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jueves, 27 de marzo de 2025

Mary Cassatt en España

 

Cassatt, Ofreciendo el paño al torero, 1873


Una americana en el Museo del Prado

¿Te acuerdas de Mary Cassatt?

Sí, esa pintora de Filadelfia que se fue a estudiar Pintura a París y terminó siendo parte del movimiento impresionista. Gracias a Degas, por cierto.

Cassatt, Autorretrato, 1878,
gouache


Mary era de una familia de clase alta. Su padre era el presidente de la línea de ferrocarril de Pensilvania. Ella comenzó a estudiar Pintura en la Academia de su ciudad y a su padre no le parecía mal; pero, en cuanto manifestó el interés de dedicarse a eso profesionalmente, éste se opuso terminantemente. Mary tenía que rebuscársela para poder pagar materiales y modelos y así fue durante mucho tiempo. Su anhelo era poder estudiar en París y lo consiguió recién en 1866, después de ahorrar meses y meses. Viajó con una compañera de estudios, que viajar sola en esos tiempos no se veía muy bien.

Degas, Mary Cassatt en el Louvre,
1880, pastel


Cuando llegó, se encontró con una ciudad pujante, en pleno proceso de cambio. El escándalo de la Olimpia de Manet estaba todavía en el aire (lo vimos por aquí).  En París tenía una red de conocidos que la recibieron sin problemas; hablaba francés fluidamente. Tomó clases con Gérôme (lo vimos por aquí) y convirtió al Louvre en su segunda casa. Las dos recorrieron la campiña francesa y curiosearon la zona de la Escuela de Barbizon (lo vimos por aquí). Por supuesto, enviaba sus obras al Salón Oficial. Recién en el de 1868 fue aceptada su obra La Mandolina.

Cassatt, La mandolina, 1868


En 1870 se declaró la Guerra Franco-Prusiana y tuvo que volver a USA. La familia se había mudado a un pueblito y Mary añoraba la movida cultural de París.

Logró volver a Europa al año siguiente. París ya no es la misma: se notan los estragos de los combates. Su padre la apoya, pero no le financia los gastos. Había logrado reunir un conjunto de cuadros para exponer y vender en Chicago (no le faltaban conexiones), pero éstos se convierten en humo en el Gran Incendio de 1871. De todas maneras, viaja a Europa, esta vez con otra amiga, Emily Sartain.

Cassatt, Flirteo en un balcón de Sevilla, 1872


Su sueño era conocer España. Manet había estado por allí y recomendaba a todos ver los Velázquez, los Goya… (lo vimos por aquí). España estaba de moda, la emperatriz era española y no pocos americanos andaban por ahí. Mary tiene muchas pero muchas ganas de estar allí. En una carta a Emily, desde el pueblo de Hollidaysburgh, en mayo de 1871, le dice:

“Realmente pensé que me habías olvidado por completo y se estaban preparando para partir a España con alguien más. (…) Me he abandonado a la desesperación y a la nostalgia, porque realmente siento como si hubiera querido ser española y que fuera todo un error que yo haya nacido en América, como dice el poeta alemán ‘Spanien ist mein heimats land’”… 

(Lo pone así, en alemán: “España es mi patria”.)

Cassatt, Toreador, 1873


Las cartas van y vienen: hay que organizar el viaje. Que si el clima es duro, que tal le comentó que los españoles son muy cordiales, que la comida es muy sabrosa y que la ciudad es muy limpia, no como con las pulgas de Roma, etc., etc. Una conocida le dio una carta de recomendación para que presente al arzobispo y a otras amistades. Mary se pone a estudiar español con una gramática y diccionario. Parece que tenía un don especial para los idiomas.

Cassatt, Bailarina española, 1873


Ni Mary ni Emily tienen dinero, así que, después de averiguar precios y hacer muchas cuentas, optan por viajar a Parma primero y quedarse allí un tiempo, copiando obras de grandes maestros. Llegaron a Londres, les tocó cruzar el Canal y de allí, seguir en tren hasta Italia. Emily le cuenta a su padre los pormenores del viaje: Mary suele tener mal de mar (una de las razones por las que no quería cruzar el Atlántico para visitar a su familia). El servicio de trenes es una maravilla.

