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jueves, 7 de junio de 2018

Los revolucionarios del siglo XX

En el Palacio de Gaviria de Madrid


Sage, El lado superior del cielo, 1944

Andaba cerca de la Puerta del Sol; ya no tenía mucho más que hacer por ahí. Vi el cartel:

Duchamp, Magritte, Dalí. 
Los revolucionarios del siglo XX

y recordé que en el Palacio de Gaviria había una exposición de surrealistas. Nunca había estado, no voy seguido por ahí (es lo que pasa por andar en metro: uno no ve lo que sucede arriba). Habían presentado otras sobre Escher y Mucha, ¡me encantan!, no pude verlas: no se puede todo en esta vida. Ésta era la oportunidad de conocer este nuevo espacio.

Breton, Objeto de sueño, 1935 (Imagen: Museo de
Israel)


Bueno, no tan nuevo…. 














Picabia, Cintas métricas, 1923 (Imagen:
Museo de Israel)
El palacio es de 1851, fue discoteca y estuvo cerrado por mucho tiempo. Es una excelente idea usarlo para exposiciones. Las organiza una empresa italiana llamada Artemisia, que es garantía de muy buen nivel.

La entrada, un poco cara para mi gusto, pero lo vale. No dejan sacar fotos, así que no te puedo mostrar cómo es el lugar. (Te dejo debajo el enlace abajo por si quieres curiosar en la página web.) Me enteré después de que sí dejan; evidentemente la persona que estaba en la entrada ese día no estaba al tanto. Para acceder a las salas hay que subir por esa escalera impresionante de mármol.











Man Ray, Mesa paleta, 1941
(Imagen: Museo de Israel)
La exposición consta de 180 obras del Museo de Israel de Jerusalén. La mayoría, donaciones de coleccionistas, entre ellos: Arturo Schwart, ¡quien regaló al museo unas 800 obras! Hacía mucho que no veía algo de este movimiento artístico, vino bien. Realmente creo que no falta ningún nombre importante: Arp, Duchamp, Miró, Ernst, Magritte, Breton, Dalí…  y no se han olvidado de las artistas del grupo: Dorothea Tanning, Kay Sage, Leonora Carrington, Hannah Höch.










El recorrido es un poco intrincado: así lo exigen las habitaciones laberínticas del edificio. Me llamó la atención la iluminación tan mortecina. No sé si será por exigencia de conservación de las obras o porque la instalación eléctrica del edificio no da para más. Realmente, el palacio es magnífico, pero está muy venido a menos. Es una lástima: una exposición de tanta calidad que contrasta demasiado con el estado del lugar. Pero, pensándolo bien, hasta te diría que ayuda a que la visita sea una experiencia surrealista.

Carrington, Absolución de las arpías de Sardanápalo,
1958  (Imagen: Museo de Israel)

Dalí, Retrato de Mae West que puede
usarse como apartamento surrealista,
1934
Es que de esto se trata: vivir esa experiencia dentro de ese contexto, acentuando el aspecto lúdico, y casi risueño, de los surrealistas. No se trata sólo de obras colgadas o esculturas o instalaciones. Puedes ver filmes proyectados en pantallas o en la pared, verte en espejos que deforman tu silueta o la mesa paleta de Man Ray… Puedes ver la reproducción de la instalación de la Mae West de Dalí y luego pasear por ella.

Para mí la sala más fascinante es la de los espejos, los antiguos espejos del palacio, que fue sala de baile, donde puedes ver la bicicleta de Duchamp o un móvil que proyecta su sombra en el suelo.














Arp, Centauro en el bosque, 1919
(Imagen: Museo de Israel)
El azar en la escritura-dibujo automático o la perplejidad que te provoca la descontextualización de los objetos y la nueva vida que a éstos le da un montaje insólito, todo eso, que es propio de este movimiento, está presente en esta expo.

Las obras son todas de muy buen nivel: no podría describírtelas todas, intentaré mostrarte las que más me llamaron la atención.











Schwitters, Para Bieling, Merz 293, 1935
Hay muchísimos collages: uno de Picabia buenísimo con trozos de cintas métricas, o un “Merz” de Schwitters (ay, algún día te tendría que explicar qué es esto del surrealismo). O un objeto-collage o montaje de Breton, el patriarca del grupo. 














 
Ernst, Bosque, 1927
(Imagen: Museo de Israel)




Hay varias obras de Max Ernst (de quien hablamos alguna vez, pincha aquí); a mí me gustó mucho “El bosque”, paisaje onírico, tremebundo, con su técnica de raspado y frotado. 










Miró, Bailarina Española, 1927
(Imagen: Museo de Israel)








También hay varios Miró, con sus típicos trazos negros, casi como de caligrafía oriental, y experimentando con fondos y figuras.














Tanning, La lumier du foyer,
1952 (Imagen: Museo de
Israel)



De las artistas, me encantó Kay Sage: creo que es el cuadro de la muestra que mejor expresa el espíritu surrealista. Era la esposa de Ives Tanguy, de quien también puedes ver sus figuras anónimas y líquidas, en paisajes amenazantes.  Otra de las chicas, Dorothea Tanning, está presente con una obra en formato irregular.


















Me sorprendió muchísimo este cuadro de Delvaux: pintado en 1944, con todo el agotamiento ante una guerra que parecía interminable.

Delvaux, Esperando a la liberación, 1944
(Imagen: Museo de Israel)


Duchamp, L.H.O.O.Q., 1919




La Mona Lisa intervenida por Duchamp tampoco podía faltar (y quien la convirtió en el icono que es hoy). Además, está reproducida su instalación de los 1200 sacos de carbón que presentó en la Exposición del Surrealismo (1938).

















Magritte, El castillo en los Pirineos, 1961
Pero, ay, la joya de la exposición es, sin duda, El castillo en los Pirineos de Magritte, con una sala dedicada sólo para este cuadro. Éramos unos cuantos los que lo observábamos con detenimiento.

Si puedes ir a verla, te la recomiendo, y especialmente si quieres hacer alguna actividad con niños. Estará hasta el 15 de julio.

Y si no puedes, espero que mi artículo te haya transportado hasta allí. Te dejo el enlace aquí debajo para que al menos la puedas ver online.

















Si quieres leer más sobre Magritte, puedes ver este artículo anterior:




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