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jueves, 7 de enero de 2021

Políticamente incorrecto

Courbet, Ciervos refugiándose en el invierno, 1866

 

Cuando te comprometes activamente en política, hay cosas que no se perdonan y se pagan con la prisión o con el exilio. Courbet pasó por esas dos situaciones.

Hablamos alguna vez de este artista (pincha aquí). Fue un transgresor total, anticonvencional, anarquista, socialista, republicano, podrías ponerle los adjetivos que quieras… 

Venía de Ornans, no estaba cómodo en París. Le molestaba tremendamente la hipocresía de la élite parisina. Y llegó para meter el dedo en la llaga y revolucionarlo todo.

Courbet, Casas en Ornans, 1855


Courbet, Autorretrato con perro negro, 1842

Era arrogante y chabacano; decía que si no escandalizaba a los demás, no podía vivir. ¿Era una manera de llamar la atención para conseguir más clientes? Sí. Pero también lo movían fuertes ideales. Se inspiraba en las ideas del filósofo Proudhon y éste quería convertirlo en el artista del proletariado. Courbet mismo se definía como socialista y republicano, partidario de toda revolución (y esto le venía de familia), pero también realista, en el sentido de querer mostrar siempre la verdad. 



Que era lo que hacía en sus cuadros: mostrar las cosas tal cual son. Junto con Millet y Daumier, instauró la corriente llamada “realismo”: mostrar la vida de los pobres, de los obreros, de los campesinos, algo que se consideraba vulgar y poco digno de ser pintado. Courbet era caricaturizado una y otra vez en los periódicos, objeto de burlas e insultos: y no le venían nada mal para estar siempre presente en la opinión pública.

Courbet, Los picapedreros, 1849


En septiembre de 1870, durante la guerra franco-prusiana, escribió una carta al Departamento de Defensa, pidiendo permiso para que lo dejaran derribar la columna de la Place Vendôme. Había sido erigida por Napoleón I en honor a las victorias militares de Francia. Para Courbet era el símbolo del imperialismo francés. Propuso trasladarla a un lugar más apropiado, a una dependencia militar. Paralelamente, escribió una carta abierta al Ejército y a artistas de Prusia, para crear un nuevo monumento, hecho con el bronce de los cañones de ambos bandos, como símbolo de unidad y de paz. No recibió respuesta.

En marzo, poco después de la derrota de Francia ante Prusia, toman el poder en París los llamados “comuneros”. Nuestro artista participa activamente en el nuevo régimen. Organiza una federación de artistas: acuden a su convocatoria unos 400 colegas. Proponía que el gobierno no tuviese nada que ver con el Salón y cerrar todas las Escuelas de Bellas Artes de Francia (él no había asistido a ninguna de ellas). Un mes después, el gobierno de la Comuna le encargó que abriera los museos (estaban cerrados por la guerra) y que organizara el Salón. Y, además, fue decretado que la columna de la Place Vendôme fuera derribada. Pronto fue elegido como delegado del 6me Arrondissement (los Arrondissement son los distritos de París) y de Bellas Artes. El 16 de mayo 1871 la columna fue derribada. No se sabe si el pintor estaba presente.

Fotografía de Franck, 16 de mayo 1871 (Imagen: Wikipedia)



El 28 de ese mismo mes el ejército francés derroca al régimen de los comuneros. Courbet huye, refugiándose en distintas casas de amigos, hasta que es apresado. En el juicio declara que él no quería destruir la columna, sólo trasladarla a otro lugar. Recibió una condena leve: 6 meses de prisión y 500 francos (la mitad de lo que costaba uno de sus cuadros pequeños). Era una cárcel para presos comunes; tenía una celda especial, con comida que traían del exterior, pagadas de su propio bolsillo. En la prisión se le permitió pintar, pero no con modelos. No le queda otra que pintar naturalezas muertas.

Courbet, Granadas y manzanas, 1871



Salió de la cárcel en marzo de 1872. Volvió a Ornans. Se encontró con que su taller había sido destruido durante la guerra. En su pueblo solía ir a cazar y a pescar. Usa a los animales como símbolos para expresar su situación personal. Con sus truchas nos quiere mostrar esa sensación de haber sido traicionado, de haber caído en la trampa del anzuelo.


Courbet, La trucha, 1873

La historia con la dichosa columna continuó. Se lo vuelve a juzgar, esta vez ante un tribunal civil. El nuevo presidente, Mac-Mahon, ordena reconstruir el monumento, pero cargándole los costos a Courbet. La suma era exorbitante y el pintor decide autoexiliarse a Suiza. En 1877 se le exige pagar 323091.68 francos. Le proponen un plan de pagos de 5000 francos por año, o sea, la renta equivalente a 30 años de ingresos. Pide volver a Francia, pues extraña a su padre y a su hermana. Prepara un cuadro enorme sobre los Alpes para presentar en el Salón, pero como no recibe respuesta, no lo termina. Cuando le tocaba el primer pago, Courbet muere en Suiza, por cirrosis, con su padre a su lado.

Courbet, Gran panorama de los Alpes, 1877



Courbet, Juliette, 1874



Había legado sus bienes a su hermana Juliette.
Ella rechazó pagar la deuda. En 1880 se le adjudicó post mortem una amnistía. Sus restos serán trasladados a Francia recién en 1919.

Courbet es el ejemplo más patente del artista revolucionario, políticamente incorrecto. Abogaba por la defensa del campesino, amenazado por la creciente industrialización. Pero también es el paradigma del pintor que pone por encima de todo la libertad de crear.

 





Fuentes: Castagnary, J.A. Courbet et la Colonne Vendôme.Paris, Hachette, 2018
Rubin, J.H. Courbet. París, Phaidon, 2003

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