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jueves, 5 de septiembre de 2019

Cabeza abajo



(Imagen: C. del Rosso)

No me vas a creer cuando te cuente lo que me pasó. Llevé a enmarcar este cuadrito y, cuando lo fui a retirar, la chica que me atendió quiso ponerle detrás el ganchito para colgarlo. Cuando terminó, me dijo, muy seria: -“¿Le parece bien así?”. -“¡Pero si está al revés!” Y me contestó: -“¿Está segura?”. No sabía si lo decía en serio o me estaba tomando el pelo.(1)

Vaya, pajaritos cabeza abajo. Y, casualidades de la vida, unos días después, en una antigua libreta de apuntes, encontré un recorte de periódico con datos de cuadros famosos que fueron colgados al revés…

Es cierto que hay cuadros en los que no se sabe muy bien cómo van y crean confusiones hasta al más experto curador. Lo lógico y esperable es que el autor nos haya indicado de alguna manera cómo debe ser expuesto, aunque no siempre ha sido así. Si lo ha firmado por delante, ya tenemos una pista. Yo creo que, aunque el cuadro sea abstracto, si está bien compuesto hay un arriba y un abajo. Son muy pocos los casos en los que la obra puede ser colgada tanto al derecho como al revés. A ver si me explico un poco mejor.

Rothko, Sin título, 1961
Tomemos, por ejemplo, a Rothko, el pintor de rectángulos (puedes leer un artículo anterior sobre él aquí): ¿podríamos ponerlos del revés? Después de todo, son sólo rectángulos, ¿no? Pero no. En éste, no da igual la posición de las formas. El peso del color azul tira hacia abajo. Si invertimos el cuadro, esta idea se pierde y cambia totalmente su simbolismo.












Rothko, Rojo sobre marrón, 1959
En cambio, con éste la cosa no está tan clara: Rothko lo donó junto con otros cuadros a la Tate Gallery poco antes de suicidarse y, desde entonces, ha estado colgado con las rayas en vertical, así como lo ves, y a veces, en horizontal. Nadie se pone de acuerdo en cómo debe ir. Rothko era muy quisquilloso con estas cosas y solía dar indicaciones al respecto: parece ser que dijo que las rayas debían ser horizontales; la firma en el reverso parece que confirma esta posición. Ya van casi 50 años de discusiones sin llegar a ninguna conclusión.













Y así podríamos seguir con varios artistas más… El caso de Pollock, con su “Número 27”: se entiende que alguien pueda confundirse, ¿no? 

Pollock, Número 27, 1950


Pero no te creas que estas confusiones aparecen sólo con la pintura abstracta, qué va. (Como con mis pajaritos…) Hay casos muy famosos.

Por ejemplo, las “Amapolas orientales” de Georgia O’Keeffe estuvo colgado en formato vertical durante 30 años en el Weisman Art Museum de la Univ. de Minnesota. 

O'Keeffe, Amapolas orientales, 1928



Y otro cuadro de ella, “El árbol de Lawrence”, también corrió la misma suerte: fue colgado de manera errónea 2 veces. De hecho, en algunos catálogos aparece al revés. Bastante asombroso: ¿a quién se le ocurre poner cabeza abajo a un árbol? A la autora, no.

O'Keeffe, El árbol de Lawrence, 1929


Otro caso es el de “Hierba alta con mariposas” de van Gogh. La National Gallery lo colgó al revés en 1965; un estudiante que iba de visita en un grupo se percató del error. Si no fuera por el sendero que se ve bien arriba, podríamos disculpar el desliz, pero no.

van Gogh, Hierba alta con mariposas, 1890


Matisse, El barco, 1953
El caso más sonado fue el del MoMA, en una expo de 1961 sobre las últimas obras de Matisse. (¿Te acuerdas de los recortes de papel? Lo vimos aquí.) Su obra “El Barco” estuvo colgada al revés durante un mes y medio, hasta que una visitante, admiradora del artista, se dio cuenta de que algo no funcionaba. Compró el catálogo y vio que, efectivamente, estaba cabeza abajo. No le prestaron atención, así que escribió una nota en el New York Times, haciendo público el hecho. Entonces sí el museo corrigió su error: “Fue sólo un descuido”. Realmente, es fácil confundirse: Matisse llevó el motivo al máximo de su simplificación, logró captar su esencia. Pero lo que a la visitante no le cuadraba era que lo que estaba en la parte inferior tenía más detalle, o sea, no podía ser un reflejo. Y tenía razón.









Amorós, Felipe V, 1719
Hay casos más curiosos, como dar vuelta un cuadro con toda intención. Un cuadro de Felipe V, en el Museo de Bellas Artes de Játiva, Valencia, está colgado al revés por pura venganza. Este rey, en la Guerra de Sucesión, mandó quemar 3 veces la ciudad, arrasar sus campos y cambiarle el nombre, por la tremenda resistencia de sus habitantes al asedio (1707). Parece ser que fue el director del museo (en ese entonces estaba en el Museo del Almodí) el que decidió en 1957 dejarlo así, hasta tanto la Casa Real pida perdón 3 veces a la ciudad por estos hechos.














A veces, los pintores trabajamos con el cuadro cabeza abajo: esto nos da la posibilidad de descubrir errores o incongruencias… ¡pero luego los colgamos como corresponde! Sin embargo, hay un artista que se ha hecho muy famoso pintándolos enteramente en esta posición y colgándolos ídem: Georg Baselitz. Se lo puede tildar de excéntrico y con muchas ganas de llamar la atención, pero la idea que subyace en su obra es la misma por la cual solemos dar vuelta el cuadro mientras lo pintamos. Si le cambiamos a una imagen la lógica de su percepción, como el árbol de O’Keeffe, dejas de ver un árbol y comienzas a ver formas, direcciones, color. O sea, que el cuadro se va convirtiendo en tu mente en algo abstracto, en un cuadro abstracto.

Baselitz, Adiós, 1982


Mira hasta dónde nos han llevado estos pajaritos bordados y mi recorte de periódico…

(1) Lo bordé en una larga convalecencia. Como no podía pintar (no llegué al extremo de Frida, con el caballete en la cama), me puse a "pintar con hilos". ¡Tengo unos cuantos como éstos!



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