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jueves, 10 de julio de 2025

El robo del Isabella Stewart Gardner Museum

 

Isabella Stewart Gardner Museum

Cuadros desaparecidos


¿Estás de vacaciones ya? ¿De invierno o de verano?

Ya sea por frío o por calor no da ganas de ponerse a leer cosas densas, ¿no? Así que hoy comenzamos nuestra serie de artículos para las vacaciones con historias de cuadros desaparecidos. Las causas: muy variadas.

Sargent, Isabella Stewart Gardner,
1888

Se me dio por empezar con el robo del Isabella Stewart Gardner Museum. De triste memoria.

Este museo se encuentra en Boston. La familia Gardner era multimillonaria; Isabella había comenzado su colección de jovencita, pero, ya casada con Mr. Gardner, había acumulado tantos objetos de arte que decidieron construir un lugar especial para ellos y abrirlo al público. Es un palacio con un jardín interior precioso.



En este museo puedes encontrarte con todo tipo de obras de arte, desde pinturas y esculturas hasta tapices, libros, muebles… Se asesoraba muy bien al comprar, aunque siempre guiada por su gusto personal. Allí puedes encontrar a Botticelli, a Cranach, Tiziano, Manet, Sargent, Giotto, Degas, Mantegna, Rafael, Tintoretto, Tiepolo, Corot, Whistler, Miguel Ángel, Rembrandt, Matisse, Rubens… No está nada mal, ¿no?

Tiziano, Rapto de Europa, 1572

El robo fue en 1990 y todavía, después de 35 años, no se ha resuelto. Es uno de los dolores de cabeza más grandes para el FBI.

En la madrugada del 18 de marzo de ese año dos supuestos policías, con la excusa de tener que entrar a investigar unos disturbios por la fiesta de San Patricio, redujeron a los guardias del museo. Unos días antes lo habían intentado, pero el guardia de turno siguió el protocolo y no les abrió la puerta. 

Vermeer, El concierto, 1663

Esta vez, en exactamente 81’, deambularon por todo el edificio y se llevaron 13 obras de arte sin ningún problema: El concierto de Vermeer, 3 obras de Rembrandt (un grabado y dos cuadros, entre éstos, Tormenta en el mar de Galilea), En el café Tortoni de Manet, 5 dibujos de Degas, Paisaje con obelisco de Flinck, un estandarte napoleónico y un vaso chino. A la mañana siguiente, cuando tocaba el cambio de turno, nadie abrió la puerta al guardia; llamó a su jefe y entonces fue cuando descubrieron a los vigilantes nocturnos esposados en el sótano. Los ladrones se llevaron las cintas de grabación y registro de alarmas, aunque se olvidaron de un detector de movimiento.

Registro del detector de movimientos
de la noche del robo

Se calcula que el conjunto de arte robado valdría unos 500 millones de dólares. Aun así, no eran las más valiosas del museo. El por qué se llevaron éstas, tan variadas, y no otras, como Tiziano, Rafael o Botticelli, es un misterio. Todo apunta a que fue un robo ejecutado por la mafia por encargo, con una lista de deseos, de algún marchante o coleccionista europeo.

Rembrandt, Tormenta en el Mar de Galilea,
1633


Hay unos 10 millones de dólares como recompensa para quien dé alguna pista de dónde están. Naturalmente, en todos estos años hubo muchas falsas alarmas. Hubo un pedido de rescate por 3 millones de dólares en 1994; las autoridades del museo siguieron las instrucciones, pero los ladrones no aparecieron.

Manet, En el Tortoni, 1873

En 1997 alguien se contactó con el periodista Mashberg para que fuera a un almacén de Brooklyn. Le mostraron lo que podía ser el Rembrandt robado y le entregaron unos trocitos de pintura como prueba de su legitimidad. Los forenses determinaron que era pintura del sg. XVI, pero que no pertenecían al cuadro en cuestión y que era imposible, por la descripción, que le hubiesen mostrado el cuadro verdadero. El FBI nunca pudo recobrar el botín ni identificar a los malhechores, a pesar de tener varias líneas de investigación. Hay varios nombres; algunos de ellos probablemente ya hayan muerto, pero dónde están los cuadros… Nada.

Degas, La salida del pesaje, s.f.

El caso prescribió, pero podría reabrirse si se encontrara a alguna de las obras robadas.

Degas, Programa para una velada 
artística, s.f.

Desde entonces el museo muestra los marcos vacíos en el lugar que ocupaban estos cuadros. Un poco, para llamar la atención ante su ausencia y esperando ansiosamente a que vuelvan, y otro poco, porque Isabella ordenó por escrito que no se modificara nunca la disposición de la colección, que ella había organizado con tanto esmero.

Finck, Paisaje con obelisco, 1636


¿Tú sabes algo?

 

Puedes leer la historia de este robo en la página del museo.


@gardnermuseum x


Fuente: Charney, N. The museum of lost art. London, Phaidon, 2018

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