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jueves, 19 de septiembre de 2019

Un regalo muy especial



Velázquez, El aguador de Sevilla, 1620
Hoy te quiero llevar a junio de 1813: la batalla de Vitoria, con los aliados (españoles, portugueses e ingleses) contra los invasores franceses.

Todo había empezado con Napoleón Bonaparte, que había pedido permiso para pasar por España para luchar contra Portugal, aliado de Inglaterra; sin embargo, entró y se quedó.


















Velázquez, Retrato de hombre, sg. XVII
Todo esto terminó en lo que se llamó luego “la farsa de Bayona”. Carlos IV abdicó a favor de su hijo Fernando; éste necesitaba apoyos para ser reconocido y se acercó a Napoleón. Carlos alegó que su abdicación había sido forzada y quiso llevar el asunto para atrás, pero Fernando no iba a aceptar esto así nomás. Napoleón los cita a ambos  en mayo de 1808 en Bayona. Carlos y Fernando esperaban el favor y el reconocimiento de Napoleón, a quien consideraban un amigo; sin embargo, éste lo único que quería era provocar un conflicto en la Corona. Finalmente, terminan renunciando al trono de España a favor de Napoleón y éste pone como rey a su hermano José, que pasó a ser José I de España, el famoso Pepe Botellas. (No es mi intención relatarte todo el suceso histórico; te lo estoy resumiendo muchísimo, para que nos ubiquemos en lo que te quiero contar.)




Mientras tanto en Madrid el descontento contra los franceses crecía y el 2 de mayo se produjo el levantamiento que Goya inmortalizó. Otras ciudades también se fueron rebelando y así se dio comienzo a la Guerra de la Independencia (1808-1814). 


Goya, El 2 de mayo de 1808, 1814

Goya, Retrato ecuestre del duque de
Wellington, sg. XIX
Los ingleses, comandados por el duque de Wellington, que había llegado para defender a Portugal, continúan la lucha contra los franceses en territorio español. España fue el escenario donde Francia e Inglaterra combatieron; el resultado fue pueblos devastados, muertos y heridos, saqueos por ambas partes.

José gobernó 5 años, los mismos que duró la guerra. No lo tuvo nada fácil, era muy resistido y pronto tuvo que huir. Y en América las colonias se rebelaron contra este rey impuesto por el invasor: comenzó la otra Guerra de la Independencia.












José I había requisado las mejores obras de arte que podía encontrar en suelo español para nutrir con ellas un futuro Museo Napoleónico en París, aunque su verdadera intención era fundar uno en Madrid para su propia gloria. Y no era el único: muchos otros, como el mariscal Soult, se estaban llevando unas cuantas a Francia. Pero este plan no se iba a poder concretar: en su huída se llevó todas las pinturas, joyas, estatuas, tapices, libros, mapas, dibujos, grabados, todo lo que pudo meter en unos cuantos (muchos) carruajes. (Si te interesa, lee “El equipaje del rey José”, uno de los “Episodios Nacionales”, de Pérez Galdós. Puedes leerlo online aquí.) En total, unas 200 obras de arte, que pertenecían al Palacio Real, al Palacio de Aranjuez o de La Granja de San Ildefonso…

Velázquez, Dos hombres comiendo, sg. XVII
21 de junio de 1813: Wellington lo alcanza en Vitoria, donde había establecido su Corte. Los ingleses logran una victoria aplastante y José Bonaparte huye hacia Francia dejando todo su valioso equipaje (salvo las joyas, con las que pudo solventar su exilio en USA) esparcido por la llanura.


Brueghel, Los animales entrando en el Arca, sg. XVI


Steen, La visita del doctor, sg. XVII
Los soldados ingleses van recogiendo como botín de guerra todo lo que los franceses van abandonando por el camino; ni siquiera los persiguen. Wellington logra capturar 83 obras y joyas, que manda a Inglaterra para que sean catalogadas. Entre ellas, se encontraban 3 Velázquez (el magnífico “Aguador de Sevilla”) y cuadros de Luini, Murillo, Romano, van Dyck, Steen, Juan de Flandes, Ribera, Correggio, Tiziano, Coello, Goya, Brueghel… sin sus marcos y enrolladas, para facilitar su traslado. No tenían mal gusto los napoleones.












Lawrence, Duque de Wellington, sg. XIX
En 1814 el duque se puso en contacto con el rey de España, Fernando VII, a través de su hermano (que era representante británico en España) para devolvérselas.  No consigue respuesta.

Volvió a insistir en 1816, ante el representante español en Inglaterra. Recibió este mensaje de parte de Fernando VII por medio del conde de Fernán Núñez:















«Adjunto os transmito la respuesta oficial que he recibido de la Corte, y de la cual deduzco que Su Majestad, conmovido por vuestra delicadeza, no desea privaros de lo que ha llegado a vuestra posesión por cauces tan justos como honorables». (1)


Ribera, Procesión de brujas en el Sabath, sg. XVII

Luini, Virgen con el Niño, sg. XVI
Así es como la colección pasó a ser un regalo de España para el duque por los servicios prestados. Por ser un regalo del rey, (perfectamente documentado, por lo demás) no corresponde un pedido de devolución, como en el caso de lo que se llevó Soult (alguna vez te tendría que contar algo sobre esto, ¿no?)

















Las obras se conservan en lo que era la casa del duque, la Apsley House (o Museo Wellington). Fue abierta al público en 1852 y aún hoy es residencia de la familia.


Correggio, Oración en el Huerto, sg. XVII

Los ingleses (con la ironía que los caracteriza) llaman a esto que te estoy contando “The Spanish Gift”, “El regalo español”. Y vaya regalo.


Elsheimer, Judith mata a Holofernes, sg. XVII



(1) Citado en la Enciclopedia del Museo del Prado “El equipaje del rey José”


Fuentes: Bennassar, B. Velázquez.Vida. Cátedra, Madrid, 2012

Si quieres saber algo más sobre la batalla de Vitoria, pincha aquí (en inglés)









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