Matisse, Mujer con robe morada, 1937 |
Hablar de “púrpura” puede traer muchos problemas: ¿a qué color
exactamente nos estamos refiriendo? Si eres alemán, será un color violeta
rojizo o carmín; si eres japonés, es un color violeta azulado claro; si eres italiano,
pensarás en un rojo oscuro; si eres americano o inglés, te recordará a las
amatistas… ¿Por qué pasa esto?
Darle un nombre a un color depende de muchos factores y en muchos de
ellos, se trata de cuestiones culturales, de tradición.[1]
En parte, como hablamos en el artículo anterior, se debe a que el violeta es un color ambiguo.
Pero en el caso del púrpura hay que añadir lo siguiente: sólo surge
cuando se mezclan las ondas de luz rojas y azules en un determinado ángulo de
incidencia, con lo cual se
convierte en un color muy inestable, y eso se refleja en nuestra percepción de
él. Para comprenderlo más fácilmente: observa las flores de la bouganvilla a
distintas horas del día y comprobarás por ti mismo estas variaciones.
Rothko, Violeta, negro, naranja, amarillo sobre fondo blanco y negro, 1949 |
Por otro lado, también se debe al proceso de teñido del que hablamos la vez anterior. Se utilizaba una glándula de caracoles marinos, que se dejaba
fermentar en recipientes para que soltaran más mucosidad. Este caldo se ponía a
hervir con agua hasta lograr un extracto espeso (10 dl de mucosidad en 100 l agua= 5 l de tinte), de
color amarillento. Con esto se tiñen las telas y se dejan secar al sol y,
mientras se van secando, pasa a ser verde, luego rojo y por último, violeta.
Dependiendo de la especie de caracol será un violeta rojizo o un púrpura
oscuro. (Por eso, el púrpura puede estar más cerca del rojo que del violeta.)
Este procedimiento es el que se solía usar en el Mediterráneo, pero
también se fabricaba de manera más o menos parecida con caracoles, insectos o
plantas en América y Asia.
Emperador Justiniano, Iglesia de San Vital, Ravena (mosaico) |
Diocleciano en el 300 d.C. se llevó a los maestros a Constantinopla y
armó un verdadero monopolio. En Bizancio sólo podían llevar este color el
emperador y la emperatriz. (Ver el mosaico de Ravenna: es un color violeta
oscuro, el llamado “Púrpura de Tiro”.) Cuando los turcos entran en
Constantinopla en 1453, desaparecen los talleres de teñido y con ellos, sus
secretos. Se suplanta entonces con el colorante del insecto quermes, que da un
pigmento carmín o escarlata, pero también era un procedimiento caro.
En 1908 el químico Friedländer descubrió que químicamente es muy
parecido al pigmento de la planta llamada índigo, con lo cual se pudo
sintetizar en laboratorio y, por lo tanto, dejó de ser un producto de lujo. Y
con el quermes, el púrpura dejó de ser violeta en ciertas culturas.
Rafael, El Papa León X con los cardenales Medici y de Rossi, 1518 |
Así es como el púrpura (así como el violeta: ver el artículo anterior) se relacionó siempre con la autoridad y el
poder, y, como no se destiñe, con la eternidad y la espiritualidad. Los obispos
y arzobispos de la Iglesia Católica llevan solideo violeta; en cambio, los
cardenales, en púrpura (rojo). Ante
la falta de púrpura original, el Papa Pablo II (1464) ordenó usar índigo para
el violeta y quermes para el púrpura. Como el quermes da un pigmento de color
rojo oscuro, de ahí que los cardenales hoy ya no lleven púrpura. Aunque los
sigamos llamando el “Purpurado”.
Fuentes: Welsch,N.-Liebmann, C.Chr. Farben. München, Elsevier V.2004;
Heller, E. Wie Farben
auf Gefühl und Verstand wirken. München, Droemer V., 2000;
Gage, J. Color and
Meaning. Los Ángeles, University California Press, 1999;
notas personales
[1] Más
adelante, hablaremos sobre los nombres de los colores. Hay algunos muy, pero
muy raros…
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