van Hoogstraten, Vista de un interior (Las pantuflas), 1660 |
Es un cuadro insólito, con muchas incógnitas.
Podría haberlo pintado algún artista
figurativo, realista, contemporáneo, con ganas de jugar con la perspectiva.
Van Hoogstraten hizo eso mismo: ir abriendo espacios hacia lo profundo, crear una ilusión de tridimensionalidad en un plano.
¿Cuántas habitaciones ves? Puerta de entrada
con llave, un hall con una escoba (alguien estuvo limpiando), un pasillo, la
sala de estar…
¿Hay una
ventana o una entrada a un patio interior? ¿De dónde viene esa luz? La puerta
de la sala de estar tiene también su llave. Llaves, puertas abiertas¿Y qué hay allí, en la sala? Adivinamos una
mesa cubierta con un mantel adamascado, un candelabro, un libro, una silla y
cuadros. La habitación también es muy luminosa.
¿Quiénes
vivirán en esta casa?
¿Y las
pantuflas? ¿Quién dejó sus pantuflas en medio del paso? En realidad, es un
recurso para quebrar ese viaje vertiginoso hacia la profundidad, llamarnos la
atención, que nuestra mirada se detenga allí mismo… Pero yo me pregunto:
¿adónde se habrá ido su dueño?
¿O son de
la criada, que interrumpió su labor? ¿Qué fue lo que le hizo dejar las
pantuflas allí? Las miro y me inquietan: es como si ella (o él, no lo sabemos)
aún siguiera ahí.
El cuadro
está en el Louvre. El título original es “Vista de un interior”. El público le
puso más tarde el nombre de “Las pantuflas”.
Ter Borch, Escena de burdel, 1654 |
Estuve leyendo su ficha técnica en
la página web del museo. Ahí dice que el cuadro que está en el salón es una copia de uno de Ter Borch que se llama “Escena de burdel”, “Reprimenda paterna” o
“Conversación galante”.
Ajá. O sea, que la criada, o quien sea que ha dejado
las pantuflas allí, ha dejado de cumplir con su deber y no está haciendo nada
bueno…
Así es la pintura holandesa de esta época: nunca te fíes de lo simple del mensaje. El cuadro colgado en el salón, que apenas se ve, nos da la clave de toda la escena. Es una llamada de atención.
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