Pissarro, Boulevard
Montmartre de noche
Camille Pissarro, un personaje
exótico en el París de fines del sg. XIX: podría ser una buena manera de
presentarlo. Nació en St. Thomas, en el Caribe; la isla era en esa época parte
de Dinamarca. O sea, era danés, pero también francés por parte de padre. Su
familia era originaria de Portugal y además, era judío (cosa que le trajo
muchos problemas con el caso Dreyfus -en alguna otra oportunidad te contaré qué
pasó). Fue uno de los padres del Impresionismo: presente desde el comienzo,
participó en todas las exposiciones y fue, junto con Monet, patriarca
sobreviviente y maestro de generaciones jóvenes. Tuvo como alumnos a Gauguin,
Cézanne, Cassatt…
Mientras la modernidad avanzaba
con sus coches, trenes, bicicletas, industrias, grandes almacenes y cafés, él
reivindicaba el trabajo del campo y a sus gentes. Vivía en provincia (más que
nada por cuestiones económicas: 6 hijos y pocas ventas de cuadros), donde podía
salir a pintar al aire libre sin restricciones.
¿Qué fue lo que pasó para que en
1897 se pusiera a pintar vistas de la ciudad? Pues, aunque no lo creas, fue por
una cuestión de salud. Desde 1889 sufría lagrimeo constante de su ojo derecho
(dacriocistitis crónica), que le producía dolor y constantes infecciones.
Estuvo en tratamiento durante 15 años. Pero llegó un momento en que estar pintando
al aire libre, con el polvo y la luz solar, se le hizo insoportable y el médico
le recomendó evitar las salidas al campo. ¿Cómo hacer cuando tu técnica de
pintura depende del plein-air?
Te lo sigo contando en la
presentación.
Fuentes: Linares, M. Pissarro. Paris, Éd. Place des Victoires, 2017
Lloyd, Chr. Pissarro. New York, Phaidon, 2003
Pissarro. Cartas, 1883-1903. Madrid, Lamicro, 2013
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