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jueves, 4 de julio de 2019

Robado 4 veces



Rembrandt, Retrato de Jacob de Gheyn III, 1632
El 2019 es el Año Rembrandt, en el que se conmemoran los 350 años de su muerte (y el de Tintoretto, también, pero de su nacimiento). Ya hablamos alguna vez sobre él en el blog (si no te acuerdas, pincha aquí). Pensé que, para unirnos a estas celebraciones, podíamos conversar sobre alguna particularidad de sus obras, que son muchas, pero quizás ésta sea la más curiosa.














Parece ser que Rembrandt es un imán para los ladrones, (1) pero hay una obra en especial que tiene el trágico destino de haber sido robada una y otra vez. A tal punto que se la llama “el Rembrandt listo para llevar” (2): el Retrato de Jacob de Gheyn III. 

Rembrandt, Retrato de Maurits Huygens, 1632
Cuando lo pintó, Rembrandt tenía unos 25 años, se había marchado de Leiden para probar fortuna en Amsterdam. Allí conoció a Constanteijn Huygens, secretario del Príncipe de Orange, quien pronto lo protegió: era un muchacho prometedor, con muchísimo talento. Maurits, su hermano, era muy amigo de Jacob de Gheyn III (una familia de grabadores), y ambos le pidieron al artista que hiciera un retrato de los dos, en recuerdo de su amistad. 









Rembrandt, Autorretrato, 1632
Los hizo del mismo tamaño, un tamaño bastante pequeño (30 x 25 cm) y sobre un mismo trozo de madera (Rembrandt pintó también su autorretrato sobre la misma tabla). Maurits y Jacob acordaron que el retrato del que muriera antes lo heredaría el sobreviviente. Y así queda detallado en la parte trasera de los cuadros. Jacob muere primero y Maurits lo hace un año después. Después de muchas vueltas, el retrato de de Gheyn fue a parar a la Dulwich Picture Gallery de Londres; el de Huygens, a la Hamburger Kunsthalle.











Rembrandt, Retrato de Tito, 1658
La historia comienza la Noche Vieja de 1966, una noche lluviosa del invierno londinense. Todo el mundo, de fiesta y brindando, menos unos ladrones que, con un taladro y una palanca, quitaron un panel de la puerta de la Dulwich Picture Gallery y entraron sin más. El agujero de la puerta era de unos 30 x 60 cm: sólo podían llevarse obras pequeñas. Al día siguiente, cuando abre la Galería, faltan Jacob de Gheyn III, el Retrato de Tito y Joven en la ventana, de Rembrandt; los bocetos Las 3 Gracias, Santa Bárbara y 3 Ninfas con cornucopia, de Rubens; Mujer tocando el virginal de Dou y Susana y los viejos de Elsheimer. 











Rembrandt, Joven en una ventana, sg. XVII
El director de la Royal Academy recibe a la mañana siguiente un llamado anónimo: piden un rescate de 100000 libras; de lo contrario, las obras serán quemadas. La Dulwich Gallery no tenía ese dinero, las obras ni siquiera estaban aseguradas porque no tenían presupuesto para ello; apenas si podían ofrecer una recompensa de 1000 libras. Todo había sido premeditado: llevaron el taladro y una cuchilla para quitar el marco a los lienzos, eligieron obras que pudieran pasar por el agujero… 












Dou, Joven tocando el clavicordio, sg. XVII
La policía se dedica a buscar en las ferreterías locales brocas de taladro que coincidan con las marcas que dejaron en los marcos y en la puerta. Habían dejado huellas de barro: la policía logra determinar las horas que habían pasado desde el robo por el tiempo de secado del barro; concluyen que no habrían tenido tiempo de sacar las obras del país. Pocos días después descubren un coche abandonado: en el maletero había una palanca con restos de oro de los marcos de los cuadros. Entretanto, 2 hombres contactan con la policía: un amigo les había pedido que guardasen un paquete debajo de su cama; lo abrieron para ver qué era y se encontraron con el retrato de de Gheyn.









