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jueves, 26 de julio de 2018

El espárrago de Manet

De vacaciones

Manet, Un espárrago, 1880


Un espárrago. ¿A quién se le puede ocurrir pintar un espárrago, solo y desamparado? Pues, a Manet.

No era un pintor de bodegones: lo suyo eran los retratos. Los pocos que ha pintado son estudios del natural, estudios de formas y color, una manera de practicar en pequeños formatos. Su fuerte eran las flores, más aún en el final de su vida, cuando ya muy enfermo, Marie Bracquemond le llevaba ramos para que los pinte.

Manet había pintado en 1880 un atado de espárragos. La base de la composición es un cilindro compacto. Los espárragos son sólo una excusa para experimentar.

Manet, Un atado de espárragos, 1880


Espárragos… son el anuncio de la primavera junto con las fresas. ¿Qué irían a preparar en su cocina con ellos? Pero, ¿un espárrago solitario? ¿Qué se puede hacer con sólo un espárrago? La verdad, que muy poco. El cuadrito es del tamaño casi de una postal.

La anécdota cuenta que Manet vendió su atado de espárragos a Ephrussi por 800 francos, pero él le pagó 1000, porque sí. Quizás le pareció que el artista pedía muy poco por su obra y que valía mucho más. Pero la cosa no quedó ahí. A los pocos días, Manet le envió este espárrago solitario como devolución de los 200 sobrantes con la nota: 

“Faltaba uno en su atado.” 

Una historia que pinta de cuerpo entero a Manet, el caballero de finos modales y fina ironía.



Este cuadrito está en el Museé d'Orsay. Puedes leer su reseña pinchando aquí.





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