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jueves, 25 de julio de 2019

Testigos del tiempo


Rocas de Sto. Domingo, Chile (Imagen: C.del Rosso)



Siempre me gustaron las rocas. Una roca contiene en sí un microcosmos. Son testigos del tiempo que pasa. No son eternas, pero lo parece.  Si pudiesen contarnos cosas… ¡cuántos secretos tendrán! ¡Cuánto habrán visto! Cada una es diferente a la otra, y no me refiero a las clases de minerales que contengan, que también influye, sino a que cada una muestra las huellas, las heridas, de lo que han vivido. Tienen su propia personalidad, su propia historia.



del Rosso, Rocas, mar, 2009

Por eso me gusta pintarlas, para desentrañar sus secretos, aunque yo sepa que eso es imposible.

del Rosso, Daños colaterales: El graffiti II, 2016
La gran revelación sobre lo que significaban para mí fue en una excursión que hicimos con nuestro profesor a las Rocas de Sto. Domingo, en la costa chilena. El las pinta como nadie. La idea era pintarlas así, directamente, frente a ellas. No nos acompañó el clima, estaba nublado y muy ventoso, que nos complicó bastante: ¡la arena se te pega en el óleo! Aprendimos mucho, lo pasamos muy bien. Saqué muchísimas fotos, más que nada como recuerdo; en ese momento no tenía en mis planes pintar sobre este tema.

















Pasó el tiempo. Vi rocas en otras partes, en otros viajes: siempre me quedaba con esa misma sensación, la de querer interrogar a un objeto inerme, milenario: un sinsentido.

Las vi en campos, mares, en la ciudad…  Y siguen ahí. Comencé a pintar ésas de Sto. Domingo, recreándolas, sin la intención de realismo, ya que las estaba pintando desde el recuerdo. Las pinté a la orilla del mar, con el agua invadiéndolas sin pedir permiso. El agua se mete por los lugares más insólitos. El mar las baña, se va y vuelve. Muchas alojan mejillones y otros bichos.

del Rosso, Decisiones trascendentales, 2011
Y en una época muy difícil para mí, las pinté abriéndose al mar, como 2 puertas. Supongo que estaba buscando una salida. Pensé cada trocito de la pared rocosa como un espejo del conjunto en sí.
























del Rosso, Daños colaterales: El graffiti I, 2016
El paso siguiente fue querer darles todo el protagonismo, que cubrieran todo el cuadro. Volví a las fotos de esa excursión. Recordé las rocas llenas de graffitis. Siempre hay alguien que no resiste a la tentación de dejar su huella con pintura, sin importarle mucho el soporte. Me pareció interesante reproducirlos, para integrar otros colores en el cuadro. Pero, a la vez, sabía que, aunque la naturaleza siempre se venga y la pintura del graffiti no habrá durado mucho, eso las había dañado. No habrán sufrido, sufrimos nosotros; el daño regresa a nosotros mismos. Pinté otro cuadro de graffitis con todas estas ideas en la cabeza. Y esto me exigía ser más radical. Te tengo que confesar que la mancha de pintura era tal cual te la muestro en el cuadro, pero en negro. El negro se hubiera diluído en el conjunto del cuadro y no me servía para lo que yo quería expresar. ¿Azul, amarillo, verde? No me servían, necesitaba un color más contrastante. No, rojo: esto era lo más radical. La gente que ha visto el cuadro se sorprende, queda intrigada, es chocante: en fin, era eso lo que quería lograr.

Acabo de terminar otros dos; mejor dicho, están en la fase final, pero no terminados. Otra vez, las rocas ocupan todo el cuadro, pero ahora quise destacar la profundidad de la grieta, el poder de la línea. Tendrán un toque de brillo especial, pero no te lo quiero revelar todavía porque no sé cómo va a ir evolucionando mi idea.


En proceso.... (fragmento) (Imagen: C. del Rosso)


Me encantaría conocer tu opinión…

Si pinchas en cada imagen, podrás verlas mejor en mi página web (salvo los dos últimos, que están sin terminar del todo).


En proceso... (fragmento) (Imagen: C. del Rosso)







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