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Rafael, El Papa León X con los Cardenales Medici y de
Rossi, 1518 |
Rafael Sanzio era un niño
prodigio. Su padre, que también era pintor, lo comprendió enseguida y lo envió
al taller de Perugino. Pronto se hizo famoso y partió a Florencia, donde
abrió su propio taller.
Su amabilidad, su bondad y gracia
y sus cuadros tan bellos, llenos de paz y armonía, hicieron de él un mito en
vida. Vasari lo llama “el divino”, “un dios mortal”. En 1508 Julio II lo
convocó a Roma, para decorar las stanze
del Vaticano con la oportuna intervención de Bramante, quien era también de
Urbino como él y tenía a su cargo la construcción de la Basílica de San Pedro.
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Rafael, Los desposorios de la Virgen,
1504 |
Sus obras parecen haber sido
hechas sin esfuerzo, pero sabemos que trabajaba concienzudamente la composición
de cada una, hasta lograr el ideal de equilibrio y belleza que buscaban los
hombres de su tiempo, emulando a la Antigüedad clásica. Rafael observa a
Leonardo y a Miguel Ángel y con lo que aprende de ellos, hace una síntesis,
uniendo el ideal de la razón y la imitación de la Naturaleza; sin embargo, aunque
participaba de los debates de su tiempo y leía a los clásicos, no tenía los
estudios de aquellos 2 maestros y no sabía escribir correctamente.
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Rafael, Baltasar Castiglione,
1514 |
No hay casi escritos de él; uno
de los pocos que existen es la carta que le envía a León X, de la cual les
muestro un fragmento. Se supone que se la dictó a su amigo y humanista
Castiglione, pero aún así el texto tiene pasajes con errores. En 1514 el Papa
León X lo había nombrado conservador de
monumentos de la Roma Antigua y una de sus tareas era hacer el relevamiento de
cada uno de ellos.
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Rafael, Autorretrato, 1506 |
El pintor se dirige al Papa para
darle cuenta de su trabajo, de cómo hicieron el inventario, cómo y con qué
aparatos midieron las ruinas; compara el estilo antiguo, el gótico y el
moderno… Hace hincapié en la necesidad de salvarlas de los saqueos, como cuna
de la Humanidad. Aunque este texto trata sobre arquitectura, bien se puede
aplicar a toda su obra: sus palabras son todo un manifiesto artístico, que
resumen el espíritu del Renacimiento.
Murió al año siguiente, con 37
años, según Vasari, por su entusiasmo en el amor, o más bien, por las tremendas
responsabilidades que tenía sobre sus espaldas. Con él se acaba una época, pero
su influencia perdurará a través de los tiempos.
Fuentes: Vasari, G., Las vidas,
Madrid, Tecnos, 2006,
Traducción: C. del Rosso
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Rafael, Teatro, 1519
(Dibujo a pluma) |
"(…) Considerando, por las reliquias que
aún se aprecian en las ruinas de Roma y por la divinidad de aquellas almas antiguas, estimo que no es irracional creer que
muchas cosas que nos parecen imposibles a ellos les eran facilísimas. No
obstante, habiendo estudiado mucho estas antigüedades y habiendo puesto no poca
dedicación en investigarlas minuciosamente y medirlas exactamente, y, después de leer a buenos autores, confrontando las obras con sus escritos, pienso haber
conseguido alguna información acerda de la arquitectura antigua.
Lo cual en este punto me da un enorme placer por haber conocido algo tan excelente, y un enorme dolor, al ver a un casi cadáver de aquella
noble patria, que ha sido reina del mundo, tan míseramente lacerado. Pues, si cada uno le debe piedad a los padres y a la patria, me veo obligado a
ofrecer todas mis débiles fuerzas, a fin de que permanezca viva su imagen lo más que se pueda; y (una imagen) casi como la sombra de ésta, que, en verdad, es
patria universal de todos los cristianos y que por un tiempo ha sido tan noble y
poderosa, que ya los hombres comenzaban a creer que solamente ella bajo el
cielo estaba por sobre el destino, contra el curso natural, libre de la muerte,
y que iba a perdurar perpetuamente.
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Rafael, La Escuela de Atenas, 1509 |
(…) Pues aquellas famosas obras que hoy serían más que nunca
floridas y bellas, fueron incendiadas y destruidas por la perversa rabia y
cruel ímpetu de hombres malvados, mejor dicho, fieras: aunque no hasta el punto
de que no les quede nada de la estructura total, sino sin los
ornamentos, y por así decirlo, los huesos del cuerpo sin la carne.
(…) ¡Cuántos Pontífices, digo, han permitido destruir templos
antiguos, estatuas, arcos y otros edificios gloriosos! ¡Cuántos han consentido
que solamente por llevarse tierra pozzolana se hayan excavado los cimientos, con lo cual poco tiempo después los edificios se desplomaron! ¡Cuánta cal se
ha hecho de estatuas y de otros ornamentos antiguos! Que me atrevería a decir
que toda esta Roma nueva que ahora se ve, cuanto más grande es, cuanto más
bella, adornada de palacios, iglesias y otros edificios la descubramos, está fabricada toda con la cal de mármoles
antiguos.”
Rafael Sanzio y Baltasar Castiglione, 1519
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Rafael, Prédica de Pablo en Atenas, 1514 |
Me gusta la carta porque tiene la fuerza de la emoción más que la formalidad de un escrito correcto...
ResponderEliminarMe ha gustado mucho leerla