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jueves, 1 de octubre de 2020

Lee y Jackson


Krasner, Lavanda, 1942

Lee Krasner era una de las artistas del grupo del Expresionismo abstracto americano (te lo expliqué aquí). Bien, sí. Pero leyendo una biografía de Jackson Pollock, Lee comenzó a llamarme la atención cada vez más y más. ¿Quién era Lee Krasner? Una pintora, sí; la esposa de Pollock, también. Él, un artista famoso, indiscutible, ¿pero ella? ¿Qué pasa cuando convives con un pintor tan destacado y tan particular? ¿Cómo haces para que su pintura no influya en la tuya?

Lee Krasner (1908-1984) era americana, nacida en una familia de inmigrantes judíos.

Krasner, Autorretrato, 1930

Se llamaba de nacimiento Lena, Leonore, pero, para evitar la discriminación por ser mujer, eligió Lee, un nombre ambiguo, que más tarde validó en su documentación. Algunos dicen que se cambió el nombre para no ser confundida con Leonor Fini o Leonora Carrington. Fue siempre muy independiente y segura de sí misma. No era agraciada, pero su actitud la hacía muy atractiva.

Comenzó a estudiar arte muy temprano. No había dinero en su familia, pero ella se las arreglaba para salir adelante y cumplir con su sueño de ser pintora. La crisis de 1929 fue una época de hambre y miseria, trabajando en lo que fuera por unos pocos centavos. Por esa época vivía con Igor Pantuhoff, otro artista, con el que compartía penurias. Igor era alcohólico: la sojuzgaba, la controlaba y la engañaba abiertamente con otras.



Se acogió al programa público de ayuda a los artistas en 1933: el Public Works of Art Project consistía en contratar a artistas para que decoraran 3700 edificios públicos. Se les pagaba muy poco, pero en lugar de subsidios, se les daba un trabajo, para sacarlos de la situación de miseria  y sin tener que renunciar a su profesión. Su tarea era colaborar en la ejecución de algún mural de otro artista. Pantuhoff la dejó en 1939. El proyecto estatal se terminó en 1940 e ingresa en la American Abstract Asociation. Allí conoce a Motherwell, de Kooning, Still, Gorky, Rothko, Newman, o sea, el grupo que será la flor y nata del expresionismo abstracto. En 1941 expone con ellos, siendo la única mujer, en la McMillan Gallery.

Viendo la lista de los participantes en la expo, ella se da cuenta de que hay un nombre que no conoce: Jackson Pollock. Los otros le dicen que vive a la vuelta de su departamento, que sí lo conocía de una fiesta de hace años, y entonces ella, así nomás, va a visitarlo a su casa, sin anunciarse. Lo encuentra tirado en la cama, con resaca.

Krasner, Naturaleza muerta abstracta, 1938


Él no era de Nueva York: venía de Wyoming, era un personaje exótico del Far West. Había trabajado en el taller de Siqueiros, donde había experimentado con pinturas industriales. Fue un flechazo, amor a primera vista. En cuanto vio los cuadros que Jackson estaba preparando quedó anonada. Más tarde comentó que ella entendió en ese momento que él era lo importante, que él sí tenía algo que decir; su propia obra se convirtió en irrelevante. Todo estaba ahí. Podían estar horas y horas hablando de arte. Él era hipersensible, muy tímido frente a extraños, indefenso e inseguro; ella le daba la seguridad que necesitaba. Era alcohólico; acababa de salir de un tratamiento. El parte médico decía que tenía predisposición a la esquizofrenia, inestabilidad emocional y dificultad para relacionarse. Pero ella ya había tenido que lidiar con Igor y pensó que podía manejarlo. Nadie le dijo qué tipo de alcohólico era Pollock.

Krasner, Abstracto 2, 1946


Ella lo introdujo en el ambiente artístico de Nueva York. Se lo presentó a todos sus amigos y críticos. Creía profundamente en la pintura de Pollock y lo promovió todo lo que pudo. Gran parte del éxito de Pollock se debe a todo lo que hizo ella por él. Ella, al enfrentarse con las obras tan innovadoras y revolucionarias de él, ya no sabía por dónde seguir con su propia pintura. Todo lo que hacía le parecía de poca calidad o que no estaba a la altura. Destruyó todo lo que había pintado hasta ese momento.  Tardó 3 años en encontrar su camino.

Pollock consiguió un contrato con Peggy Guggenheim. Esto les dio una cierta estabilidad económica, mientras la carrera de él ascendía rápidamente. Lee seguía pintando y exponiendo, pero no encontraba su hueco. Él la animaba a seguir con el arte. Ella luchaba contra el prejuicio de ser “la mujer de…”; todos se olvidaban de que ella, en realidad, ya era pintora antes de encontrarse con él.

