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Bashkirtseff, Paraguas, 1883 |
Marie Bashkirtseff
En todos estos años te he traído
escritos de artistas, sus intercambios de cartas, sus diarios y reflexiones.
Pero hay un caso muy peculiar: el diario de Marie Bashkirtseff. ¿La conoces?
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Bashkirtseff, Autorretrato, 1880 |
Fue pintora, murió a los 26 años y, porque escribió un diario que es muy famoso, se la considera más escritora que pintora. Lo comenzó como una conversación con un lector imaginario, es decir que, de entrada, lo escribió no para sí misma sino para ser publicado. No faltan las alusiones al “querido lector”, mientras te apela a que revises tal o cual año del diario o te hace preguntas a las que no puedes responder. O se dirige a sus eventuales editores para que corrijan en el futuro esto o lo otro.
Hacía rato que quería leerlo. Me pareció una vida interesante (ya te la voy a contar); además, fue una pintora de estilo realista en pleno auge del Impresionismo. ¿Cómo los veía ella, qué opinión tenía? (Bueno, casi ni los menciona, y, cuando lo hace, les critica su falta de precisión.) Cuando murió, la madre publicó su diario, tal como ella quería, aunque censuró las partes que no le convenían (p.ej., que se había casado ya embarazada de su hija: cambió la fecha de su nacimiento). Fue un éxito rotundo. La madre, tiempo después, lo donó a la Biblioteca Nacional de Francia, con la condición de que la versión original no se hiciera pública hasta 10 años después de su muerte (1920). Se cuenta que los soldados japoneses lo llevaban en la mochila en plena 2da Guerra Mundial, como ejemplo de fortaleza y resiliencia (como se dice ahora).
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Bashkirtseff, La lectora, 1882 |
Con semejante antecedente, tenía que leerlo sí o sí. Oh, son 2 tomos, bien largo: 106 cuadernillos, escritos mayormente en francés y que ella guardó celosamente. Lo empecé en el verano. Me impacientó bastante. La primera parte, a la que ella llama “Yo soy el libro más interesante de todos” (1873-1876), la empezó con 15 años; presenta a una adolescente con ínfulas, energía para derrochar y deseos de amar y ser amada. No veía la hora de terminarlo de una buena vez: insoportable. Prueba de constancia para el lector. En cambio, en la 2da parte, “Deseos de gloria” (1876-1884), escribe una Marie más madura, que sólo busca la fama y dejar un legado.
Marie Bashkirtseff era rusa,
nacida en lo que hoy es Ucrania, en una familia noble. Su madre estaba separada
de su marido y tuvo que emigrar con su familia a Niza por una acusación de
desfalco, que involucró a los Bashkirtseff en un juicio por 10 años (que
aparentemente se resolvió sobornando al juez). Marie crece signada por el hecho
de ser una inmigrante; noble, pero sin una red de conexiones sociales; con esa
mancha en su reputación. Como adolescente sólo piensa en casarse bien, con un
hombre que no la busque por su fortuna, que sea bien parecido y que sea de su
misma clase social.
Bashkirtseff, Otoño, 1883 |
No le faltarán pretendientes y amores no correspondidos. Rechazará a más de uno, sufrirá por el rechazo de la familia de un noble italiano. Necesita ser presentada en sociedad, pero su padre no está y la vida desenfadada que lleva su madre no cae bien en los círculos aristocráticos en los que se mueven. Necesita el apoyo masculino, como toda señorita de esa época, y no lo tiene.
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Bashkirtseff, Retrato de Mme. X, 1884 |
Su tía la protege y le consiente todos sus caprichos. Su tío no es un hombre decente y las más de las veces tienen que ir a sacarlo de la cárcel: otra mancha para su reputación. Le interesa estudiar, ser culta. Aprende 4 idiomas. Se arma un plan de estudios propio con profesores privados. La familia viaja mucho: adora Roma, Nápoles; viaja a Rusia a ver a su padre (por si se soluciona el juicio de una vez por todas), pero nada como París y Niza.
Se desvive por la moda, por estar vestida con
la mejor ropa, con los mejores diseñadores. En su diario detalla sus nuevas
adquisiciones, qué se va a poner en tal o cual ocasión, la impresión que causa
en los demás. Acude al fotógrafo a menudo para dejar constancia de su belleza y
para que estas fotos sean incluidas en su diario cuando muera (como si hubiese
sabido desde siempre que iba a morir joven).
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Marie Bashkirtseff en 1882 |
Su primera vocación es el canto. Tocaba el arpa, el piano, la guitarra. Dicen que tenía una voz espectacular. Sin embargo, al tiempo, comienza a tener una faringitis crónica que le impide cantar. La envían a hacerse curaciones a los “spa” de Alemania, siempre junto con su madre o su tía. No se curará nunca. Era el comienzo de la tuberculosis que la fue matando de a poco.
