo algún par de menciones por ahí y que repiten todos una y otra vez.
Fue discípulo de Rembrandt (y se nota). Se quedó trabajando en su ciudad,
Leiden, y fue el maestro de la llamada “Escuela de Leiden”. Su padre tenía un
taller de vidrios y, como era la costumbre, sus hijos comenzaron a trabajar con
él. Parece ser que Gerrit tenía una vocación temprana por la pintura y era muy
torpe con el vidrio, así que el padre no tuvo más remedio que aceptar que fuera
a estudiar a lo de su vecino Rembrandt. Se quedó con el maestro hasta que éste
se mudó a Amsterdam. A estas alturas, Gerrit tenía 18 años y su propio taller.
Pintó más de 200 obras, todas costumbristas, en pequeño tamaño. Era muy
famoso en Europa, hasta tal punto que la reina Cristina de Suecia, Carlos II de
Inglaterra o Cosme de Medici tenían cuadros suyos. Sus cuadros se vendían muy
bien: eran bastante caros. Cuando murió sus herederos recibieron una cuantiosa
fortuna (nunca se casó).
Dou, Mujer leyendo, 1650 |
Era muy perfeccionista: podía pasarse 1 día tratando de pintar con todo detalle el palo de una escoba o 5 días, una mano. Sus cuadros son verdaderas joyitas, pequeños, casi como miniaturas. Él mismo fabricaba sus propios pinceles. Era tan lento que sus modelos se enojaban y lo mandaban al demonio. Por eso dejó de pintar retratos.
Parece ser que era muy maniático con la limpieza y el polvo. Nos han quedado varios testimonios, así que
debe de ser cierto. No quería por nada del mundo que el polvo cayera sobre su
paleta. Y… por un lado, tenía razón… pero, ¿cómo haces? ¿Cubrirla? Mientras no
la usas, vale, pero si estás trabajando… Además, no influiría demasiado en la
calidad de tu obra.
Un pintor genovés, llamado Cappellino, nos cuenta que era muy retraído,
nada dado a las juergas y que pretendía que sus discípulos llevasen la misma
vida que él. Pero, ¡ay si alguno de ellos movía una silla o caminara sin
cuidado! ¡Cualquier movimiento de éstos ocasionaría que el polvo cayera en su
paleta! Si algún objeto era movido de su lugar, había que volver a dejarlo
exactamente en su puesto, marcado por el polvo acumulado… Si alguien visitaba
su casa, después había que desinfectar.
Dou, Mujer sosteniendo una lámpara, sg. XVII |
No tocaba las monedas sucias; su ayudante debía limpiarlas (¿habría alcohol en gel?). Si lo acompañabas en alguna salida, había que caminar detrás de él, con una distancia perfectamente calculada para no levantar polvo ni mancharlo con barro (no había calles asfaltadas…). Cappellino cuenta que una vez, en la calle, pasó por al lado de un muchacho que llevaba una botella de aceite; pensó que al pasar lo había manchado, volvió rápidamente a su casa, se sacó la chaqueta y no se la volvió a poner nunca más. Y cuando su madre se cayó en el barro, no quiso acercarse a ella por mucho tiempo, porque decía que olía mal.
Se cambió de casa porque, según él, los rayos de sol que se reflejaban en
su habitación le daban dolor de cabeza. Pero en la nueva casa decía que había
muy mal olor, pues cerca había una iglesia en la que habían vaciado
recientemente el cementerio.
Dou, Joven picando cebollas, sg. XVII |
Según Cappellino, de tanta manía con el polvo, terminó sucio porque nunca se barría su habitación o se cambiaban sus sábanas. Y solo y desatendido, porque ni siquiera pidió auxilio en su agonía.
Sandrart, un gran pintor y teórico alemán, lo fue a visitar y vio lo mismo
que Cappellino.
¿Qué te parece? Manías o no, sus cuadros son verdaderas joyas…
Esto que te estoy contando
está sacado de:
Wittkower R. y M. Nacidos
bajo el signo de Saturno. Madrid, Cátedra, 2020
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