(Imagen: C.del Rosso) |
Hace unas semanas te conté la experiencia que tuve mientras ayudaba a una conocida a decorar su casa con cuadros heredados y propios. Hoy te cuento un poco más sobre cómo hacerlo exactamente.
Teniers, El Archiduque Leopoldo Guillermo en su galería de Bruselas, 1647 |
El diseño tiene que realzar tu
ambiente y las obras deben potenciarse unas con otras.
Hay gente a la que le gusta
llenar las paredes con cuadros hasta el techo; así era el gusto hasta hace
pocos siglos. Pero hoy en día vivimos en ambientes poco espaciosos y esto puede
agobiarte.
Tu casa te tiene que invitar al relax y tampoco debe darle a tus invitados la impresión de que estás mostrándoles todas tus posesiones.
Nota: Los cuadros que aparecen en los dibujos son obras mías. Si pinchas en la imagen, los podrás ver con más detenimiento en mi web.
(Imagen: C.del Rosso) |
Para lograr esa armonía, lo mejor es pensar en zonas
de arte alternando con espacios libres, o sea, vacío y lleno. Más
específicamente, pensar en ritmos y patrones. Nuestro ojo necesita descanso: si
no dejas espacios vacíos, él se tomará su descanso a su gusto; se concentrará
en alguna obra y el resto, ni lo verá.
Por ejemplo, lo más común: arriba
del sofá, de la cama, de una cómoda o aparador.
Proyecta líneas virtuales hacia arriba desde los bordes del mueble.
Márcalas con cinta de enmascarar, la de pintor, sobre la pared. Esos son los
límites que no debes sobrepasar al colgar tu cuadro. Si tienes un cuadro
grande, perfecto. Pero si no, ¿qué hacemos?
Es entonces el momento de pensar en
grupos. Tienes que considerar que no deben estar muy juntos: los cuadros
necesitan “aire” a su alrededor para respirar y destacarse. Tampoco demasiado
separados, porque se pierde la noción de conjunto. Entre 5 y 20 cm,
pero esto es orientativo, porque depende del espacio del que dispongas y del
tamaño de los cuadros.
Puedes poner 2, 3, 4 del mismo
tamaño… o mezclar varios tamaños y formas distintas. En este caso, la cosa se
complica un poco.
Prueba en el suelo o sobre la mesa.
Juega con las distintas formas. Busca patrones: en diagonal, horizontal o
verticalmente o subgrupos por formas…. ¿Ganan o pierden todos juntos? ¿Alguno
desentona? ¿Hay algo en común entre todos ellos? Puede ser que tengan un
paspartú del mismo color o que coincidan en el estilo o que algún color se repita en ellos…
Y si la pared no es blanca, ¿influye el color de la pared en estos
cuadros? ¿Se destacan? Si tienes papel mural con dibujos o rayas, busca cuadros
que tengan marcos lisos, anchos, o con paspartú, de tal manera que estos
elementos hagan de transición con el motivo de tu pared.
Un método que a mí me
da muy buen resultado es cortar papeles con el tamaño exacto del cuadro y los
voy pegando en la pared con cinta: así veo si la proporción se ajusta o si el
patrón que elegí me agrada.
Puedes también buscar efectos
contrastantes, cuadros con distintos marcos, distintos colores o estilos. O
diseños asimétricos, sin patrón alguno: en este caso, siempre tienes que
respetar la altura al nivel de los ojos y considerar cuál es el centro de la
composición (un espacio vacío o un cuadro que quieras destacar). Colócalos a tu
gusto, pero siempre tiene que haber un elemento unificador y respetando siempre
las zonas virtuales que te marca el mueble de referencia.
Siempre el cuadro más grande en
la parte inferior. Nuestro ojo está acostumbrado a la ley de gravedad, necesita
cosas pesadas cerca de la tierra. En algunos casos, también suele funcionar
juntar varios del mismo tamaño en un grupo aislado, que aparente como un cuadro
más grande: nuestro ojo lo percibirá como uno solo. Lo mismo con los
colores fuertes: conviene ponerlos en la línea inferior. Las acuarelas y
grabados son más livianos: si los juntas con óleos, siempre conviene poner a
éstos en la hilera inferior.
Otro caso típico son las cómodas,
mesas o aparadores en las que ponemos lámparas o jarrones: ellos obstruyen la
visión del cuadro. El diseño tiene que considerar la presencia de estos
objetos.
Armarios altos, bibliotecas,
roperos: el borde superior te indica la línea virtual que no debes sobrepasar.
A su lado conviene poner cuadros largos o alguna serie que enfatice la
vertical.
Con las mesas de comedor
rectangulares pasa lo mismo que con los sofás: te puedes guiar con la línea
horizontal que proyectan para disponer tus obras. Si se trata de una redonda,
tienes un poco más de libertad. Fíjate en cómo se sentarán tus invitados: ¿qué
quieres que vean? Me pasó una vez en una cena:
frente a mí un gran espejo, hermosísimo,… pero ¡el comensal que estaba a mi lado no dejó
de mirarse en él en ningún momento!
¿Tienes escaleras? Aquí hay que
tener en cuenta desde dónde se van a ver los cuadros. Si es una escalera libre,
con baranda, los cuadros se van a ver desde abajo.
No vale la pena ponerlos en
las paredes laterales de una caja de escalera; más bien, ponlos arriba, de tal
manera que los veas al subir o desde abajo. Además, ten en cuenta si los
cuadros molestan al subir o al bajar.
Y si no quieres hacer demasiados
agujeros o te gusta ir cambiando, puedes colocar un estante y disponer sobre él
cuadros, siempre que no sean muy pesados.
Si sigues todos estos consejos,
no te equivocarás, ¡te lo aseguro! ¿Has tenido problemas al colgar cuadros?
¡Cuéntame!
Los cuadros que aparecen en las
imágenes son obras mías. Algunos han sido modificados en sus proporciones. Si
pinchas en cada uno de ellos podrás verlos con más detenimiento en mi web.
Watteau, La muestra de Gersaint, 1721 |
Excelente post. Sólo falta convencer a mi marido que ponga los clavos....
ResponderEliminarGracias! Es que es un problema esto de depender de alguien para que te cuelgue los cuadros... Lástima que no sepa quién eres: le hubiera podido decir que lea el artículo, a ver si se entusiasma...
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