Rubens, Boceto para Las 3 Gracias, sg. XVII
 Al día siguiente, un llamado anónimo advierte a la policía de un paquete entre unos matorrales de un arroyo de Londres: en el envoltorio encuentran una huella, que remite a un viejo conocido de la policía, Michel Hall. Era un conductor de ambulancias sin trabajo, delincuente y contorsionista, capaz de inmiscuirse en el agujero de la puerta. Alega que lo hizo solo; lo condenaron a  5 años de cárcel.












Pero el de Gheyn no podía seguir colgado tranquilamente en la Dulwich Gallery. Su destino era ser arrancado una vez más de la pared.


Rubens, Boceto para Sta. Bárbara, sg. XVII
2do capítulo de la saga, 1973: un muchacho de 24 años, Norman Rutter, visita la Galería, como cualquier hijo de vecino. Se lleva el cuadro, así nomás, a la vista de todos, lo mete en una bolsa de plástico y se va en su bicicleta. Lo arrestan enseguida. Dijo que el de Gheyn le había gustado y pensó en llevárselo a su casa para bocetarlo. (Es así, aunque suene increíble.)

Rubens, Ceres y 2 ninfas con cornucopia,
sg.XVII
La cosa no quedó ahí: en agosto de 1981 dos hombres se ponen a conversar con el guardia para distraerlo, en pleno horario de apertura al público; mientras tanto, uno de ellos retira el tan codiciado cuadro. Once días después contactan con la Galería, reclamando 100000 libras de rescate. La Dulwich Gallery no tiene ese dinero, pero, siguiendo los consejos de Scotland Yard, aceptan. Según un dato desde Holanda, ya tienen identificados a los ladrones y saben que han viajado a Amsterdam, pero deciden no hacer nada, porque no es seguro que tengan el cuadro consigo. El 2 de septiembre, en Londres, la policía intercepta un taxi con 4 ocupantes y el de Gheyn en un portafolio. Le habían sacado el marco, no había sufrido daños. Los implicados eran Klaus Echterhoff, un marchante que aparentaba no saber que había sido robado; el holandés Leonardo Smit  y 2 ingleses, que trabajaban en la Galería.





A estas alturas, esto ya se había convertido en una verdadera tomadura de pelo. ¿Cómo podía ser que fuera tan fácil llevarse un cuadro de una institución, que custodia obras de tal calidad? ¿Qué estaba fallando? Se reforzaron las medidas de seguridad, para que no volviera a ocurrir.

Elsheimer, Susana y los viejos, sg. XVII

Pero no, ocurrió lo que no debía. Sí, otra vez el de Gheyn desapareció de la pared. En 1983 los ladrones entraron por la claraboya de la sala, subiéndose al tejado con una escalera. Como ahora el cuadro estaba atornillado a la pared, se ayudaron con una palanca para sacarlo. Sonó la alarma, la policía tardó 3’ en llegar… pero el de Gheyn se había ido otra vez. El cuadro estuvo 3 años desaparecido. En 1986 reciben el dato de que está en Düsseldorf, Alemania. La policía inglesa, junto con la alemana, finalmente lo encuentra en la estación del cuartel británico de Münster. Se toparon con 3 cajas y, dentro de una de ellas, el retrato, envuelto en papel, en muy buen estado. No hubo arrestos, ninguna pista sobre los culpables.


Stephanoff, Vista de la Dulwich Gallery, 1830

¿Qué hacer? ¿Volverlo a colgar para tentar al próximo que se le ocurra llevárselo? La Galería decidió esconderlo, con la excusa de que el marco original se había perdido. Pero el cuadro había ganado tanta notoriedad que volvió a ser expuesto, por supuesto, con medidas de seguridad más modernas y efectivas.

Así fue cómo El retrato de Jacob de Gheyn, que fue pintado para estar en compañía del de su amigo, por su tamaño “listo para llevar” se convirtió en uno de los cuadros más robados de la Historia de la Pintura.

(1) El pintor del cual más obras son robadas es Picasso.
(2) “The Takeaway Rembrandt”.

Estoy usando como fuente este libro, que te recomiendo que leas…

Amore A.M.-Mashberg, T. Stealing Rembrandts. New York, ST. Martin’s Griffin, 2011





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