Krasner, Collage con mosaicos, 1939


En 1945 se casaron en una ceremonia ecuménica. Se fueron de luna de miel a The Springs, East Hampton; les encantó el lugar y decidieron comprar una cabaña para quedarse a vivir. Allí tenían la paz necesaria para concentrarse en el trabajo y, de paso, apartar a Jackson de los peligros de la ciudad. En la cabaña no había instalación de agua ni calefacción. Sólo tenían una bomba de agua y braseros.  El tenía un atelier enorme donde podía crear en lienzos grandes; ella, un rincón del dormitorio, y pintaba cuadros pequeños. Si no estaban trabajando, cocinaban (ella era una cocinera espectacular) o se dedicaban al jardín. Recibían a todos los amigos y pronto se formó una pequeña comunidad de artistas en el lugar. (La cabaña pertenece a la Pollock-Krasner Foundation y se puede visitar; te dejo el enlace abajo.)

Krasner, Jeroglífico 3, 1969
(gouache)

Pollock ya es un artista reconocido: el MoMA le compra sus obras. Peggy Guggenheim cierra su galería, se va a Venecia y lo recomienda a Betty Parsons, con quien firma un nuevo contrato. Mientras tanto, Lee se dedica a pintar cuadros con jeroglíficos, semejando palabras hebreas, idioma que sabía escribir pero no leer, y comienza a llamar la atención. Ella controlaba que él no bebiera; había estado en tratamiento y había logrado estar sobrio 3 años. Pero en una fiesta alguien le ofreció un whisky y no pudo parar de beber. Tuvo una reacción violenta: tiró la mesa al suelo con toda la vajilla, para espanto de todos. Pollock no podía manejar la situación de ser un pintor famoso y requerido. Su médico, en el que había confiado, había muerto en un accidente de tránsito. No quería ir a Alcohólicos Anónimos. Su conducta era cada vez más imprevisible y los amigos dejaron de ir a verlo: nadie quería pasar papelones con él. Los críticos consideraban que su carrera ya había terminado. Como no bebía mientras pintaba, ella trataba de que no se distrajera de su trabajo. El siempre se lo agradeció, aunque la relación se iba desgastando cada vez más y más; hizo testamento a favor de ella. Lee, por el estrés, iba debilitándose poco a poco; se volvió muy frágil.

Ella se dedicó a trabajar en collages, reutilizando trozos de antiguos cuadros suyos y de Pollock, inspirándose en su tan admirado Matisse. Era una manera de sentirse más cerca de su marido, de compenetrarse aún más uniendo el arte de los 2. O de expresar su admiración por él. O quizás de tomarse revancha por la situación en la que estaban inmersos.

Krasner, Collage, 1955


En 1952 Pollock se somete a un tratamiento psicoanalítico: su doctor le decía que no había ningún problema en que condujera su coche estando borracho y que el alcohol era bueno para calmar la ansiedad. El le comentó que quería tener un hijo con Lee y que ella se negaba (porque ya tenía bastante con él); que estaba harto de que ella lo tratara como a un niño. El psiquiatra le aconsejó que se liara con otras mujeres y que tuviera ese hijo tan ansiado fuera de su matrimonio. Y siempre había muchachitas alrededor. Llegó entonces Ruth Kligman, una veinteañera que sólo buscaba liarse con el primer pintor famoso con que se topara para poder ascender. No le costó mucho enganchar a Pollock.

Krasner, Sin título, Luz blanca, 1962


Krasner no aguantó más y decidió irse a Europa por 3 meses para ver a unos amigos. Hacía más de un año y medio que Pollock no pintaba. Iba de bar en bar, buscando pelea. Siempre había alguno que lo emborrachaba a propósito para ver qué escena armaba. El 11 de agosto de 1956 choca con su coche, totalmente borracho, y muere. Con él iban Kligman, que se salvó, y su amiga, que murió también en el accidente. Lee estaba en Europa y voló en el primer avión que consiguió.

Krasner, Composición, 1949

Desde ese entonces se convirtió en la viuda de Pollock, la encargada del legado de su marido. Hizo todo lo posible para colocar sus cuadros en museos y que no se desvalorizaran. Las falsificaciones abundaban y ella armó el primer catálogo razonado, para facilitar las certificaciones. Mientras tanto, ella luchaba por su propia carrera. Muchos se acercaban interesados por su obra, pero en realidad, lo que querían eran los cuadros de Pollock. El reconocimiento internacional le llega en 1958. Era una sobreviviente del grupo del Expresionismo Abstracto.

En sus últimos años padeció artritis, aunque nunca dejó de pintar. No quería tomar medicación y sufría muchos dolores. Su mayor anhelo era una retrospectiva en el MoMA. No llegó a verla: murió en 1984, en medio de los preparativos. 


Krasner, Combate, 1965


Muchos que la conocieron dijeron que se aprovechó de la fama de su marido para progresar en el mundo del arte. Otros, que Pollock nunca hubiese sido lo que fue sin ella. Que ella aguantaba todo, porque le convenía estar con él. Quién sabe. Pero lo que nadie puede negar es cuánto luchó para hacerse un hueco en el difícil mundo del arte.

 

Fuentes: Levin, G. Lee Krasner, a biography. London, Thames&Hudson, 2011

Smee, S. El arte de la rivalidad. Barcelona, Taurus, 2017

Web de Pollock-Krasner House

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