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Gledstanes, Oficial del Royal Service, 1940 |
Pintoras en el frente
de batalla
No me acuerdo de cómo empezó la
conversación. Entre una cosa y otra terminamos hablando de guerras y de
pintoras “guerreras”. ¿Cómo que “pintoras de guerra”?
Sí, pintoras de batallas.
No era algo usual. La pintura
histórica, la de batallas, tiene muchísimos exponentes y siempre a manos de pintores varios. La mayoría, pintados a partir de bocetos en el lugar y pasados
a la tela en el taller. Muchos, pura invención para realzar al héroe en
cuestión.
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Knight, Globos en Coventry, 1943 |
Hasta que apareció la fotografía no había otra manera de documentar los hechos. Dicen que Hernán Cortés llevó en sus naves a un pintor. A Napoleón lo acompañaban unos cuantos en sus conquistas para registrar lo que veían. Ser pintor de batallas era una especialidad, así como podías encontrar expertos en flores, en animales, en nocturnos, etc., etc.
Pero ¿pintoras? Pues sí. No era
lo más corriente: la guerra era cosa de hombres. Era muy peligroso y, la
verdad, para el resto del regimiento las mujeres hubiesen sido un estorbo.
Pero que hubo, las hubo. La
pionera fue Lady Butler, Elizabeth Thompson, que se casó con el
comandante Butler. Ella era suiza, estudió en Italia y se radicó en Inglaterra,
en plena Era Victoriana. Acompañaba a su marido en todas las expediciones y
recorrió medio Imperio Inglés. Sus cuadros de batallas (ella estuvo ahí mismo)
unían la crudeza de la guerra, como testigo directo, y la exaltación de los
valores patrióticos. Al público le costaba admitir que la guerra era así, con
heridos, mutilados, el barro, el caos…
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Lady Butler, Scotland Forever!, 1881 |
El siglo XX comenzó con la Gran Guerra. Una guerra diferente, extendida por toda Europa. Todos contra todos.
Tanto en el Reino Unido (y resto
de países del Commonwealth) como en Estados Unidos se estableció un programa
oficial de documentación artística de la guerra (en ambas). No sólo como
propaganda política sino también para favorecer el reclutamiento de las mujeres
en lo que se llamó el “frente interno”, es decir, la colaboración de ellas en
trabajos que normalmente habían hecho los hombres, p.ej., en las fábricas, en
la industria de municiones o en el suministro de alimentos para las tropas.
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Knight, Take off, 1943 |
Así, hubo pintoras que se alistaron como voluntarias; otras fueron comisionadas para determinados proyectos. Otras se pusieron a pintar, sin ser profesionales, desde su puesto de enfermeras. El rasgo común: quisieron hacer su aporte en la defensa de sus países, como una manera de compartir el mismo destino que sus seres queridos, enviados al frente. Muchas donaron sus obras; otras aceptaron que se les pagase lo mínimo posible.
Te podría mencionar a unas
cuantas, pero no puedo extenderme mucho (además de que no hay casi información
de muchas de ellas y menos, imágenes de sus obras para mostrarte.)
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Neilson-Gray, En el Hospital de Mujeres de Escocia, Abadía de Royaumont, 1920 |
Joyce Dennis era estudiante de arte cuando se declaró la 1ra Guerra. No dudó en postularse como enfermera voluntaria en la Cruz Roja de Inglaterra. Le pidieron que diseñara un cartel para incentivar el reclutamiento de voluntarias para la Armada y dicen que tuvo tal efecto que tenían postulantes en lista de espera.
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Dennis, Cartel de reclutamiento, 1915 |
Ann Airy era una pintora reconocida y fue la única designada oficialmente para documentar la guerra con obras para el Imperial War Museum. A ella le encargaron que pintara una serie sobre las 4 fábricas de municiones. No era un trabajo fácil: el suelo ardía del calor de las máquinas y se le quemaban los zapatos. Tenía un contrato de trabajo bastante exigente: la multaban si se retrasaba en las entregas.
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Airy, La prensa en L, Forja de la camisa de un cañón de 18'', Talleres Armstrong-Whitworth Openshaw, 1918 |
Olive Mudie-Cooke estuvo destinada en Italia y Francia como enfermera de la Cruz Roja inglesa, pues hablaba muy bien esos idiomas y la necesitaban como intérprete. Fue conductora de ambulancias, con lo cual estuvo bien cerca del horror de los combates. Se le ocurrió dibujar a todos esos soldados que llegaban heridos, mutilados, como testimonio de lo que ella veía. El trauma de guerra la llevó a quitarse la vida.
