Te tengo que contar lo que he visto en Sevilla. ¿Por dónde empezar?
Hay arte por todas partes; por donde mires te topas con algo maravilloso. Y no
hay capacidad humana que pueda absorber
tanta belleza. Intentemos entrar al Museo de Bellas Artes: con esto tendremos
tema para rato…
Está ubicado en el antiguo Convento de la Merced Calzada, fundado en
1248; fue reconstruido en el sg. XVII con varios patios, una escalera
monumental y una iglesia enorme de una sola nave. Como museo abre en 1841, con
obras provenientes de monasterios y conventos desamortizados, de colecciones particulares y
adquisiciones estatales. La colección abarca desde la Edad Media hasta el siglo
XX, aunque su fuerte es, como es de esperar, la Escuela Sevillana barroca. Podrás encontrar obras de Murillo,
Zurbarán, Valdés Leal, Velázquez, El Greco, Ribera, Zuloaga, Pacheco, Herrera,
Madrazo, Brueghel de Velours,
Cranach, etc.
Hay mucho por ver, pero, sin duda, los favoritos son la “Virgen de la
Servilleta” y la llamada “Inmaculada Colosal”, ambas de Murillo y ubicadas en
el retablo de lo que fue la antigua iglesia.
Murillo, Virgen con el Niño Jesús, (Virgen de la Servilleta) 1666 |
La “Virgen con el Niño Jesús” es un cuadro pequeño, de 67 x 72 cm, que
Murillo pintó para el Convento de los Capuchinos. Se la llama popularmente “de
la Servilleta” gracias a la leyenda que dice que Murillo les robó a los monjes
una servilleta y, al poco tiempo, se la devolvió con esta pintura. Hay otra
versión que cuenta que un fraile le pidió una Virgen pequeña para orar en su
celda y, como no tenía recursos para comprarle un lienzo, le ofreció este paño.
Sea como sea, la pequeña obra atrae por su instantaneidad: parece como si el
Niño se acercara a ti.
Murillo, Inmaculada Concepción, (La Colosal), 1650 |
La “Colosal”, por el contrario, es inmensa (436 x 202 cm). Representa a la Virgen según el arquetipo de
la Inmaculada, con la diferencia de que ésta pisa una luna llena, en lugar de
una media luna, y mira hacia abajo, ya que estaba colocada a gran altura en el
convento de San Francisco.
El “San Hugo en el refectorio” de Zurbarán merece que nos detengamos
un poco más y lo comentemos. Es un cuadro bastante grande (267 x 320 cm) y no
tenebrista, como nos suele tener acostumbrados este pintor. Responde a un
encargo de la orden de los Cartujos,
de quienes ya hablamos a propósito de Vicente Carducho.
Zurbarán, San Hugo en el refectorio, 1645 |
En el cuadro
aparecen los 7 hermanos fundadores de la orden con San Bruno en el centro;
delante, San Hugo, obispo de Grenoble, y su paje. En la pared, arriba: un
cuadro con el tema del descanso en la huída a Egipto con la Virgen, el Niño y
san Juan Bautista. Cuenta la historia que San Hugo les enviaba comida para su
sustento y ocurrió que un domingo de quincuagésima, o sea, el domingo anterior
a la Cuaresma, les envió carne. Los monjes sólo comían verduras y huevos, pues
uno de los pilares de su congregación es el ayuno; esto los llevó a discutir
sobre si debían o no comerla y, como no se ponían de acuerdo, cayeron en un
profundo sueño. A los 45 días Hugo mandó a su paje para avisarles que iba a
visitarlos y el muchacho los encontró a todos dormidos. Cuando el obispo llegó,
se despertaron y San Bruno le comenta la discusión. San Hugo descubre que la
carne se había convertido en cenizas. El cuadro muestra este preciso momento.
Los rostros de los monjes están individualizados uno a uno, con los
ojos entrecerrados, como si salieran ya mismo de su sopor. Son notables los
distintos matices de blancos y grises de los hábitos y del mantel. Y sobre la
mesa, unas naturalezas muertas fantásticas, donde cada objeto está ubicado
simétricamente y de manera para nada arbitraria. A la derecha una puerta rompe
la simetría de la mesa y abre el límite del cuadro hacia el exterior.
Te podría seguir contando sobre otras tantas obras, pero esto se
alargaría demasiado. Si vas a Sevilla y te interesa la pintura, no dejes de ir
a ver este museo.
Fuentes: Guía oficial Museo de Bellas Artes de Sevilla;
Triadó Tur, J.R., Murillo, Ed. Susaeta, s.f.;
Alcolea, S., Zurbarán, Polígrafa, 2008.
Imágenes del Museo: Cristina del Rosso
Cristina, me gusta mucho tu comentario sobre el museo de Sevilla, tan bello como poco conocido.
ResponderEliminarGracias! Realmente es digno de visitar. No sólo por el edificio en sí, con sus patios, la tremenda iglesia convertida en sala... sino por la calidad de la colección. Es la segunda en calidad, después de la del Museo del Prado y, naturalmente, hablando de colecciones estatales españolas.
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