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jueves, 21 de noviembre de 2019

La dieta del queso



Uccello, Cacería en el bosque, 1460
No te rías, que esto va en serio. No se trata de una clase de nutrición, claro. Te voy a contar una historia que pasó hace mucho tiempo.

¿Conoces a Paolo Uccello? Fue un pintor florentino del primer Renacimiento. En realidad, se llamaba Paolo di Dono, pero lo llamaban así (“pájaro”, en italiano) por su maestría en pintar animales. No nos quedan muchas obras: de algunas se duda de que sean suyas y otras se han perdido.


Anónimo, Retrato de Uccello, fragmento de la
tabla "5 hombres famosos"
Conocemos su vida gracias a Giorgio Vasari, de quien te hablé varias veces (pincha aquí). A Vasari no le caía muy bien, parece. Lo critica mucho porque lo ve antiguo. Dice que es caprichoso y altivo y que desperdicia su talento, encerrado dibujando en su estudio, en lugar de ponerse a pintar para los demás.

Antiguo no era: estaba desfasado con respecto a sus colegas. Mientras él pintaba a la manera del gótico tardío, ya Piero della Francesca, Andrea Mantegna, Masaccio o Bellini habían dado un salto cualitativo en sus obras. Pero tampoco era que se aferraba a una época pasada o que no quería innovar: le apasionaba la perspectiva, el nuevo invento, y se lo pasaba hasta altas horas de la noche dibujando y experimentando. Hasta tal punto (lo cuenta Vasari) que su esposa le decía que se fuera a acostar y él respondía: “¡Oh, qué asunto tan dulce la perspectiva!”.





Uccello, Retrato ecuestre de Giovanni Acuto,
1436 (fresco)
Era muy amigo de Donatello, el escultor. Éste le decía que perdía el tiempo en esas cosas: “Paulo, tu perspectiva te hace abandonar lo cierto por lo incierto”. Vasari cuenta que en los últimos años de su vida quiso rebatir todas estas críticas con una gran obra: una puerta con el tema de Sto. Tomás para el Mercado Viejo. Construyó una valla, para que nadie viera lo que estaba haciendo. Donatello estaba intrigado. Finalmente, Paolo, entusiasmado, se la mostró para que su amigo le hiciera algún comentario, muy esperanzado. ¡Para qué! “Ah, Paulo, ahora que es cuando tendrías que cubrirla, tú la descubres.” Pobre Uccello. ¿Podría haber sido un poco más amable? Le afectó tanto a su autoestima que se encerró a dibujar, no volvió a salir y al poco tiempo murió.

En sus obras se ven esos esfuerzos por entender el fenómeno de la perspectiva. Fijate en el Retrato ecuestre de Giovanni Acuto: (era un delegado inglés, John Hackwood) el pedestal sigue las leyes de la perspectiva según el espectador, pero el jinete y el caballo se ven de manera frontal.

Vasari le criticaba que las casitas las pintaba de los colores que a él se le antojaba y que no seguía a la realidad. ¿Y Giotto no había hecho lo mismo?




Para mí, su mejor obra es el tríptico de la Batalla de San Romano: imponente. El caballo en escorzo es de lo mejor, un avance tremendo en la Historia de la Pintura.




Uccello, La Batalla de San Romano. Niccolò da Tolentino desmonta a Bernardino della Ciarda, 1456 (temple sobre tabla)


¿Y el queso? Vasari nos trae esta anécdota: le habían encomendado unos frescos en el convento de San Miniato in Monte, cerca de Florencia. Y sólo había queso para comer.


Uccello, Frescos de San Miniato in Monte, La vida de los Stos. Padres, 1447


“Harto, Paulo, que era muy tímido, decidió no volver a ir a trabajar. El abad ordenó que se le fuera a buscar, así que cuando Paulo oía que algún hermano llamaba a su puerta, respondía que no estaba en casa; y, si casualmente encontraba a alguna pareja de la orden por Florencia, echaba a correr cuanto podía, huyendo de ellos. Dos de estos hermanos, más curiosos y jóvenes que él, se lo encontraron un día y le preguntaron la razón por la que no volvía a acabar la obra que había empezado en el monasterio, y por qué huía cuando veía a algún hermano. Paulo respondió: ‘Me habéis conducido a un estado tan lamentable, que no sólo huyo de vosotros, sino que ni siquiera puedo pasar junto a un carpintero; y toda la culpa la tiene vuestro abad, que, entre sopa y postre, me ha metido tanto queso en el cuerpo que me da miedo que me usen para hacer cola; si la cosa siguiera, ya no sería Paulo, sino Queso.’”(1)


Uccello, Frescos de San Miniato in Monte, 1447


Uccello, Frescos de San Miniato in Monte, 1447
El abad fue muy comprensivo y entendió sus quejas.

Uccello sólo volvió a terminar la obra bajo la promesa de un menú mejor (y sin queso).

(1) En esa época se usaba la leche y sus derivados como pegamento.



Fuente: Vasari, G., Las vidas, Madrid, Tecnos, 2006, 
págs. 181-186





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