En el Palacio de Gaviria de Madrid
Sage, El lado superior del cielo, 1944 |
Andaba cerca de la Puerta del Sol; ya no tenía mucho más que hacer por
ahí. Vi el cartel:
Duchamp,
Magritte, Dalí.
Los revolucionarios del siglo XX
y recordé que en el Palacio de Gaviria había una exposición
de surrealistas. Nunca había estado, no voy seguido por ahí (es lo que pasa por
andar en metro: uno no ve lo que sucede arriba). Habían presentado otras sobre
Escher y Mucha, ¡me encantan!, no pude verlas: no se puede todo en esta vida. Ésta
era la oportunidad de conocer este nuevo espacio.
Breton, Objeto de sueño, 1935 (Imagen: Museo de Israel) |
Bueno, no tan nuevo….
Picabia, Cintas métricas, 1923 (Imagen: Museo de Israel) |
El palacio es de 1851, fue
discoteca y estuvo cerrado por mucho tiempo. Es una excelente idea usarlo para
exposiciones. Las organiza una empresa italiana llamada Artemisia, que es garantía
de muy buen nivel.
La entrada, un poco cara para mi gusto, pero lo
vale. No dejan sacar fotos, así que no te puedo mostrar cómo es el lugar. (Te
dejo debajo el enlace abajo por si quieres curiosar en la página web.) Me enteré
después de que sí dejan; evidentemente la persona que estaba en la entrada ese
día no estaba al tanto. Para acceder a las salas hay que subir por esa escalera
impresionante de mármol.
Man Ray, Mesa paleta, 1941 (Imagen: Museo de Israel) |
La exposición consta de 180 obras del Museo de
Israel de Jerusalén. La mayoría, donaciones de coleccionistas, entre ellos:
Arturo Schwart, ¡quien regaló al museo unas 800 obras! Hacía mucho que no veía
algo de este movimiento artístico, vino bien. Realmente creo que no falta
ningún nombre importante: Arp, Duchamp, Miró, Ernst, Magritte, Breton,
Dalí… y no se han olvidado de las
artistas del grupo: Dorothea Tanning, Kay Sage, Leonora Carrington, Hannah Höch.
El recorrido es un poco intrincado: así lo exigen
las habitaciones laberínticas del edificio. Me llamó la atención la iluminación
tan mortecina. No sé si será por exigencia de conservación de las obras o
porque la instalación eléctrica del edificio no da para más. Realmente, el
palacio es magnífico, pero está muy venido a menos. Es una lástima: una
exposición de tanta calidad que contrasta demasiado con el estado del lugar.
Pero, pensándolo bien, hasta te diría que ayuda a que la visita sea una
experiencia surrealista.
Carrington, Absolución de las arpías de Sardanápalo, 1958 (Imagen: Museo de Israel) |
Dalí, Retrato de Mae West que puede usarse como apartamento surrealista, 1934 |
Es que de esto se trata: vivir esa experiencia
dentro de ese contexto, acentuando el aspecto lúdico, y casi risueño, de los
surrealistas. No se trata sólo de obras colgadas o esculturas o instalaciones.
Puedes ver filmes proyectados en pantallas o en la pared, verte en espejos que
deforman tu silueta o la mesa paleta de Man Ray… Puedes ver la reproducción de
la instalación de la Mae West de Dalí y luego pasear por ella.
Para mí la sala más fascinante es la de los
espejos, los antiguos espejos del palacio, que fue sala de baile, donde puedes
ver la bicicleta de Duchamp o un móvil que proyecta su sombra en el suelo.
Arp, Centauro en el bosque, 1919 (Imagen: Museo de Israel) |
El azar en la escritura-dibujo automático o la
perplejidad que te provoca la descontextualización de los objetos y la nueva
vida que a éstos le da un montaje insólito, todo eso, que es propio de este
movimiento, está presente en esta expo.
Las obras son todas de muy buen nivel: no podría
describírtelas todas, intentaré mostrarte las que más me llamaron la atención.
Schwitters, Para Bieling, Merz 293, 1935 |
Hay muchísimos collages: uno de Picabia buenísimo
con trozos de cintas métricas, o un “Merz” de Schwitters (ay, algún día te tendría que
explicar qué es esto del surrealismo). O un objeto-collage o montaje de Breton,
el patriarca del grupo.
Hay varias obras
de Max Ernst (de quien hablamos alguna vez, pincha aquí); a mí me gustó mucho
“El bosque”, paisaje onírico, tremebundo, con su técnica de raspado y frotado.
Miró, Bailarina Española, 1927 (Imagen: Museo de Israel) |
También hay varios Miró, con sus típicos trazos negros, casi como de caligrafía
oriental, y experimentando con fondos y figuras.
Tanning, La lumier du foyer, 1952 (Imagen: Museo de Israel) |
De las artistas, me encantó Kay Sage: creo que es
el cuadro de la muestra que mejor expresa el espíritu surrealista. Era la
esposa de Ives Tanguy, de quien también puedes ver sus figuras anónimas y
líquidas, en paisajes amenazantes. Otra
de las chicas, Dorothea Tanning, está presente con una obra en formato
irregular.
Me sorprendió muchísimo este cuadro de Delvaux:
pintado en 1944, con todo el agotamiento ante una guerra que parecía
interminable.
Delvaux, Esperando a la liberación, 1944 (Imagen: Museo de Israel) |
Duchamp, L.H.O.O.Q., 1919 |
La Mona Lisa intervenida por Duchamp tampoco podía
faltar (y quien la convirtió en el icono que es hoy). Además, está reproducida
su instalación de los 1200 sacos de carbón que presentó en la Exposición del
Surrealismo (1938).
Magritte, El castillo en los Pirineos, 1961 |
Pero, ay, la joya de la exposición es, sin duda, El
castillo en los Pirineos de Magritte, con una sala dedicada sólo para este
cuadro. Éramos unos cuantos los que lo observábamos con detenimiento.
Si puedes ir a verla, te la recomiendo, y
especialmente si quieres hacer alguna actividad con niños. Estará hasta el 15
de julio.
Y si no puedes, espero que mi artículo te haya
transportado hasta allí. Te dejo el enlace aquí debajo para que al menos la
puedas ver online.
Si quieres leer más sobre Magritte, puedes ver este artículo anterior:
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