Cueva de las Manos, Santa Cruz, Argentina (9300 a.C.) |
¿Te preguntaste alguna vez cuándo
y cómo empezó el hombre a pintar? ¿Habrá sido como lo hacen los niños? ¿Habrán
sucumbido a la tentación de dibujar en la arena?
Quién sabe.
En realidad, por más
que los investigadores se deslomen buscando interpretaciones, sabemos muy pocas
cosas de nuestros antepasados remotos. Quién fue el primero, menos que menos.
De a poco se van encontrando objetos en enterramientos, cuevas con pinturas…
pero no tenemos el panorama general. La técnica actual del radiocarbono permite
acercarnos temporalmente, pero ¡siempre con un margen de 5000-10000 años! No
nos han dejado muchas pistas.
Nos han llegado objetos creados a
partir de piedras, huesos, colmillos de mamut; nada de maderas, pieles o
textiles. Incluso las pinturas de las cuevas son de una fragilidad pasmosa:
muchas están cerradas al público para preservarlas; otras, están tan dañadas
que tampoco se pueden visitar. En Altamira, p.ej., se había optado por abrirla
al público con grupos pequeños y esporádicamente, pero al final se decidió
construir una copia exacta, con tecnología de última generación, para poder
permitir el acceso.
Venus de Willendorf, 20000 a.C. |
De todas maneras, y siempre pensando en que no sabemos nada de nada sobre ese mundo, se pueden aventurar algunos datos. Por el momento, la 1ra creación artística humana (y hasta tanto no se descubra otra cosa) es la Venus de Willendorf (Austria), que está datada en 30000 a.C. Es una talla pequeñita: mide casi 11 cm. De la misma época: el Hombre de Brünn, en Eslovaquia.
Algunos dicen que no, que son estas rayas: pero
¿se puede decir que fueron un intento de dibujar? Quienquiera que fuese,
intentó algo. Sí, claro, recuerdan a los dibujos de nuestros niños cuando toman
por primera vez un lápiz. Pero esto no nos tiene que confundir: el arte
rupestre no tiene nada de infantil. Cuando somos pequeños queremos copiar la
realidad; los hombres prehistóricos pintaban una idea, no lo que veían.
En pintura (y por ahora) la
primera manifestación artística se ha documentado en la cueva de Chauvet,
datada en 25000-20000 a.C.
Luego le sigue la de Lascaux, 16000- 14000 a.C., y
en 3er lugar, Altamira, 16000-14000. (La cueva de Niaux, 11500-10500 a.C.)
En América, se da un poco más tarde: el
primer exponente es una cabeza de coyote tallada en un hueso sacro, que se
encontró en México (10000 a.C). En pintura, el primer exponente está en Pedra
Furada, Brasil, que probablemente es de 32000-48000 a. C., pero estos datos
cuestionan toda la teoría de migraciones a través del estrecho de Bering hacia
el sur y esto supondría población muy antigua autóctona. (Como ves, no hay nada
seguro en esta porción de nuestra Historia.) Para que te des una idea: la Cueva
de las Manos en Santa Cruz, Argentina, está datada en 9300 a.C.
¿Quiénes eran estos artistas
primigenios? En su mayoría eran cazadores, vivían en chozas de ramas y barro o
en cuevas. Conocían el fuego y sabían afilar dientes de mamut para fabricar
herramientas. Pero, ¿cómo pintaban? Bueno, usaban lo que tenían a mano: carbón
quemado (vaya tentación), arcillas, piedras calizas, piedras rojas (con mucho
hierro)… Los colores, por eso, estaban restringidos a estos materiales: negro,
blanco, rojo y ocre. Usaban pinceles hechos con pelos de animales o plumas. O
también usaban huesos de animales ahuecados para soplar el pigmento sobre la
pared (lo sabemos porque dejaron los tubitos tirados en el suelo, ahí mismo.)
En algunos casos, utilizaron el relieve de las piedras para expresar el volumen
de las figuras; en otros, se nota que han pulido la superficie antes de pintar.
También se percibe el rascado en la piedra para delimitar el contorno de lo que
se va a pintar después. El estampado de las manos aparece en muchos de los
ejemplos: colocaban la mano sobre la pared, con la otra sostenían el tubito y
así soplaban el pigmento, dejando así el contorno libre de la mano.
Las pinturas que nos han llegado
están en cuevas: allí estuvieron escondidas, a buen recaudo y sin sufrir daños.
Bien escondidas, hasta tal punto que estas cuevas suelen ser encontradas por
casualidad. Las pinturas casi siempre se encuentran en lo más profundo; en
algunas, hay que llegar hasta ellas reptando. No hay luz, están lejos de la
entrada, que eran donde vivían. ¿Por qué así? ¿Qué sentido tenía? No era por
decorar las paredes de la vivienda, eso está claro. ¿Era un rito iniciático? ¿O
para implorar una buena cacería? Para pintarlas tenían que llegar hasta allí e
iluminar con antorchas. No tenían el modelo frente a sus ojos: los están
pintando de memoria; esto hace que se reduzcan al mínimo los detalles:
presentan las figuras en su esencia y casi todos, de perfil. Algunos
delimitaban el contorno con negro. Con lo que muestran ya nos basta para
identificar mamuts, ciervos, bisontes… Las figuras humanas son esquemáticas. Otro
detalle es que no hay límite para la pintura: estamos acostumbrados a ver la
obra de arte enmarcada en los bordes de los lienzos; incluso la pintura mural
está contenida en los límites de las paredes. Pero aquí no: la libertad es absoluta:
podían llenar toda la cueva de dibujos si hubiesen querido. Entonces entendemos
cuán artificial es nuestra manera de enfrentarnos a la obra de arte. ¿Cómo lo
sentirían ellos? ¿Tendrían acceso todos a esas profundidades o era sólo para
unos elegidos?
¿Lo sabremos alguna vez?
Barceló, Mercado de cabras, 1994 (papel) |
Es un tema apasionante. Tiene
mucha influencia en el arte actual, pues muchos artistas se acercan al arte
prehistórico como fuente de inspiración. Y no podemos obviar a Picasso, quien
se fijó en las estatuillas africanas y que, a través de ese arte antiguo y
desconocido para nosotros, dio el puntapié inicial para el cubismo.
Fuentes: Honour, H.-Fleming, J. Weltgeschichte
der Kunst, Munich, 1983
Laneyrie-Dagen, N. Leer la
pintura. Barcelona, Larousse, 2010
notas personales
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