Rafael, Madonna con el Niño y 
San Rafael, Tobías y Jerónimo 
(Virgen del pez), 1514


Las ansias de conocer España seguían ahí y el viaje, después de 10 meses, seguía sin concretarse. Emily no quiso acompañarla, pero le recomendó a dos americanas que pensaban hacer el tour y se unió a ellas.

Era octubre de 1872.

Van Dyck, El pintor Martin Ryckaert,1631


Madrid: parada obligada, Museo del Prado. Y le cuenta a Emily lo que vio.

“Llegué aquí esta mañana a las 10 en punto, a las 12 me di un baño, me vestí y me puse en camino a la Academia Museo o como sea que lo llamen. Velázquez, oh!, ¡sabía cómo pintar! Mr. Antonio Mor o Moro, a quien te presenté en Parma, tiene una palabra o dos que decirte, Emily. Tiziano también quisiera presentarte a su hija, que está llevando la cabeza de Juan el Bautista, sosteniéndola en un plato con sus hermosos brazos desnudos. (…) Los tres niños de Van Dyck en Turín son hermosos, pero hay un hombre en terciopelo y satén carmesí que es un paso más allá de aquél en algunos aspectos. Oh, querida, pensar que no hay nadie a quien pueda gritar pintura hermosa, encantadora, oh, no parece pintura.”

Tiziano, Salomé, 1550


Y sigue. (Mejor que te lo cuente ella con sus propias palabras.)

(…) “Supongo que pensarás que habré escrito cosas grandes aquí, pero realmente nunca en mi vida experimenté tal deleite en mirar cuadros, los Tiziano en Italia no son finos, tampoco los Rafael, la Madonna del pez es más hermosa.”

Velázquez, Las hilanderas, 1657


(…) “Creo ahora que Correggio es quizás el pintor más grande que haya existido, estos españoles dan una impresión mucho mejor al principio. (…) Las hilanderas de Velázquez, santo cielo, porque puedes caminar dentro del cuadro. Tal libertad en la pincelada, debía de estar muy seguro como para dejar muchas cosas inacabadas, Murillo es un bebé a su lado, aun así la Concepción es de lo más adorable. ¡Pero Antonio Mor! Y luego, ¡Rubens!”

Murillo, La Inmaculada del Escorial,
1665


Sin embargo, Mary no se conforma con Madrid: quiere conocer Sevilla. La Sevilla de Velázquez, Murillo y Zurbarán. Pinta escenas de género, tomando como modelos a gitanas, campesinas, toreros… Mira qué diferente es su estilo por estos años. El Impresionismo todavía no había nacido.

Cassatt, Dama de Sevilla, 1873


Sevilla es más barata, más limpia que en Italia; sus calles, llenas de naranjos. Las puertas de las casas están abiertas y puedes entrar a ver los patios, llenos de flores y fuentes.  Aloja en la Casa de Pilatos, palacio de los duques de Medinaceli: ¡no puede estar en mejor lugar para trabajar! Toma clases de español. De su recorrida por el Museo, se queja de que no está bien iluminado y que hay un Zurbarán espectacular. Madrazo y Fortuny andaban pintando por ahí ese año y tiene oportunidad de ver “pintura moderna”.

Zurbarán, San Hugo en el refectorio, 1655


De todas maneras, opina que los españoles tienen menos cultura que los italianos y que los artistas no se salen de su propia escuela española y que no tienen punto de comparación con Velázquez. Sin embargo, observa que en los cuadros del maestro no hay ni una mano bien pintada, aunque las de la Santa Isabel de Murillo son exquisitas; El niño rascándose la cabeza le parece grotesco y de mal gusto.

Murillo, Santa Isabel de Hungría
curando a los tiñosos, 1672


Mary se queda en Sevilla hasta abril 1873. De allí vuelve a París, donde se encuentra con su madre. Juntas seguirán viaje hacia los Países Bajos.

Finalmente, como ya sabes, se queda en París para siempre y terminará siendo una de las integrantes más importantes del movimiento impresionista.

Fuentes: Mathews, N. M. Cassatt and her circle

New York, Abbeville Press, 1984

 

 

 

2 comentarios :

  1. Cuanto sabes Cristina. Me encarta leerte y aprender! Un abrazo desde España

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    1. Gracias!!! Yo también aprendo! Estudio mucho cada tema! Un abrazo grande.

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