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jueves, 20 de marzo de 2025

Un gigante cumple años

 

Miguel Ángel, La creación de Adán, Capilla Sixtina, 1510, fresco


550° aniversario de Miguel Ángel Buonarroti

El 6 de marzo un gigante cumplió 550 años. Madre mía.

Nadie puede negar lo decisivo que fue Miguel Ángel en la Historia de la Pintura, no, mejor dicho: en la Historia del Arte, porque fue pintor, escultor, arquitecto, poeta…

¿Qué más te puedo contar sobre él? Ya te lo traje varias veces (te dejo los enlaces debajo, por si los quieres releer).

Miguel Ángel, Bóveda de la Capilla Sixtina, 1508-1512, fresco


Revisando las Vidas de Vasari (creo que no necesito ya decirte quién es, ¿o sí?) recordé varias anécdotas que lo pintan de cuerpo entero. Miguel Ángel es el único artista citado en el libro de Vasari que no había muerto todavía.


“Y que nadie se extrañe de que yo haya relatado aquí la vida de Miguel Ángel estando él aún vivo, porque, como no se espera que deba morir ya nunca, me ha parecido conveniente hacerle este escaso honor…”

Era 1550 y el artista tenía ya 74 años y una larga y consolidada trayectoria. Ya había pintado la Capilla Sixtina, estaba dirigiendo los trabajos de la Basílica de San Pedro, pintando los frescos de la Capilla Paulina y tratando de terminar la tumba de Julio II. Nada más ni nada menos. ¿Cómo hacía para abarcar tantos proyectos juntos?

Se habla siempre de su carácter iracundo, terribilis. Así era. Lo puedes ver en sus cartas. Nadie estaba por encima de él, ni siquiera el Papa. El único que se atrevía a desafiarlo.

Capilla Sixtina


¿Te cuento algunas anécdotas sobre él?

Su padre, al ver la destreza para el dibujo del pequeño Michelangelo, decidió pedirle a su amigo Domenico Ghirlandaio que tome como aprendiz a su hijo. Firmaron un contrato por 3 años, como se solía hacer. Un día el chico se puso a retratar a algunos de sus compañeros del taller y, cuando el maestro vio los dibujos, dijo:

“Éste sabe más que yo.”

Mientras tanto, Lorenzo el Magnífico quiso formar una escuela de escultores, porque, según él, no había ninguno de calidad. Le pidió a Ghirlandaio que le mande algunos jóvenes para su escuela y éste envió a Miguel Ángel y a Granaccio. Enseguida demostró su talento. Torrigiano, uno de los escultores aprendices, se hizo amigo de él, pero, en cuanto vio cómo lo sobrepasaba con sus creaciones, en un ataque de ira le rompió la nariz con un golpe. Ah, la envidia…

Miguel Ángel, Tondo Doni, 1504, óleo y temple sobre tabla


El pago del Tondo Doni: Agnolo Doni le había encargado esta obra (lo vimos por aquí). Cuando Miguel Ángel la terminó, se la envió a Agnolo con un mensajero y con una factura de 70 ducados. Al cliente le pareció mucho dinero, aunque creía que la pintura valía mucho más, y le dio al mensajero 60 ducados. Miguel Ángel se los devolvió y le dijo que o 100 ducados o que le devuelva la pintura. Agnolo le manda los 70 que pidió al comienzo. Pero el pintor no se conformó y pidió el doble, ¡así que el cliente tuvo que pagar 140!

Esto te muestra su capacidad para negociar y sus exigencias con respecto a pagos y deudas. Sabía perfectamente que sus obras eran únicas. Cuentan que era muy avaro; los parientes se quejaban porque no les pasaba plata… En fin, cuando lees un poco más, encuentras razonable su actitud: vivían a costa de él. Vasari dice que siempre ayudó a sus familiares, aunque no los quería tener cerca. En sus cartas vemos que siempre le están pidiendo dinero; la gran pelea final fue en 1523 por asuntos de herencia (¡cuándo no!)

No le interesaba la vida de la Corte, aunque, siendo de familia noble, siempre andaba bien vestido; sin embargo, su padre llegó a amonestarlo por carta pues se decía que vivía de manera miserable.  No tenía amistades ni demasiados ayudantes; sólo tuvo un criado en sus años de vejez. Decía que no tenía amigos, ¿para qué los quiero?

