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| Sorolla, Clotilde en vestido negro, 1906 |
¿Alguna vez te preguntaste por
qué el negro es elegante?
¿No habíamos quedado en que era el símbolo de lo oscuro, lo tenebroso, de la muerte? ¿No era que lo usábamos en el luto?
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| ¿No necesita presentación, no? |
Incluso, últimamente (no sé si lo habrás notado) es parte de los uniformes de peluqueras, chef, camareros. Todos oficios relacionados con manchas: el negro lo oculta todo. O bien, relacionado con profesiones que revelan la autoridad, p.ej., los jueces o las togas de los académicos.
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| van der Weyden, Felipe el Bueno, 1450 |
El negro era un tinte textil muy difícil de conseguir y poco resistente a los lavados. Mientras se iban descubriendo nuevos tonos, el negro se resistía y, ya sabes, lo que es inaccesible pasa a ser un objeto exclusivo y de lujo. El que instauró la moda de vestirse de negro fue el duque de Borgoña, Felipe III el Bueno, a partir del sg. XV. Su corte era de las más lujosas de Europa (este ducado ocupaba sur de Francia, Suiza, Luxemburgo y los Países Bajos) y marcó la tendencia. Los tintes cada vez eran más accesibles y la nueva clase social de los burgueses se vestían con colores vivos, así que, para diferenciarse de éstos, el duque optó por imponer el negro para los nobles.
Por esas cuestiones dinásticas la
zona de los Países Bajos del ducado de Borgoña pasó a ser parte de España. Y
entonces, el negro también fue adoptado por la corte española.
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| Sánchez Coello, Felipe II, 1580 |
Sin embargo, hubo un detalle que
impulsó este uso aún más: los españoles descubrieron en América el palo de
Campeche, una resina que lograba un negro más estable, intenso y más fácil de
procesar; la Corona española tuvo la exclusividad de su comercialización. Y,
por supuesto, se puso de moda e invadió a todas las cortes europeas. El negro
hacía resaltar los cuellos almidonados de encajes. Se convirtió en símbolo del
poder, representando al soberano como un personaje virtuoso y austero.
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| Rembrandt, Dama y caballero en negro, 1633 |
Curiosamente, la Reforma
protestante también influyó en este desarrollo. A pesar de ser un tinte caro y
con el monopolio de comercialización por parte de los españoles católicos,
Lutero lo adoptó como signo de austeridad y falta de ostentación, de renuncia
frente al colorido de las telas y los colores litúrgicos de la Iglesia
católica.
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| Hals, Regentes del Asilo de Ancianos, 1664 |
Así es como, por distintos
caminos, se llegó a lo mismo: el negro, como símbolo de austeridad, sencillez,
renuncia al colorido, templanza, elegancia. Mensaje contradictorio, porque, en
realidad, el proceso de teñido era muy caro.
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| Renoir, Muchachas de negro, 1881 |
Fue recluido al luto con el
Rococó: basta ya de negro, de oscuridades, vivamos la vida, disfrutemos de los
colores. Hasta que llegó la Revolución Francesa y luego, la Revolución
Industrial y las grandes ciudades: el negro se hizo popular y llenó las calles,
claro que con tintes más baratos y menos estables.
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| Tissot, Hora del té, 1872 |
Se convirtió así en un color aspiracional, para aparentar un estatus más alto.
La consolidación como color
elegante fue a partir del Little Black Dress de Coco Chanel, en 1926. Ella
decía que una mujer sólo necesitaba una falda negra, un suéter negro e ir del
brazo del hombre al que ama.
El negro te salva en todas las
ocasiones, se puede usar todo el día sin problemas. No te arriesgas, vas a lo
seguro.
Sin embargo, es un color difícil
de llevar. No le queda bien a todo el mundo y según tu tono de piel habría que
buscar matices más cálidos o fríos en el mismo tono. Como absorbe todos los
otros colores, puede hacerte ver más pálido u ojeroso. Si te van a filmar en
un estudio de TV, con luces potentes, mejor no lleves negro: dependiendo de la
calidad de la luz artificial, las telas pueden verse desgastadas, grises,
azules, sucias, todo menos negro profundo. A su vez, si lo combinas con otros
colores, éstos destacarán más.
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| Negro+naranja |
Pero en este sentido, cuando lo combinas, hay que tener mucho cuidado con el mensaje que das. Según la psicología del color, el negro añade emociones negativas al color con el cual lo combinas y puede acrecentar el contraste del color asociado; puede aminorar el valor emocional del otro color, dotándole de connotaciones de protección, misterio, autoridad, miedo. P.ej., lo típico, negro y naranja para Halloween: el naranja es un color dinámico, alegre, relacionado con el otoño; si lo combinas con negro, el naranja pierde esa alegría porque está rodeado por la noche y el terror. Rojo con negro te indican una pasión peligrosa.
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| Negro+rojo |
Muchos te dirán que azul y negro es una pareja poco apropiada. El azul, que produce confianza y calma, combinado con negro alude a la oscuridad de la noche, que no necesariamente remite a lo peligroso, sino a lo misterioso o a la protección. Por eso, al unir la confianza y la protección o sentimiento de autoridad, se utiliza en colores corporativos o uniformes para dar sensación de profesionalidad (perfecta combinación para una entrevista de trabajo).
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| Negro+azul |
Unido al verde es otra combinación extraña: el verde, que es referencia de la naturaleza y de la vida, con el negro no puede resultar bien.
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| Negro+verde |
Negro y blanco es el contraste máximo, incluso en el nivel emocional: día/noche, bien/mal; no hay grises, implica claridad, seguridad.
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| Negro+blanco |
Al amarillo le apaga su vitalidad. Con dorado es expresión del máximo lujo y sofisticación.
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| Negro+amarillo |
¿Y por qué lo consideramos elegante?
Al absorber todas las ondas de luz, la atención se concentra en la forma, en la silueta, no en el color (típico que ciertos aparatos electrónicos sean negros para apuntar a la funcionalidad y el diseño). Es atemporal, fuera de los vaivenes de la moda: puedes tener un abrigo negro por años… Comunica autoridad, autodominio, sencillez, misterio.
¿Qué te parece? ¿Cuánto ocupa el negro en tu vida?

Fantin-Latour, La lectura, 1877
Si te interesa el tema de las
emociones y los colores, mira este artículo.
Fuentes:
Heller, E. Wie Farben auf Gefühl und Verstand
wirken.
München,
Droemer V., 2000
Museo del Traje. Modachrome.
Madrid, Min. de Cultura, 2007
Thiel,
E. Geschichte des Kostüms. Berlin, Henschel V., 2000
















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