Pues, entonces, decidió dedicarse
a la pintura. Lo intentó por su cuenta, con profesores mediocres. En 1877 se
inscribió en la Académie Julian, la única en París que aceptaba a mujeres
(aunque separadas de los alumnos hombres) y que podían trabajar con modelos
desnudos. Las clases eran de 8 a 12 hs y de 13 a 17 hs. El profesor pasaba a
corregir los trabajos; no daba clase en el sentido que le damos hoy. Julian le
tenía mucha estima. Su profesor era Tony Robert Fleury, que se ocupaba de las
señoritas del piso de arriba. Ella se sentía una principiante al lado de sus
compañeras. A los pocos meses comenzó a destacarse por sobre las otras: era muy
talentosa y tenía una constancia de hierro. Dibujaba y dibujaba a más no poder:
así era el aprendizaje en ese tiempo. Siente que le faltan conocimientos de
anatomía y no duda en contratar a un profesor particular. Y después, pasar al
color.
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Bashkirtseff, Niebla, 1882 |
Es feliz: al fin siente que es ella misma, lo que siempre quiso ser. El costo del taller era bastante alto; muchas veces tiene que rogarle a su tía que le pase el dinero: es que no hay efectivo, ese maldito juicio…
Con el tiempo desarrolló una
amistad con los dos hermanos Bastien-Lepage, Jules, el pintor, y Émile,
arquitecto (que diseñará su mausoleo). En los últimos años de su vida se acercó
a Jules, que sufría de un cáncer en el estómago. Mueren casi simultáneamente.
Y resiliencia, ¿por qué? En 1874
comienza a sentirse mal: dolores de cabeza, cansancio generalizado, está muy
pálida y no quiere que la vean así. Ella supo enseguida que tenía tuberculosis:
“consunción”, como se solía decir de manera eufemística. Al pasar, cuenta que
había tosido con sangre: no la van a engañar. La madre lo sabe, pero no le dice
nada. Marie decide seguir viviendo su vida, como si la enfermedad no existiese.
De vez en cuando, se alegra al ver que el corsé ahora le marca más la cintura.
Los médicos le recetan esto y lo otro, ¿qué más se podía hacer en ese momento
contra la tuberculosis? Nada.
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Bashkirtseff, Lilas, 1880 |
No se queja. Pasó sus últimos 5 años de vida refugiándose en la pintura.
Comenzó a destacar en el Salón
Oficial. Le llegaban encargos. Tenía buena crítica en los diarios, mientras sentía
que la vida se le estaba escapando. Admira a Bastien-Lepage. Muchos la comparan
con él, que copia a su amigo. Al morir dejó más de 230 cuadros, dibujos y
esculturas. Muchas de esas obras, alrededor de 130, desaparecieron en la 2da
Guerra Mundial.
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Bashkirtseff, Primavera, 1884 |
Es representante del Realismo francés del sg. XIX. Le interesan los retratos y la pintura costumbrista, los niños de la calle, los mendigos.
Uno de sus cuadros más famosos es
“En el taller” (1881) donde muestra el interior de la Academia Julian.
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Bashkirtseff, En el taller, 1881 |
Las mujeres ocupaban el piso de arriba; los hombres, en el de abajo. Muchas veces Julian mostraba las obras de las mujeres para que fuesen juzgadas por los colegas masculinos. Julian le propuso que pinte un cuadro del taller, con 3 figuras en tamaño natural, para presentarlo en el Salón Oficial de 1881 y que se comprometiera a dejárselo, a cambio de llevarla a la fama. Ella debía pedirles a las 12 alumnas que no se movieran durante 2 meses. ¿Cómo lograrlo? Era enorme: 188 x 154 cm. Y lo peor: que Julian le ofreció lo mismo a otra alumna: ¡las pone a competir entre ellas!
No está conforme con el cuadro;
aunque Fleury le dice que está bien, Julian la tortura con sus correcciones.
Finalmente, su rival abandona el reto. Julian esperaba más nivel y piensa que
el jurado se lo va a rechazar. Lo firma con seudónimo, Andrey, para estar al
principio de la lista y no tener que esperar mucho tiempo para saber el
veredicto. Se lo aceptaron y tuvo buenas críticas. Julian siguió presionándola
para que trabaje más. Está enferma, no se queja, sigue trabajando duro: la
pintura y la escultura es lo que la mantiene viva.
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Bashkirtseff, El encuentro, 1884 |
El reconocimiento llega con una mención en el Salón de 1883 con su “El encuentro”. El cuadro le llevó mucho tiempo a causa de la enfermedad. Todos la reconocen, de alguna u otra manera: la critican por ser mujer, por los temas que elige; otros, la felicitan. No recibe premios, pero el cuadro es reproducido en los diarios y nombrada (al fin) por Wolff, el tan temido crítico.
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Marie Bashkirtseff en 1883 |
La enfermedad avanzaba; se desespera porque ya no puede pintar. Dejó de escribir su diario el 20 de octubre de 1884. Murió 10 días después.
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Courtois, La muerte de Marie Bashkirtseff, 1884 |
Así fue la vida de Marie Bashkirtseff. Sin duda, un ejemplo de fortaleza y de ganas de vivir.
El diario realmente no tiene
desperdicio. De a poco te iré trayendo algunos fragmentos de algunos temas que
me parece que te van a interesar.
Fuente: Bashkirtseff,
M. Diario: Yo soy el libro más interesante de todos, tomo I; Deseos de
gloria, tomo II. New York, Fonthill Press, 2012
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