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jueves, 12 de diciembre de 2019

La invención del óleo



Chagall, Autorretrato con paleta, 1917

Cuenta la leyenda que a Jan van Eyck se le ocurrió mezclar los pigmentos con aceite por primera vez. Antonello da Messina vio sus obras en Nápoles, en las colecciones de la Corona española, y, asombrado por los resultados, se propuso ir a Flandes a espiar a van Eyck. Dicen que se disfrazó de veneciano para poder meterse en su taller (los venecianos eran los que vendían los pigmentos) y palabra va, palabra viene, lo observaba mientras trabajaba y así se llevó la receta secreta a Italia.

















van Eyck, El hombre del turbante, 1433
(probable autorretrato)
Esto nos lo cuenta Vasari, de quien te hablé un montón de veces (pincha aquí), y la cosa no fue tan así. No es que sea un fabulador, no. Él escribió sus Vidas en 1550, cuando la mayoría de los artistas de los que habla habían muerto hacía 1 ó 2 siglos atrás… y no había mucha información sobre ellos, salvo las anécdotas, historias y recuerdos que quedaban en la memoria de sus informantes.

Y hablar de “invención” tampoco es muy acertado. Te explico.














Degas, Bailarinas, 1883 (pastel)
Tú sabes: se puede pintar con acuarela, acrílico, óleo, pastel, temple, al fresco… Todas estas técnicas tienen en común los pigmentos. Éstos son siempre los mismos. Que hoy en día usamos pigmentos sintéticos, porque muchos son tóxicos, difíciles de conseguir o son muy caros, sí, de acuerdo. Entonces, ¿qué es lo que los diferencia? El emulsionante o el diluyente. La acuarela se mezcla con agua; la encuentras en pastillitas (el pigmento molido apisonado con goma arábiga como aglutinante) o en tubos, en estado semi-líquido. El pastel, lo mismo: el polvo mezclado con cera o con arcilla (si se trata de pastel-tiza) y prensado en barritas. El acrílico consta de resinas plásticas y se diluye con agua…












Duccio, Madonna y Niño, siglo XIV (temple y oro)
El temple y la pintura al fresco era lo que se usaba en toda la Edad Media. El temple, también llamado “tempera”, consiste en el polvo del pigmento mezclado con un medio graso, generalmente yema de huevo (tal cual) y agua. El problema era que se secaba demasiado rápido, no se estiraba, no se podía difuminar y no admitía correcciones, pues cada capa de pintura era tan delgada que lo traslucía todo.
















El fresco es un tipo de pintura mural con una técnica un poco más complicada: se debe aplicar el color sobre una capa de yeso o mortero en la pared mientras está fresco (de ahí el nombre). Sin embargo, también hay una variante de fresco en el que se aplica la pintura sobre el mortero seco.


Miguel Ángel, La creación de Adán, Capilla Sixtina, 1510 (fresco)


Así estaba el panorama. Había que encontrar una solución. Los artistas comenzaron a experimentar con distintos diluyentes. Es cierto que los hermanos van Eyck fueron maestros en el uso del óleo, pero no lo inventaron. Hay documentos históricos que revelan que los intentos con el aceite ya habían comenzado en el sg. XII: imagínate a esos artistas que ilustraban los códices, tratando de lograr sus pequeñas figuritas con temple, yema y agua… El desarrollo fue casi simultáneo en toda Europa. Naturalmente, eran secretos de taller, pero los pintores viajaban mucho y las cosas, al final, como pasa siempre, se saben.


Klee, Antes de la nieve, 1929 (acuarela)


Da Messina, Cristo muerto sostenido por
un ángel, 1476
Aparentemente, Hubert van Eyck fue el que comenzó a pintar al óleo y luego, su hermano menor, Jan, heredó este saber. No está documentado el viaje de da Messina a Flandes, aunque no necesitaba viajar tanto, pues en la corte española de Nápoles había suficientes ejemplos. Y por esa época, Jan era muy pequeño como para que la historia de ese encuentro fuera verosímil. Sin embargo, lo que es cierto es que Antonello fue el que difundió esta técnica en Italia, aunque hasta el sg. XV todavía hay artistas que pintan al temple, como Botticelli.















Hockney, Regar el césped, 1967 (acrílico)
También colabora en el desarrollo de esta técnica el cambio de soporte, el paso de la tabla al lienzo. Pintar en tela es cosa del sg. XV. Los cuadros en madera pesaban muchísimo, la tabla se agrieta con el tiempo, se comba… Una tela la enrollas, la pones, la sacas… Esto facilita su comercialización: no pesa nada. Y otra vez, la innovación viene del lado de Venecia: con la tremenda humedad que hay ahí, el fresco era imposible y las tablas duraban poco. Solución: pintar el cuadro sobre tela y aplicarlas directamente en las paredes.











Ahora, no te creas que sólo se puede pintar sobre tela. Con óleo se puede pintar sobre cualquier superficie, siempre y cuando esté bien preparada. Hay ejemplos de pintura al óleo sobre tabla, cobre, pizarra… También sobre muros, como en La Última Cena de Leonardo (con un resultado desastroso) o en las Pinturas negras de Goya. Fuera de la pintura sobre tela, en todos estos soportes el óleo no logra adherirse perfectamente, con lo cual resultan ser obras muy frágiles.


Leonardo, La Última Cena, 1495


A mediados del sg. XIX la industria química logró crear en laboratorio antiguos y nuevos colores. Esto, más la invención de los tubos de aluminio, le dio un impulso aún mayor. Ya no tenía sentido moler colores y producir uno mismo la mezcla y, además, eran transportables. Un caballete, un maletín y ¡a pintar al aire libre!

Manet, Monet pintando en su taller flotante, 1874


El óleo se impuso como la técnica por excelencia. Si nunca has pintado al óleo, para que te des una idea, es como si untaras un pan con mayonesa o mantequilla. El pincel se desliza suavemente; permite pintar con detalles y con diferentes texturas, se puede corregir una y otra vez. El “sfumato” de Leonardo sólo es posible con la tersura del aceite. Y, lo más importante, una pintura al óleo dura siglos.


Hals, Theodorus Schrevelius, 1610
(óleo sobre cobre)


Mi experiencia personal: empecé pintando con acuarela. Al óleo lo miraba de lejos, con mucho respeto. Miraba los cuadros de los museos y me fascinaba el cómo, el cómo estaban hechos. Me propuse aprender: la acuarela estaba bien, pero no me permitía hacer lo que yo quería. Mi primera profesora me desalentó y me mandó a estudiar con otro profesor para que aprendiera a pintar en acrílico. Me tiró el ánimo abajo, pero, ahora que lo pienso, no fue mala idea: la técnica es la misma, sólo que se diluye con agua. Pero yo quería intentar con el óleo y volví con ella. Y no lo dejé nunca más.





Fuentes: Eastlake, Ch. L., Methods and materials of painting. New York, Dover, 2001
Laneyrie-Dagen, N. Leer la pintura. Barcelona, Larousse, 2010
Mayer, R., The artist’s handbook of materials and techniques.
London, Faber & Faber, 1991
Vasari, G., Las vidas, Madrid, Tecnos, 2006

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