Historia de las tarjetas de Navidad
Dalí, Tarjeta de Navidad, 1960 (Imagen: Washington Post) |
¿Cuántas tarjetas de felicitación
recibiste ya? En mi casa, hasta ahora 8. (1) Cada año llegan menos. Ya no vale la pena.
Hoy tenemos medios mejores, más rápidos y cercanos. Pero todavía hay quien
sigue enviándolas.
Me dio un poco de nostalgia y,
hurgueteando por aquí y por allá, me metí a ver qué había detrás de estas
pequeñas obras de arte.
Muchas son reproducciones de
obras de grandes maestros de la pintura: Rafael, Leonardo, Murillo… repetidos
hasta el cansancio. Sin embargo, las hay para todos los gustos y creencias.
¿Cómo surgió esta costumbre?
¿Cuándo?
Anónimo, Tarjeta de Navidad, 1860 (Imagen: Wikipedia) |
Las tarjetas, tal como las
conocemos hoy, sólo fueron posibles a partir de la imprenta, claro. Al comienzo
eran estampas, religiosas o no. Curiosamente, el origen de las tarjetas
navideñas está en las denominadas “valentines”: tarjetas para San Valentín,
para los enamorados, para los amantes furtivos, con mensajes ocultos (la
primera de la que se tiene noticia es de 1400). ¿Quién lo hubiera dicho, no? En
el siglo XIX esto se convirtió en una verdadera industria, especialmente en
Inglaterra y USA, favorecido por los adelantos en las técnicas de impresión.
A fin de año la costumbre era visitar
a los amigos para presentar los saludos o escribir cartas a aquellos que
estaban lejos, contando con detalle las últimas novedades de la familia. Pero
no todos tenían el dinero para pagarlas: había que mandarlas con un mensajero a
caballo y se cobraba por la distancia recorrida, demasiado caro. Además, el
envío era pagado por el destinatario, con lo cual podías recibir varias cartas
juntas, con la correspondiente sorpresa de la cuenta que había que pagar. Con
la llegada del ferrocarril y la aparición del sello postal (1840, en
Inglaterra) enviar una carta se hizo accesible para todos.
La primera tarjeta de Navidad fue
ideada por Sir Henry Cole y diseñada por Horsley en 1843 con una tirada de 1000
ejemplares a 1 chelín, un poco cara para la época. Actualmente quedan 12
ejemplares de ella y valen miles de dólares. Tiene 3 paneles: en el centro una
familia brindando (no cayó nada bien que un niño apareciera tomando vino) y a
los lados, figuras que aluden al espíritu de solidaridad y caridad que deberíamos tener en estas fechas.
Horsley, Primera tarjeta de Navidad, 1843 |
Al poco tiempo se inventó la máquina para hacer los sobres y en 1870 ya
estaba disponible en el correo la postal con el sello ya impreso. Enseguida,
comenzaron a venderse en librerías, jugueterías, tabaquerías… Se convirtió en
un gran negocio: una verdadera moda que se instaló para siempre y se extendió a
todos los países.
Anónimo, Tarjeta de Navidad victoriana, 1870 (Imagen: Victoria & Albert Museum) |
La más pequeña: un saludo escrito
en un grano de arroz para la duquesa de Windsor (1929). La más grande: la que
recibió el presidente de USA, Coolidge, de 83 x 53 cm (1924). La colección más
grande es la de la Reina Madre María de Teck, que conserva todas las que
recibió en su vida e incluso las que hizo ella de niña; hoy, en el British
Museum.
Parte de los preparativos
navideños era hacer las tarjetas a mano con todo tipo de materiales: satín,
terciopelo, aluminio, borlas, espejos, bordados, flores secas, encaje… ¡Hasta
perfumadas! Era no sólo una manera de ofrecer un pequeño regalo hecho por uno
mismo sino también de resistir a la creciente industrialización. Era un
verdadero arte popular.
Casi todos los artistas son anónimos,
ilustradores que trabajaban para las imprentas por unas pocas monedas. Sin
embargo, hubo algunos muy famosos, como Kate Greenaway. Era ilustradora de
cuentos para niños y fue tan popular que sus dibujos eran inspiración para la
moda infantil.
Greenaway, Danza alegre cuando terminó la cena, 1881 (Imagen: Birmingham Library) |
En otros casos se contrataban a
pintores de primera línea, como Beardsley, Leslie, Rowlandson, Leighton,
Burne-Jones, Menzel… Tenemos ejemplos más actuales con Picasso, Calder, Rivera
o Dalí (¡que pidió a Hallmark en 1960 15000 dólares de adelanto por una serie
de 10 tarjetas!)
Anónimo, 1890 (Victoria & Albert Museum) |
En 1884 Raphael Tuck comienza a
reproducir cuadros de Rafael o Fra Angélico; su imprenta será luego la
proveedora oficial de la Reina Victoria. El MoMA y el British Museum fueron los
primeros museos que reprodujeron cuadros de su colección en sus tarjetas.
Los temas son variadísimos: las
hay satíricas, de flores o las que comentan sucesos políticos del momento
(p.ej.: las de las 2 Guerras Mundiales, que se mandaban a las trincheras).
Aparecen los nuevos inventos (el automóvil, los aviones, la bicicleta) y,
naturalmente, las costumbres alusivas a la Navidad: enseguida, hacia 1840,
aparece el árbol de Navidad, Santa Claus, el muérdago…
Como ocurre hoy, también en esa
época se destinaba un porcentaje del precio a obras de caridad. Eyre &
Spottiswood, otra imprenta inglesa (1877-87), donaba ejemplares a los pacientes
de los hospitales para que pudieran mandar las suyas.
Beardsley, Tarjeta grande de Navidad, 1895 |
De todas, la que más me gusta es
ésta y la he elegido para darte mis saludos. No en papel como la original: los
tiempos han cambiado un poco.
¿Y cuántas has recibido tú?
¡Te deseamos una muy feliz Navidad y un 2017 cargado de paz, salud, prosperidad y mucho arte para tu vida!
Fuentes: Buday, G. The history of
Christmas Card. London, Spring Books, 1965
Ettlinger, L. D.-Holloway, R. G.Compliments of the Season. London, Penguin Books, 1947
Este artículo lo puedes leer también en: lacasaartica.com
me encantó!!! y doy fe que aún sigues con la tradición de enviar tarjetas impresas en papel!
ResponderEliminarGracias! Sí, las sigo mandando, pero, la verdad sea dicha, muchas menos que hace unos años... Me pasé al saludo por mail hace rato...
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