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jueves, 27 de octubre de 2022

En las nuevas tierras

 

Bitti, Coronación de la Virgen, sg. XVII (Iglesia de Sn. Pedro, Lima)



El Barroco en América

América, el Nuevo Mundo. Colón había confirmado la existencia de un nuevo continente en 1492. ¿Cuántos locos y aventureros se largaron a cruzar el océano, en naves endebles, para explorar las nuevas tierras y conquistarlas? ¿Entre ellos había artistas? Parece que el primer pintor que llegó a América vino con Hernán Cortés y que le hizo un retrato rezando. Eso dicen.

Ibarra, Virgen del Apocalipsis,
sg.XVII

Por supuesto, en estas nuevas tierras ya había grandes artistas.
Los conquistadores se encontraron con grandes civilizaciones, con su propia manera de hacer arte. Mucho fue destruido, no sólo por las guerras, sino también por desconocimiento, por considerarlo contrario a la religión católica o por hacer desaparecer escenas aberrantes, como las de los sacrificios humanos de los aztecas. Sin embargo, mucho más fue respetado y conservado.








Hubo que construir iglesias y dotarlas de imágenes. Los artistas locales tenían mucho oficio y ellos fueron los que reinterpretaron, con la dirección de los religiosos y con su propio arte, la imaginería colonial. Por eso, si decimos que hubo Renacimiento en América, sólo por una cuestión de fechas y porque era lo que pasaba en España en cuanto al arte… mejor tomarlo con pinzas. En todo caso, sería un “Renacimiento” americano, con sus propias reglas y espíritu: el sincretismo de lo europeo y lo americano y, por supuesto, con sus variantes regionales, vamos, que América es demasiado grande…

de Santiago, Virgen alada del
Apocalipsis, sg. XVII

Pero las cosas cambian a partir del siglo XVII.
En España florece el Barroco. En América se necesitan más que nunca pinturas, esculturas, ebanistas… Las naves van y vienen con todo lo que se te ocurra. Y, por supuesto, con muchos cuadros y grabados, importados desde la Península. Sevilla era el centro cultural y comercial con el Nuevo Continente. Las Inmaculadas de Murillo eran muy solicitadas, casi todas copias, aunque también llegaron algunas originales. Zurbarán, que no terminaba de afianzarse como pintor ni en Sevilla ni en Madrid (y eso que Velázquez lo quiso ayudar), intentó conseguir nuevos clientes en América. Sus obras eran muy requeridas e influyó muchísimo en los artistas locales. Y no fueron los únicos…, pues también muchos artistas europeos, que no podían con la tremenda competencia en sus lugares de origen, se fueron a “hacer la América”.

Cabrera, Virgen del Apocalipsis, sg. XVII

Hnos. Rodríguez Juárez,
Virgen de Guadalupe, 1721

En Europa el Barroco fue el arte de nobles y reyes;
en América fue arte popular. Las características generales coinciden con el europeo, especialmente, por la profusión de elementos decorativos. Convive el claroscuro con los colores diáfanos. Y a esto hay que agregarle la mano de obra indígena, que difiere según la región: no son lo mismo los mulatos del Brasil que los aymaras del virreinato del Perú o los zapotecas mexicanos, y esto hace que cada lugar tenga características propias y se aleje del estilo importado desde España.







Echave de Orio, Adoración
de los Magos, g. XVII

Como grandes centros hay que mencionar el virreinato de Nueva España (México) y el del Perú, grandes unidades económicas por sí solas y que concentraban toda la actividad artística. A México llegaron gran cantidad de artistas españoles, como la familia Echave, Sebastián Arteaga (que había sido discípulo de Zurbarán) o Alonso Vázquez. Aunque no nos quedan en su gran mayoría los nombres de los pintores, muchos fueron muy famosos y reconocidos, tales como Cristóbal de Villalpando, que trabajó para la catedral de México y la de Puebla, o José de Ibarra, quien fundó la Real Academia de San Carlos. Podemos citar también a Miguel Cabrera o a los hermanos Rodríguez Juárez





Cabrera, Sor Juana, 1750

Todos ellos, con sus particularidades propias: hay ejemplos del tenebrismo de Zurbarán; otros recuerdan la luminosidad y el colorido de la pintura veneciana. Las Madonnas están inspiradas en las de Murillo y adaptadas a la religiosidad americana.  En otros casos, está presente la influencia de Ribera o de Rubens.








Medoro, Inmaculada, sg. XVII
Iglesia de Sn Agustín, Lima

En el Virreinato del Perú se desarrollaron 2 escuelas:
la cuzqueña y la quiteña. También llegaron artistas extranjeros que trabajaron en esta zona. Podemos citar a estos italianos: el fraile jesuita Bernardo Bitti, a Angelino Medoro y Pérez de Alessio, quien había sido discípulo de Miguel Ángel. Ellos traen a América el alargamiento de las figuras, el escorzo y el colorido del manierismo italiano y son los que mantendrán las primeras academias de arte. 







Pero, si comparamos con México, el aporte indígena se manifiesta de manera diferente. Pérez de Holguín, por ejemplo, muestra sucesos contemporáneos y temas no religiosos. Muchos cuadros tienen la atmósfera del Gótico o, mejor dicho, del Renacimiento español. Los ángeles arcabuceros son ejemplos propios de la pintura barroca peruana. Las figuras son planas, sin modelado, y con vestimenta local.

Santa Cruz, Nacimiento de San Francisco, 1670


El virreinato de Nueva Granada (Venezuela y Colombia actuales) y el del Río de la Plata dependieron en su mayor parte del arte que irradiaban los otros 2 grandes centros culturales.

Pérez de Holguín, Entrada del Arzobispo Morcillo a Charcas,
1718


Brasil es una historia aparte, pues dependió de Portugal y también, por un período corto de tiempo, perteneció a Holanda, con lo cual la síntesis fue aún más compleja. No sólo hay que considerar la mano de obra de origen africano, sino también las diversas misiones religiosas y el refinamiento de la corte imperial, que miraba hacia Italia.

Fray Ricardo do Pilar, Aparición de Nuestra
Señora a San Bernardo, 1680


Pérez de Alessio, La pérdida de Jesús,
sg. XVII
Por eso, aplicar en América los estilos europeos, así sin más, como una etiqueta, no es muy atinado. Aunque hay un legado barroco indudable, en las nuevas tierras éste fue adaptado a la idiosincrasia de cada lugar. Por eso, siempre hay que ponerle el apellido de "americano".



 







Fuentes: Ades, D. Art in Latin America. London, Yale University Press, 1989

Castedo, L. A history of Latin American art and architecture. New York, F.A. Praeger, 1969

Lucie-Smith, E. Die Kunst Lateinamerikas. München, Lichtenberg V., 1997

Sullivan, Edward. Latin American Art. London, Phaidon Press, 2000

 

 

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