Renoir, Mujer con sombrilla en un jardín, 1873 |
Renoir no era como Monet, Sorolla o Caillebotte, quienes se pusieron a
plantar su propio Jardín del Edén. Él disfrutaba; no tomaba la pala, sino el
pincel.
Fue uno de los fundadores del impresionismo. Y junto con Sisley,
Monet, Bazille, iba hasta los bosques de Fontainebleau a pintar al aire libre,
en medio de la naturaleza. Venía de una familia humilde y trabajó como pintor
de porcelanas, abanicos, cortinas… ; iba a copiar obras del Louvre para
inspirarse y le picó el bichito de esto del arte: decidió tomar clases de
pintura con Gleyre. Allí conoció a sus futuros amigos, con quienes provocaría la gran revolución en
la Pintura.
Renoir, El columpio, 1876 |
Nunca se consideró un genio, siempre quiso aprender, fue humilde y trabajó hasta los últimos días de su vida, a pesar de estar muy enfermo.
Estaba en contra de la reforma urbana de París por parte del barón
Hausmann; para él era un vándalo que estaba destruyéndolo todo. Añoraba esas
antiguas casas con huerta y jardín detrás. Hausmann estaba destruyendo la vida
de su infancia: de hecho, a su familia le expropiaron su casa y tuvieron que
mudarse.
Para pintar Le Moulin de la
Galette (lo vimos aquí y por aquí también) decidió buscar un taller cerca,
en Montmartre. Encontró uno con un jardín precioso y allí se quedó. Era un
jardín abandonado, mejor dicho, un jardín en el que no se veía la mano del
hombre, sino la naturaleza creciendo sin domesticar. Mujer
con sombrilla en un jardín fue pintado allí. Este cuadro está en el Museo
Thyssen y es mi preferido: siempre voy a verlo, aunque no siempre está, pues lo
prestan muy frecuentemente a otras instituciones.
Renoir, Un jardín en Montmartre, 1890 |
Es un cuadro precioso. Es el compendio del impresionismo (y que me
perdonen Monet y colegas). Es pura naturaleza, apenas si se ve un trocito de
cielo. Y las figuras: no sabemos quiénes son. Quizás la persona que está al
lado de la mujer sea un caballero recogiendo flores.
O éste en el que 2 figuras disfrutan del lugar en animada
conversación.
Renoir nos dejó muchas obras de jardines. En todas vemos más o menos
lo mismo: la luz del sol, los innumerables toques de color para representar las
flores y una figura que se convierte en el foco de atención de la obra. No hay
cielos: sólo flores, árboles, pura naturaleza.
Renoir, El jardín, 1875 |
Hacia 1880 se va apartando del impresionismo. Percibe las limitaciones
de esta técnica y trata de buscar su propio camino. Hace varios viajes a
Argelia, donde dice ¡que descubre el blanco!; a Italia, donde se maravilla con
los rojos pompeyanos, con Miguel Ángel, Rafael… También viaja a España para
conocer la obra del tan mentado y admirado Velázquez. Todo esto le servirá de
inspiración.
Pero a veces la vida te propone otro camino. Por esa época, comenzó a
sufrir de reumatismo. Un accidente con la bicicleta aceleró el desarrollo de su
enfermedad. Tenía que andar con bastón. En búsqueda de un clima mejor para su
salud, se mudó en 1905 con su familia a la Riviera francesa, a Cagnes. Ésa era
una luz fabulosa que había que pintar. La casa tenía un gran terreno de 3
hectáreas, lleno de olivares centenarios y naranjos. Nos quedan varios cuadros
de ese jardín.
Renoir, Mujer con vestido azul en el jardín de St. Cloud, 1899 |
La casa de Cagnes (Les Collettes) se puede visitar y es un museo dedicado a su obra y a
su vida (te dejo el enlace debajo). También se puede visitar su taller en París
(hoy: Museo de Montmartre). El jardín original no existe más, pero se ha
rediseñado a partir de lo que vemos en sus cuadros, con hortensias, glicinas,
rosales… Incluso se ha recuperado la antigua viña medieval, que se veía desde
el ventanal del taller.
Renoir, Mujer en el jardín, 1916 |
Renoir, te guste o no, fue el pintor del goce de la vida, de la vida sencilla, de la naturaleza triunfante frente a la ciudad moderna y sus industrias.
Fuentes: Tobien, F. Auguste Renoir.
Ramerding, Berghaus V. 1981
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