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jueves, 20 de junio de 2024

Dueño de las nubes

 

Catedral de Salisbury, Inglaterra (Imagen: Wikipedia)

John Constable y su catedral de Salisbury

Repetimos una y otra vez que Turner y Constable son precursores del Impresionismo. Bien, de Turner, se entiende. Turner era un torbellino de ideas, de experimentación con el color y las formas (lo vimos por aquí). ¿Y Constable?

Constable, Nubes, 1822, óleo sobre papel


Se dice que fue uno de los primeros en pintar un cuadro entero al aire libre. Solía hacer muchos bocetos en formatos pequeñitos hasta lograr componer la obra que tenía en mente. Cada una era un trabajo de reflexión, lleno de correcciones y retrocesos. Era un perfeccionista que escondía una inseguridad tremenda. Sin embargo, sus estudios de nubes, hechos rápidamente, son lo mejor que hizo.

Constable, Estudio de nubes, 1822, óleo sobre papel


Le costó llegar al éxito, pero lo consiguió. Fue miembro de la Royal Academy. Sus cuadros tardaron en ser entendidos. Al público le costaba digerir esa textura rugosa, con mucha materia, aplicada con espátula. Su trabajo no era nada espontáneo; sin embargo, parecían hechos con mucha rapidez. Lo principal era lograr el “claroscuro” para mostrar la luz. No claroscuro en el sentido del Barroco (lo vimos aquí), sino en el de la “valorización”, es decir, cuánto de luz y sombra hay en cada color (te lo expliqué aquí). Para nuestro ojo del sg. XXI esos cuadros nos resultan oscuros: los impresionistas todavía no habían entrado en escena y, además, el clima de las islas Británicas no se caracteriza por una luz de sol brillante… (sobre este tipo de atmósferas te hablé por aquí).

Constable, Hampstead, 1833, acuarela


No le gustaba la ciudad. Pintó como nadie a la campiña inglesa. Por eso, Constable es el artista británico por excelencia. Su obra más importante es “El carro del heno” y es la pintura más emblemática de Inglaterra. (Seguramente la habrás visto reproducida por ahí más de una vez.)

Constable, El carro del heno, 1821


En fin, me puse a leer para ti sus cartas. Dicho sea de paso: en un libro pésimamente editado, que da ganas de tirarlo por el balcón. Pese a todo, logré rescatar algunas citas.

Uno de sus mecenas, el que confió en él al principio y el que le dio el espaldarazo que necesitaba, fue el obispo anglicano John Fisher. Le había comprado “El caballo blanco” en 1819, que había sido expuesto en la Royal Academy, y que había recibido muy buenas críticas. Su amigo le pagó una pequeña fortuna (y lo salvó). Era obispo en la catedral de Salisbury, construida en el sg. XIV, de estilo gótico.

Constable, El caballo blanco, 1819


En 1820 Fisher le encargó un cuadro de esta catedral. Constable se trasladó hasta allí e hizo varios (muchos) bocetos. Le indicaron el ángulo en el que la catedral debía aparecer. En 1823 la expuso en la Royal Academy. Todos se llevaron una muy buena impresión. Constable, en una carta a su amigo, le cuenta que Fuseli le dijo:

“’Me gustan los paisajes de Constable; él es siempre muy pictórico, de un fino color y las luces siempre en los lugares correctos; pero siempre me hace acordar de que tengo que ir a buscar mi abrigo largo y mi paraguas.’”

Constable, La catedral de Salisbury, desde el jardín del obispo, 1823
(cuadro terminado)


Por supuesto, este éxito le hizo ganar confianza en sí mismo. Le dio el impulso necesario para seguir creando por ese camino que había abierto para sí (y para los que vendrían después). Y le comentaba a su mecenas:

"Mi catedral se ve muy bien... Fue el tema de paisaje más difícil que jamás haya tenido en mi caballete. No me he inmutado ante el trabajo de las ventanas, contrafuertes, etc., pero, como de costumbre, me escapé en la evanescencia del claroscuro."

Sin duda. Era un encargo importante, no quería quedar mal. Los trabajos preparatorios valen por cuadros en sí mismos. Aquí te los muestro.

Por ejemplo, esta versión, que se encuentra en la National Gallery of Canada, le sirvió como estudio para la versión final.

Constable, La catedral de Salisbury, desde el jardín del obispo, 
boceto, 1820


¿Otro más? Mira este boceto de 1821 que se encuentra en el Museu de Arte de São Paulo. Es impresionante todo el trabajo previo para una sola obra. ¿No quería quedar mal? ¿Se la estaba jugando? La entregó en 1823.

Constable, La catedral de Salisbury, desde el jardín del
obispo, boceto, 1821


En la versión final, Constable enmarcó la silueta de la catedral con los árboles. Modificó la naturaleza circundante para que acompañase al motivo del cuadro. El artista incluyó las figuras de Fisher y su esposa a la izquierda; en el fondo se puede ver a una de sus hijas jugando. La aguja de la torre se eleva hasta el límite del lienzo. Eligió un día nublado. Bueno, ¿cuándo no está nublado en Inglaterra? Sin embargo, al obispo no le gustó: esperaba un cielo diáfano. En 1825 le pidió otra versión con otro cielo, que es ésta, que está en la Frick Collection. Lamentablemente el obispo murió y no llegó a verla.

Constable, La catedral de Salisbury, desde el jardín del obispo,
1826 (Imagen: Frick Collection)



El cuadro mide 112 x 83 cm y se encuentra actualmente en el Victoria and Albert Museum. (Aquí debajo lo tienes de nuevo.)

Constable, La catedral de Salisbury, desde el jardín del
obispo, 1823 (cuadro terminado)

Constable siguió pintando su catedral durante muchos años más.

Constable, La catedral de Salisbury desde el sudoeste, 1820


Siguió relacionado con los Fisher, a través del sobrino del obispo, archidiácono de Berkshire, y también llamado John (¡qué poca imaginación tenía esa familia para poner nombres…!). Fue para él un gran amigo, el que estuvo a su lado en todas las dificultades. Constable tenía un hijo muy enfermo (tuvo 7) y su amada esposa se enfermó de tuberculosis. Hizo todo lo posible para que ella se curara, pero no pudo ser. Constable nunca se volvió a casar, crió él solo a sus hijos y llevó luto hasta el último día de su vida.

Constable, Flatford Mill, 1817



Fuentes: Bailey, A. John Constable. London, Vintage Books, 2007

Honour, H.-Fleming, J. Weltgeschichte der Kunst, Munich, 1983

Leslie, Ch.R. Life and Letters of John Constable. London, Chapman and Hall, 1896

Traducción: C. del Rosso

 

 

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