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Botticelli, La Primavera, 1480 |
Vida cotidiana en el Renacimiento
La contemplación del arte en otras épocas. ¿Cómo se sentían estos cuadros en el pasado?
Hace tiempo que tengo un libro en
mi biblioteca sobre pintura y la vida cotidiana en el Renacimiento (te dejo la
cita debajo). Me lo regaló la directora de esa editorial, que es amiga mía
desde la época de la Facultad. Por esas cosas de la vida, no llegaba el momento
de ponerme a leerlo; siempre había otros libros por delante.
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Uccello, La batalla de San Romano, 1452 |
Este verano decidí no postergarlo
más y le asigné la categoría de “libro para cafeterías”. Como te contaba en
otros artículos, me encanta sentarme a leer en un lindo lugar junto a un rico
café. Te voy a ser sincera: la elección de la categoría depende del tamaño y
del peso. A veces, de la urgencia por terminarlo.
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Leonardo, Anunciación, 1472 |
Este libro es un clásico de tantos que se dedican a la Pintura renacentista. Y pensé que podía compartir contigo algunas reflexiones que me surgieron a partir de su lectura. El primer capítulo trata sobre el comercio en esos siglos y el segundo, sobre “El ojo de la época”: ya con ese título te dan ganas de curiosear a ver qué dice. (El tercero mejor lo dejamos para otro día, ¿sí?)
La idea que subyace es la
siguiente: ¿cómo percibían esos cuadros la gente del sg. XV y XVI?
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Mantegna, Cristo muerto, 1464 |
Temita complicado. Podemos hablar sobre cómo percibimos el arte nosotros, en nuestro siglo, pero ¿podemos transferir a personas de hace 600 años nuestros propios parámetros? No, claro que no. Ha pasado mucha agua bajo los puentes. Como te decía hace poco por aquí, p.ej., en la percepción visual nosotros estamos determinados por la aparición de la fotografía en nuestras vidas.
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Monet, Impresión: amanecer, 1873 |
Otro ejemplo: piensa en la recepción nefasta que tuvo en el público la 1ra exposición impresionista (lo vimos por aquí); sin embargo, hoy esa manera de pintar la tenemos incorporada en nuestra manera de ver y la aceptamos sin problemas. O el escándalo que produjo “El desnudo bajando por una escalera” de Duchamp en New York (1913). O la polémica que todavía sigue causando cierta pintura abstracta hasta hoy.
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Duchamp, Desnudo bajando una escalera, 1912 |
Por eso mismo, no podemos saber exactamente cómo reaccionaban, cómo sentían los espectadores del sg. XIV o XVI ante la nueva Pintura. ¿Con asombro? ¿Maravillados?
En la contemplación del arte intervienen muchos factores que tienen que ver con experiencias personales, cuestiones culturales, geográficas, históricas… Y se da una relación de a dos: por un lado, el cuadro mismo, que es expresión de la sensibilidad y técnica del artista, y, por el otro, el espectador, del cual sabemos muy poco. Se puede acudir a testimonios de la época, recortes de prensa, reseñas… pero lo que realmente pensaba o sentía el espectador frente a tal o cual obra de arte se nos escapa, seguro.
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Giotto, Encuentro en la Puerta Áurea, 1302, Capilla Scrovegni, fresco |
Sabemos por testimonios escritos que, cuando Giotto terminó de pintar la Capilla de los Scrovegni en Padua, el impacto en la gente fue tremendo: era un salto cualitativo. Las figuras tenían volumen, estaban individualizadas con sus gestos, hacían cosas… ¿Era nuevo? En parte, sí, pues había habido intentos en los códices de la última Edad Media. Pero, ¿cuánta gente leía libros? Muy poca. El paso del Gótico al Renacimiento fue una total revolución (lo vimos por aquí, por aquí y aquí también).
En este libro el autor trata de acercarse
a ese momento con un enfoque distinto. Te explico.
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da Messina, San Jerónimo en su estudio, 1475 |
Casi la totalidad de los cuadros
renacentistas eran por encargo. O sea, que hay una relación muy estrecha entre
contratante-cuadro-pintor. El cuadro es el resultante de las exigencias e
indicaciones por contrato del que lo pide (y lo paga) y de la experiencia y
oficio del pintor. En esa relación tiene que haber puntos en común, si no, no
se hubiesen puesto de acuerdo, ¿no? Y eso se da por un factor interesantísimo:
la educación basada en las matemáticas.
¿Cómo????
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Rafael, Los desposorios de la Virgen, 1504 |
En la sociedad renacentista aparece una nueva clase social, la de los burgueses, empresarios y comerciantes, un fenómeno que surge con el advenimiento de las ciudades (que tampoco es tan nuevo…: el germen está ya en el final de la Edad Media). El castillo feudal era una unidad económica por sí misma, es decir, con un señor feudal que, a cambio de protección y defensa de los súbditos, recibe los productos de su tierra y se venden dentro o fuera de sus posesiones. En cambio, en las ciudades/comunas, sigue habiendo un señor, pero ahora hay una nueva clase social que se encarga del comercio y productividad de ese territorio, con independencia de su señor y sin control de éste, salvo la rendición de los impuestos, derechos de actividad, uso de suelo, etc.
