Morandi, Naturaleza
muerta
Giorgio Morandi es uno de esos
artistas que no son fáciles de etiquetar. Vivió de manera aislada en su pueblo,
encerrado en su taller y experimentando con sus botellas, jarrones, botes,
boles, cajas… ¿Era un obsesivo, un maniático? Para nada. ¿Qué lo llevaba a
pintar una y otra vez los mismos objetos, ésos que tenía en su casa?
Bueno, no sólo pintó bodegones, sino también paisajes, algunas flores y pocos autorretratos. Pero sus cuadros de botellas son los más numerosos: más de 700, contra los 100 paisajes… Y se lo conoce así, por sus bodegones monocromos y esa rareza suya de repetir siempre lo mismo.
¿Por qué lo hacía? Por un afán de
investigar y entender la relación de las formas y el espacio. Era una época en
que los fovistas se decantaban por el color, los cubistas rompían la figura en
miles de pedazos y la abstracción ganaba terreno. Morandi seguía siendo
tradicional, a su manera. Sin embargo, iba más allá, como lo había hecho De
Chirico: pretendía encontrar la esencia del objeto y quitarle de encima eso de
ser una mera copia de la realidad.
Lo lograba pintándolos una y otra
vez, en distintas posiciones y agrupamientos. Por eso, sus cuadros hay que
analizarlos en conjunto, como variaciones de un mismo tema.
No por nada se lo llama “el
pintor de las botellas”.
En la presentación de este mes
vamos a perseguir a este jarrón blanco a través de su obra.
¿Me acompañas?
Fuentes: Ceruti, V. y otros. Giorgio
Morandi: Quello degle bottiglie? Bologna, MAMbo, 2012
Pasini, R. Morandi. Bologna, Ed.
Bologna, 1989
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