Salón de baile, Palacio Errázuriz (Imagen: C.del Rosso) |
No tenía mucho que hacer y andaba
cerca. Nunca había ido. Me lo habían recomendado una y otra vez, pero siempre
había otros museos y exposiciones, cosas que hacer, la prisa de la gran ciudad.
Por fuera es un palacio que llama muchísimo la atención, señorial, blanco, con
rejas de hierro labradas. Había estado varias veces en la cafetería, pero nunca
lo había visitado. Así que me dije: “Ahora o nunca” y entré al Museo Nacional
de Arte Decorativo de Buenos Aires.
Y sí, es un palacio señorial por
dentro y por fuera. Era la hora de las visitas guiadas y la guía me ofreció
amablemente que participara en ellas. Me negué, pues quería ir a mi ritmo e ir
sorprendiéndome a mí misma habitación tras habitación; después me arrepentí,
quizás ella no tenía público, pero sí, había unos cuantos turistas franceses y
americanos.
Sorolla, Josefina de Alvear de Errázuriz, 1905 |
La casa tiene una larga historia
digna de ser contada. Perteneció al matrimonio Errázuriz Alvear. Él, Matías
Errázuriz Ortúzar, chileno, era diplomático, embajador en París. Ella, Josefina
Alvear, argentina, emparentada con personajes ilustres de la Historia. Y una
gran fortuna familiar. Después de su estadía en París, regresaron a Buenos
Aires. Necesitaban una casa acorde con su modo de vida y con suficiente lugar
para mostrar su colección de arte: decidieron construir este palacio de estilo
neoclásico, que inauguraron con una gran fiesta en 1918.
El proyecto fue ideado por el arquitecto
Sergent, que armó un equipo de decoradores, jardineros y etc., todos franceses.
Los materiales y mano de obra, importados de Europa. El resultado es realmente
increíble y no extraña para nada que la fortuna de la familia se haya diluído
considerablemente con el paso de los años. La casa se convirtió en el centro de
la actividad social del Buenos Aires de 1900. Al morir Josefina en 1935,
Errázuriz decidió ofrecerla en venta al gobierno argentino, con la condición de
que se funde un museo, y regresó a Chile. La magnificencia de los espacios, el
detalle de la decoración, las esculturas, los muebles, cerámicas, porcelanas,
tapices, una colección impresionante de miniaturas… hay de todo, para todos los
gustos. No te decepciona. Hoy se mantiene tal cual era en su época de
esplendor, gracias a una cuidada restauración.
Hnos. Cuyp, Familia holandesa con vista de Rhenen, sg. XVII |
Lo que más me interesaba era ver
qué tipo de pinturas les gustaba comprar. En la antecámara te reciben 2
tremendos retratos pintados por Sorolla: el de la madre de Matías y el de
Josefina. Son enormes y no se pueden ver bien, pues están colgados muy arriba,
como se hacía en aquella época. Me hubiese gustado poder ver de cerca cómo
pintó los rostros, me contenté con admirar cómo hizo los encajes y el
terciopelo rojo.
El Greco, Jesús con la Cruz a cuestas, sg.XVI |
Seguí hasta el gran hall, enorme, imponente, en estilo
renacentista, con doble altura, para poder colgar los tapices de la colección.
Allí tienes la joya de la casa: El Greco, Cristo llevando la Cruz a cuestas.
Otros, también muy interesantes, de los talleres de Cranach y Sánchez Coelho.
Me cohibió un poco semejante salón; seguí al salón de baile, lleno de espejos,
en estilo Regencia, y al salón de Madame. ¡Preciosos! Allí puedes ver vedute
venecianas de Marieschi, un Fragonard, y porcelanas y muebles exquisitos. Seguí
hasta el comedor, donde podían sentarse hasta 24 personas. Los cuadros no me
llamaron la atención, están demasiados oscuros, o quizás le falte iluminación.
Fragonard, El sacrificio de la rosa, sg. XVIII |
Subí a la primera planta por la
escalera de mármol, donde se encuentran las habitaciones privadas. El ascensor
fue uno de los primeros que existió en la ciudad, está en uso sólo para
discapacitados o personal del museo. Pude ver el vestidor de Errázuriz, su
dormitorio tapizado en rojo, ¡y su baño! Luego, la sala Sert, en estilo art
déco (estaba de moda en ese momento) y llamada así porque fue diseñada por el
arquitecto y pintor catalán. Allí se encuentran 4 cuadros de su mano, con el
tema de la Comedia Humana. Ya en su dormitorio, podemos ver un Naufragio, de
Vernet y una Náyade de Le Brun.
La familia se reunía en una sala
de estar: allí encontramos hoy una magnífica muestra de retratos miniaturas,
provenientes de la colección Zubov y la del marqués Asinari di Bermezzo,
adquiridas posteriormente. Allí me quedé mirando un retrato doble de Cuyp y el
de Tatiana Zubov, pintado por Geraldy.
Corot, Vista de Castel Sant'Angelo, sg. XIX |
Las habitaciones están conectadas
internamente por pasillos angostos, pero también por una galería que da al Gran
Hall de la planta baja. En ella se pueden ver más tapices, un Carreño Miranda y
un Monvoisin. No los pude apreciar mucho, la iluminación es muy pobre: supongo
que será para no dañar los tapices.
Manet, Retrato del abate Hurel, sg.XIX |
Me dio pena: no pude ver los dormitorios
de la señora ni el escritorio del dueño de la casa, pues están en proceso de
restauración. Me contaron que allí se pueden ver un Manet, un Toulouse-Lautrec,
un Corot y un magnífico retrato de Errázuriz. Tampoco se podía ir a ver el
jardín.
Me quedé con ganas de más. Fue un
paréntesis en el caos de la ciudad, un viaje a una época de esplendor. Me quedé
a almorzar en la cafetería y, mientras esperaba a que me atendieran (¡por qué
tardarán tanto, digo yo!), me imaginaba a los señores en su casa, recibiendo
visitas, organizando fiestas y bailes… y rodeados de tan buen arte.
Para visitar la web del Museo,
pincha aquí.
Anónimo, Rapto de Oritias por Boreas, sg. XVII |
Recuerdo en una visita durante mi etapa escolar, que la guía nos comentó que la Familia llegó a un estado de pobreza que tuvo que quemar sus muebles para calefaccionar las habitaciones. Será cierto? O es un mito urbano? Gracias por la recorrida!!!
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