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Hnos.Limbourg, Las muy ricas Horas del Duque de Berry, 1411 (septiembre) |
Lo que postula este autor es que, dado que es una sociedad eminentemente basada en el comercio, las matemáticas lo dominan todo. Desde calcular las unidades de medidas de granos, vinos, etc., el volumen (que no estaba regularizado como ocurre hoy, y a veces, no tanto: ¿onzas, libras, gramos?) hasta la conversión de monedas (¡cada ciudad tenía la propia!), pasando, por supuesto, por el cálculo de impuestos, contabilidad, inventario…
Y firmar contratos de ejecución de obras de arte, por supuesto, en
el que se estipulaba el tamaño, pago de ayudantes, costo de materiales, plazo
de entrega… Como te conté tantas veces,
el artista en esta época era un artesano, como un carnicero, zapatero o
carpintero, y era un empleado del contratante, de su mecenas. Actualmente, lo
usual es que se compre un cuadro ya hecho, uno que fue pintado a gusto y gana
del artista, quien tendrá que encontrar un cliente al que le entusiasme
adquirirlo, como un producto comercial como cualquier otro. Los encargos siguen
existiendo, con o sin contrato.
Miguel Ángel, Descenso en el sepulcro, 1511 |
Como era tan importantes las matemáticas en la vida diaria, a los niños, en la escuela, se les enseñaba como
asignatura principal, junto con la gramática (por supuesto, latina y luego, italiana) y aprender a leer y a escribir. Conste que no todos iban a la escuela:
muchos aprendían con tutores en la casa y las niñas, bueno, no todas estudiaban
y dependía del interés que sus padres tuvieran en educarlas. Es decir, que los
artistas también habían hecho estos ejercicios.
¿Cómo hacían las cuentas? ¡Con la regla de 3!
Cuando hablamos del Renacimiento, decíamos que era la época de la conquista del espacio en el plano. Gracias a Brunelleschi y tantos otros, se sistematizó la perspectiva lineal, puramente geométrica. Tampoco era algo nuevo: los arquitectos, mal que mal, dibujaban planos para construir sus edificios. Pero, ¿cómo representar esos edificios en un cuadro?
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Della Francesca, La flagelación, 1470 |
Y ahí aparece esa formación matemática. Si miras la Flagelación
de Piero della Francesca, todo está perfectamente calculado. Se decía que
Cristo medía 1.80 m y es el punto de partida para la construcción del cuadro.
(Conste que Piero escribió un Tratado sobre perspectiva.) La Trinità de
Masaccio se podría reproducir en 3D sin problemas.
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Masaccio, La Trinidad, 1426 |
Ubicar una figura en un espacio también implica un cálculo de proporciones. Y las proporciones de la figura humana también eran un problema. Fíjate en el Hombre de Vitruvio de Leonardo o el estudio de la anatomía de Durero.
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Leonardo, El hombre de Vitruvio, 1492 |
Eso, por parte de los artistas. ¿Y el espectador? Un espectador culto, seguramente, entendía esos guiños a las matemáticas. ¿Lo entenderían como un juego, como un sudoku? ¿Se asombrarían de la capacidad del pintor? Seguramente.
¿Y qué más verían? ¿Qué lenguaje
común estaba en la base de todos estos cuadros?
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Durero, La máquina de dibujar, 1525 |
El autor postula también la
predilección por el teatro o la danza. Vamos, que éstos constituían la
diversión y ocio de la época. La actitud corporal de las figuras en la Pintura
renacentista seguramente está influida por estas actividades. La gracia, la
delicadeza, los gestos simbólicos vendrían de estas disciplinas artísticas.
En la Pintura religiosa o
mitológica también hay un conocimiento de base común. A nosotros se nos escapa
si esa figura remite a Perseo, Eneas o Aquiles, pero para una persona culta del
sg. XVI no. Lo mismo con las figuras de santos, cada uno con su atributo
correspondiente que lo identifica y diferencia de otros.
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Tintoretto, La Última Cena, 1592 |
Y te recalco: espectador culto.
Encargar una obra de arte no era algo accesible para todos. ¿Quién pagaba estos
cuadros? Papas, obispos, nobles, banqueros, empresarios… ¿Qué sentirían las
criadas que limpiaban las casas de estos señores al ver estos cuadros? En la pintura para iglesias se procuraba que
los feligreses entendieran lo que estaba pasando: había también una simbología
y un lenguaje propio que la hacía inteligible. Pero, p.ej., una Última Cena
como la de Tintoretto (que ya no es renacentista, por la técnica), que se
escapa del motivo tradicional, seguramente les parecería demasiado innovadora.
Piensa en la repercusión que tuvieron las obras de El Greco y cuánto tiempo se tardó en valorarlas… (lo vimos por aquí).
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El Greco, El expolio, 1572 |
Bueno, no sigo porque se va a hacer muy largo; me quedan muchas cosas por contarte, pero mejor lo dejo para más adelante. Si te interesa, te recomiendo que leas el libro.
También te pongo la cita del
libro de Burckhardt, que es un clásico, aunque fue escrito en el siglo XIX y en
algunos detalles está anticuado. Sirve para tener una idea general del
Renacimiento en Italia.
Fuentes: Baxandall, M. Pintura y vida cotidiana en el Renacimiento.
Buenos Aires, Ampersand, 2016
Burkhardt, J. La
cultura del Renacimiento en Italia. Madrid, Akal, 2023
Panovsky, E. La
perspectiva como “forma simbólica”. Barcelona, Tusquets, 2010
Notas personales
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