Miguel Ángel, Dibujo de La 
Piedad para Victoria Colonna,
1540


Su carácter tremendo se manifestó perfectamente cuando le encomendaron pintar la bóveda de la Capilla Sixtina. Todos pensaban que el encargo iría a Rafael o a Bramante. Rafael había empezado ya con las Estancias Vaticanas, era lógico que pensaran en él. Parece ser que estos dos artistas creían que Miguel Ángel no sería capaz de semejante encargo, pues era más escultor que pintor, y que esto dañaría su reputación (para alegría de ellos). Por otro lado, también se dice que Bramante boicoteó esta candidatura en provecho propio. Pero no fue así.

Miguel Ángel se empeñó, según Vasari, en hacerlo lo mejor posible, “pues enseñaría a los artistas modernos cómo se dibuja y se pinta”. Sabía que era un trabajo enorme, no estaba familiarizado con la técnica del fresco, así que hizo venir a Roma a colegas suyos de Florencia para que le enseñen y que lo ayuden. Pero cuando vio el resultado del trabajo de sus ayudantes, se enfureció y los echó a todos. Se encerró durante 4 años en la capilla (1508-1512) sin que nadie pudiera entrar a ver lo que estaba haciendo (ni siquiera el Papa). En una de sus cartas se queja de que estuvo 4 años acostado en un andamio, con el yeso cayéndosele en el rostro. ¿Te lo imaginas?

Miguel Ángel, La creación de Eva, bóveda de 
la Capilla Sixtina, 1510, fresco


El Papa, por supuesto, quiso ver la obra. El artista puso a prueba a sus ayudantes. Fingió que se iba de viaje, les recomendó que no dejaran pasar a nadie en su ausencia, ni siquiera al Papa, y les dejó la llave. Se escondió en la capilla, en el último andamio. Por supuesto, los obreros le dijeron al Papa que Miguel Ángel se había ido y recibieron una buena propina por dejarlo ver la obra. En cuanto el Papa osó poner un pie dentro de la capilla, Miguel Ángel empezó a los gritos y a tirar tablas desde arriba. Conociendo el talante del pintor, el Papa huyó, lleno de miedo. Miguel Ángel se escapó por una ventana, pensando en que el Papa lo iba a castigar; se encontró por el camino a Bramante, le dejó la llave, y se fue a Florencia, esperando a que los ánimos del Papa se calmaran. Algunos dicen que Rafael pudo entonces escabullirse dentro y ver la maravilla que estaba pintando su rival.

Miguel Ángel no quería volver. Tenía miedo de las represalias del Papa y no confiaba. Todos le pedían que regresara: había dejado la bóveda sin terminar. Finalmente, el Papa lo perdonó.

Miguel Ángel, El Juicio Final, Capilla
Sixtina, 1535-1541, fresco


En 1534 el Papa Clemente VII lo volvió a llamar para que pinte el Juicio Final. Sí, 22 años después. Miguel Ángel tenía 59 años, ¡otra vez! Y la tumba de Julio II todavía sin terminar. Vaya la gracia que le hizo volver a pintar al fresco. Se cayó del andamio, se rompió una pierna y, a pesar del dolor, no quería que ningún médico se le acercara. Estaba en Roma su amigo florentino Rontini, que era muy buen médico; al enterarse de lo que le había pasado fue a su casa y nadie le abrió. Rontini sabía cómo entrar a la casa y, mientras iba pasando por las habitaciones, Miguel Ángel huía, desesperado. Rontini no se separó de él hasta que se curó. Terminó el Juicio Final en 1541 y, cuando se desveló la obra, todo el mundo quedó impresionado. El Papa le regaló el puerto del Po en Piacenza, que le daba una buena ganancia al año, además de su asignación.

Y después le tocó la Capilla Paulina, menos conocida.

Miguel Ángel, Conversión de San Pablo,
Capilla Paulina, 1552, fresco


Murió en Roma en 1564, con 89 años. Una vida larga, admirado por todos. Después de casi 6 siglos sigue maravillándonos con sus logros con el pincel y el cincel.


Aquí tienes los enlaces de artículos sobre Miguel Ángel, por si los quieres releer:

 Hablan los artistas: Miguel Ángel Buonarroti

"Tondo"=redondo

Mármol, pincel y pluma

Cuadros sin terminar

Fuente: Lamarche-Vadel, B. Michelangelo. Stuttgart, Belser V., 1986

Miguel Ángel, Cartas (selección D.García López). Madrid, Alianza, 2008

Vasari, G., Las vidas. Madrid, Tecnos, 2006




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