Museo de Bellas Artes de São Paulo
(Imagen: Wikipedia) |
Esto que te cuento pasó hace
mucho tiempo. Tuve que viajar con Teresa
a una Feria de Arte en São Paulo. Ella exponía sus cerámicas y yo, mis óleos.
Íbamos por sólo 3 días y fueron 3 días muy ajetreados. No podíamos irnos sin
ver museos, aunque no teníamos tiempo para nada.
São Paulo es enorme, caótica,
tránsito infernal… y hace mucho calor. En realidad, todo es enorme allí. Y a
pesar de todo, pudimos ir a la Pinacoteca do Estado y, al día siguiente, nos escapamos al mediodía al Museo de Bellas Artes
de la Av. Paulista. Teníamos sólo 1 hora y media. Imposible: la colección es
fabulosa, no se puede verlo todo y menos, en tan poco tiempo. Nos separamos
para poder ver lo que nos interesaba realmente a cada una.
Cézanne, Mme Cézanne en rojo, 1890 |
No tuve que pensarlo mucho:
directo a ver a Renoir, Manet, Cézanne, Toulouse-Lautrec, Gauguin, Van Gogh, Monet,
Constable, Matisse… Me quedé mirando un rato largo a las bailarinas de Degas,
tratando de develar el secreto de sus óleos que parecen pasteles. Pero después
me atrajo Cézanne, con su característica pincelada. Me fascinó Constable con su Catedral de Salisbury y Van Gogh con un cuadro sin terminar, donde se puede ver perfectamente su método al pintar.
Botticelli, Virgen y Niño con San Juan, 1490 (Wikipedia) |
Me dio sentimiento de culpa y
pasé a ver a Rafael y a Botticelli: no me llamaron la atención, quizás tenía
demasiada prisa interna como para apreciarlos del todo. Tuve que ir a ver al
maestro Velázquez, a Tiziano y a Tintoretto: de lo contrario, no me lo hubiese
perdonado… Le di una recorrida rápida a Picasso, a Modigliani, a Turner y a
Goya. No había tiempo para más: tenía que encontrarme con Teresa en la tienda
del Museo.
Teresa me tuvo que esperar. Algo me llamó la atención, como un imán: un cuadro precioso de
Chardin. Íntimo, pequeño, sin estridencias; cada pincelada era parte de un
sentimiento profundo: un niño jugando con una peonza, el Retrato de Auguste
Gabriel Godefroy. Sus libros, la pluma a un lado, como si el niño estuviese
dejando para más tarde sus obligaciones escolares. Es curioso: ¿quién me iba a
decir a mí que me iba a quedar contemplando un cuadro de la época de las
pelucas y trenzas blancas? Sin embargo, me atrapó y hasta el día de hoy lo
recuerdo de manera muy viva.
Chardin, Retrato de Auguste Gabriel Godefroy, 1741 |
Como habrás visto por la lista de
autores que he mencionado, este Museo alberga una colección importantísima,
quizás la de más calidad y más abarcadora de Sudamérica. Y eso que no he mencionado
las obras precolombinas, el arte latinoamericano, de Asia o África…
Van Gogh, Paseo al crepúsculo, 1889 (MASP) |
Fue fundado en 1947, por
iniciativa de Assis Chateaubriand, empresario dedicado a la prensa, y por eso
el museo lleva su nombre actualmente. La base de la colección son compras que
se efectuaron aprovechando la caída de precios a causa de la 2da Guerra
Mundial. El crítico italiano Pietro María Bardi estuvo a cargo de las mismas y
aportó su colección personal. El
edificio actual es de 1968 y es una maravilla arquitectónica. Si pasas por São
Paulo, no te lo puedes perder.
Constable, La Catedral de Salisbury, 1821 |
Me quedé con las ganas de
saborear cada obra, recorrer las salas despacio… No pude volver todavía. Quizás la vida me lleve a otros museos, a
otros lugares, y tenga que conformarme con el recuerdo de esos 3 días en que
tuvimos que desafiar al tránsito infernal y al calor para poder llegar a tiempo
con todo.
De Teresa no supe más.
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