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jueves, 22 de septiembre de 2022

Un juego de té

 






Cassatt, Lady at tea table, 1883-1885


Hay cuadros que tienen una historia detrás: algunas muy interesantes; otras, muy risueñas; otras, muy tristes…

Todo empezó con la pasión por el té. No sé tú, pero a mí me encanta sentarme a tomar el té, un buen té (negro, por favor, y sin leche) y con cosas ricas. Y, en lo posible, con una buena vajilla, si no es mucho pedir. Es parte del ritual de tomar el té. ¿A que sí? Y yo sé de alguien que está siempre buscando una buena porcelana para enseñárnosla y compartirla con nosotros. (¿No es cierto, @asudriana?)

Y así fue como, conversando de esto y lo otro, llegamos a este cuadro de Mary Cassatt, Lady at tea table. Mejor en inglés, que es parte del asunto.

De Mary Cassatt hablamos de a ratos en este blog, pero ¿recuerdas cuando te conté de la ceremonia del té en el sg. XIX? Habíamos descubierto unos cuantos detalles reveladores en este cuadro.  (Lo puedes ver aquí.)

Cassatt, El té, 1879


Cassatt es la pintora de madres y niños, de interiores íntimos, de hogares-refugio. ¿A qué viene este cuadro de una señora tan imponente con este precioso juego de porcelana?

Y sí, tiene una historia y me comprometí a contárselas.

Cassatt, La taza de té, 1879

Era 1883.
Mary y su madre, Katherine, viajaron a Londres. En una de sus cartas, nuestra pintora le cuenta a su hermano Alex que ella tiene la intención de conocer el taller de Whistler y sus nuevas obras. Fantin-Latour también andaba por allí. (Para conocer la obra de Whistler, pincha aquí; la de Fantin-Latour, aquí.)

 Se alojaron en la casa de Mrs. Ridel, una prima hermana de Mrs. Cassatt. La anfitriona desplegó toda su hospitalidad (y cariño) con sus huéspedes y ellas quedaron muy agradecidas.






Mrs. Ridel les servía el té en este juego de porcelana china azul. Mary, como buena impresionista, admiradora de todo lo oriental, quedó encantada con él y se lo hizo saber a Mrs. Ridel.

El 14 de octubre de 1883, Mary le cuenta a Alex en su carta que habían estado en Londres, alojando en lo de esta familia y que ahora los Ridel estaban en París, comprando regalos de Navidad.

Mrs. Cassatt leyéndole a sus nietos, 1890

“Recibí una caja de parte de ellas, hace casi una semana, que contenía el más precioso y antiguo juego japonés de té y café, ¡el que yo admiré en Londres!”

Ante tan generoso gesto, Mary se comprometió a pintar su retrato, a manera de agradecimiento.

Como estaban en París, la pintora aprovechó para pedirle a la visita que pose para el cuadro prometido.

Cassatt, Retrato de Alexander
Cassatt y su hijo Robert, 1885

El 30 de noviembre
Katherine le manda una carta a su hijo y le cuenta todo el asunto de la porcelana y del cuadro. Mary está esperando un soberbio marco Luis XVI para entregarlo. Y Katherine, comenta, muy al pasar, que es muy duro contentar a los parientes con los retratos y que no entiende sus gustos. La verdad era que ni a Annie ni a la sra. Ridel les gustó cómo había quedado. La hija decía que le había hecho una nariz descomunal. Y sí, no sabemos cómo era realmente la sra. Ridel, pero la nariz en el cuadro es bien grandota. 

Mary no dice nada sobre si ella misma está conforme con su obra, pero evidentemente no. Nunca lo entregó y las señoras tampoco manifestaron su intención de llevárselo a casa.



Cassatt, Louisine Havemeyer, 
1896

La sra. Ridel, en realidad, parece monumental,
casi como una efigie. Mira hacia el costado, quizás a alguien que está esperando su taza de té. Rigurosamente vestida de negro, pero con un delicado pañuelo de encaje sobre la cabeza.

Nuestra pintora ubicó al famoso juego de té en la franja horizontal inferior. Sabemos que al menos hay 3 personas más en la mesa por la cantidad de tazas que vemos. El entorno es muy luminoso y no lo detalla como en el cuadro que vimos anteriormente.






Cassatt, La visita, 1890,
aguatinta



Pasaron los años
y, en 1914, Mary, revisando su almacén para elegir obras para una exposición, se topó de nuevo con el cuadro. No le pareció tan malo, después de todo. Lo colgó en la exposición y la obra causó una verdadera sensación. El Museo de Luxemburgo y el Petit Palais quisieron comprárselo; empezó las tratativas con el Petit Palais. Pero, entretanto, su amiga Louisine Havemeyer (importante donante del Metropolitan Museum de New York) se lo pidió para una subasta benéfica. Mary se lo mandó a Louisine, dándole libertad de acción. El Met lo compró y allí está desde entonces.







Fuentes: Mathews, N. M. Cassatt and her circle. New York, Abbeville Press, 1984

(Traducción: C. del Rosso)


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