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Mudie-Cooke, Tiendas de campaña, aprox. 1914, acuarela |
Flora Lion y Norah Neilson-Gray eran pintoras de profesión. A Flora le encargaron pintar dos fábricas para el Imperial War Museum. Norah trabajó como enfermera y después de sus turnos se dedicaba a retratar lo que veía.
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Lion, Construyendo hidroaviones, 1918 |
En 1939 estalló otra gran guerra y tampoco faltaron los pinceles femeninos. Inglaterra continuó con el programa artístico oficial que había desarrollado en la guerra anterior. Elsie Gledstanes, artista de profesión, fue corresponsal en las dos contiendas. En la 2da fue conductora de ambulancias.
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Gledstanes, Conductoras de ambulancias, 1940 |
Los Estados Unidos, al entrar en el panorama bélico, optó por un proyecto de arte similar al que habían promovido en la Gran Depresión, el Federal Art Project. La revista Life, la empresa farmacéutica Abbott y la American Artists Association contribuyeron para que esto fuera posible. La revista mostraba semana a semana las noticias de la guerra. Los laboratorios Abbott colaboraban con el mantenimiento de los artistas, seguros, pagos, traslado de las obras, materiales, enmarcado y uniformes. Los pintores se comprometían a donar los cuadros al Estado.
Muchas mujeres colaboraron en el
frente de batalla o desde Estados Unidos, en el “home front”, ya sea con
diseños de carteles o murales para propaganda interna o con la documentación de
los sucesos.
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Greenwood, Neurocirugía, 1944 |
Marion Greenwood, también pintora, quería que le asignaran un puesto en el frente como sea. Pero no se lo permitieron y le tocó retratar los esfuerzos de la rehabilitación de los soldados que volvían al país, financiada por los laboratorios Abbott. Fue, junto con Anne Poor, una de las pintoras designadas de manera oficial.
Hay dos artistas inglesas que te
quiero nombrar especialmente: Doris Zinkeisen y Laura Knight.
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Zinkeisen, Incendio en Bergen-Belsen, 1945 |
Doris Zinkeisen fue una pintora que colaboró como enfermera voluntaria de la Cruz Roja en las dos guerras. Se destacó como diseñadora de vestuario de teatro, escenógrafa, pintora y escritora. En la 2da Guerra trabajó como asistente en ambulancias y más tarde la asignaron a urgencia hospitalaria. Por las noches, al terminar su turno, se dedicaba a pintar lo que había visto durante el día. Cuando los aliados iban ganando terreno y se acercaba el fin de la guerra, le pidieron a Zinkeisen que documentara con su arte el avance de las tropas sobre el enemigo. Le tocó estar en la liberación del campo de concentración de Bergen-Belsen, en 1945: experiencia terrible y desgarradora, que le dejó un trauma de por vida. “El shock de Bergen-Belsen nunca ha sido olvidado”, comentó en 1981.
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Knight, Ruby Loftus atornillando un anillo de cierre, 1943 |
Laura Knight era estudiante de arte cuando se declaró la 1ra Guerra. Le pidieron que retratara a los soldados mientras se entrenaban y también un cartel de reclutamiento de mujeres, que no gustó. En la 2da Guerra fue designada como corresponsal de manera oficial. Pintó varios retratos de oficiales por encargo y escenas de la guerra. Su cuadro más famoso de esta etapa fue “Ruby Loftus atornillando una junta”, con el que se promovía la asistencia y reclutamiento de las mujeres en las fábricas. También mostró la División Femenina de Globos, en la que ellas reparaban y maniobraban estos zepelines.
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Knight, El Juicio de Nüremberg, 1946 |
Su obra más importante es, sin duda, “El Juicio de Nüremberg”. Knight sugirió al comité de artistas la necesidad de documentar tan importante momento de la Historia y se lo concedieron. En 1946 viajó a Alemania para participar en el juicio. Estuvo allí, en el palco de la prensa, frente a las delegaciones de Estados Unidos, Inglaterra, Francia y Rusia. El resultado fue una conjunción de testimonio real, con los 20 acusados con sus guardias y los jueces, y una representación virtual de las emociones provocadas por la evocación de la destrucción. No es una pintura de interior usual: el ambiente no es la sala del tribunal, sino que se desarrolla en medio de un mundo en ruinas.
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Mudie-Cooke, En una ambulancia, Encendiendo un cigarrillo a un paciente, 1919, acuarela |
Hubo muchas artistas que fueron corresponsales de guerra. Sus pinceles fueron las armas que tuvieron para combatir el horror, el olvido y la destrucción.
Si quieres saber más del tema te
recomiendo:
Speck,C. Beyond the battefield.
London, Reaktion Books, 2014
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