David, El amor de Paris y Helena de Troya, 1788 |
El Juicio de Paris
Creo que uno de los dolores más grandes de cabeza en la organización de una
boda es armar la lista de invitados. Presupuesto acotado, número límite de
personas, ¿a quién dejamos afuera? Ah, no, que es de mi familia. Ah, pero éste
es de la mía. O no poder juntar a unos con otros, tanto como para que la fiesta
discurra en paz y no te agüe el mejor día de tu vida.
Bien, sí. Y así ha sido desde el tiempo de los dioses griegos. Mira lo que
ocurrió.
Peleo y Tetis se iban a casar. Armaron una boda por todo lo alto, ah, pero
no invitaron a Eris, la diosa de la discordia. Obvio: no vas a invitar a la que
arma trifulcas todos los días, ¿no? ¿Qué hizo Eris? No se iba a dejar humillar
así como así: como quien no quiere la cosa, dejó una hermosa manzana de oro en
la fiesta con el mensajito: “para la más bella”.
van Dyck, El pastor Paris como
representante del juicio artístico, 1628
En la fiesta había varias bellezas, ¿quién podría ser? Hera (Juno), Atenea
(Minerva) y Afrodita (Venus) se disputaron “la manzana de la discordia”. Zeus
tuvo que intervenir y para dirimir el asunto, llamó a un pastor, Paris, para
que dijera cuál de las 3 era la más bella. Paris era un mortal como cualquiera,
hijo del rey de Troya. Pues, tuvo que elegir entre las 3. Cada una de las
diosas intentó sobornarlo: que poder celestial, que sabiduría, que invencible
en las batallas, que conseguir el amor…. Paris finalmente se decantó por
Afrodita (y no podía ser menos…): la manzana de oro sería para ella. Afrodita
lo premió ofreciéndole como amada a la mortal más bella del mundo.
Hera y Atenea se enfurecieron contra el joven y buscaron vengarse de él.
Sargent, El Juicio de Paris, 1922
Paris siguió con su vida. Llegó a la corte de Menelao, donde el rey lo recibió como huésped. La esposa del rey era Helena, la mujer más bella del mundo. Y Afrodita cumplió con su promesa. Mientras Menelao andaba de viaje, Afrodita hizo que Paris y Helena se enamoraran. Paris la raptó y se la llevó a Troya, y parece que ella lo acompañó de buen grado.
Reni, El rapto de Helena, 1620
Paris no sólo se había llevado a la reina, sino que también había quebrado
las leyes de la hospitalidad, algo sagrado entre los griegos. Menelao le
declaró la guerra a Troya, una guerra larga y cruenta, que se desarrolló no
sólo entre humanos sino también entre dioses furiosos por la afrenta de Paris y
la bendita manzana.
Aparentemente, (no todas las versiones coinciden) Paris murió en el frente.
Helena, finalmente, regresa con su esposo.
Kauffmann, El Juicio de Paris, 1781
Esto que te cuento se suele llamar “El Juicio de Paris”, que es la leyenda
que se desencadena la guerra de Troya, narrada en La Ilíada y La
Odisea. Ovidio lo menciona en Las Heroidas y Eurípides, en algunas
de sus tragedias.
Cranach, El Juicio de Paris,
1530
Por supuesto, también ha dado lugar a numerosas pinturas sobre el tema.
Cranach ha pintado una serie del mismo.
Mira la de Botticelli (me encanta).
Botticelli, El Juicio de Paris,1485
Rubens tiene varias versiones.
Rubens, El Juicio de Paris, 1630
Quizás la más famosa es la de David, en las que los 2 tortolitos ni se
imaginan lo que han provocado.
Gauguin traslada el Juicio a su idílica Polinesia.
Gauguin, El Juicio de Paris, 1902
La imaginación de los artistas es prodigiosa: fíjate en los cuadros de las
3 diosas, con la manzana de oro…
Anónimo alemán, El Juicio de Paris, sg. XVIII
En fin, todo mito tiene una enseñanza. No invites a la discordia a tu
fiesta, pero piensa en las consecuencias… El amor vence al poder y a la guerra.
Nunca traiciones a la confianza puesta en ti cuando alguien te ofrece su
hospitalidad.
Mira que puedes desencadenar una guerra…
Fuentes: Cansik, H.-Schneider, H. Der
Neue Pauly. Stuttgart, Metzler V., 1996
Grimal, P. Diccionario de mitología
griega y romana. Bs.As., Paidós, 1981
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