Cassatt, El té, 1879 |
Hace un tiempo me topé con este
cuadro en un libro. Ya lo conocía, pero algo me llamó muchísimo la atención.
Me encanta invitar a tomar el té,
sacar la mejor vajilla, el mejor mantel y preparar sandwichs, scones y tartas…
A la inglesa. Pero en este cuadro no hay delikatessen y una de las figuras no
parece estar muy cómoda. ¿Por qué?
LeBlanc Stewart, Five o'Clock Tea, 1884 |
La sociedad del siglo XIX funcionaba
con unas reglas de protocolo muy estrictas. Esto le afectaba especialmente a
las damas de clase alta. Tenían un buen pasar, una buena vida, pero… esta misma
vida podía resultar una cárcel. La misión de la mujer era administrar la casa,
criar a los hijos y nada más. Pintar, tocar algún instrumento musical, escribir
libros, eran actividades que se consideraban un pasatiempo, porque una dama no
debía trabajar ni tener una profesión.
Cucuel, Té en el parque, sg. XIX |
Berthe Morisot se las vio negras más de
una vez (para saber más, lee este post anterior), y, de hecho, a pesar de haber
participado en 7 exposiciones de los impresionistas, en su acta de defunción
aparece como “sin ocupación”. Mary Cassatt, al ser americana y no haberse
casado, tenía más libertad.
Leslie, Té, 1894 |
Una manera de salir de la rutina
hogareña era cultivar las relaciones sociales. París estaba lleno de
cafeterías, pero estaba mal visto que una mujer fuera sola a esos lugares. Entonces, sólo quedaba invitar a las amigas a tomar el té (o armar
cenas-tertulias: esto te lo cuento otro día). Esto no se hacía así nomás, no.
Se debía enviar una tarjeta de invitación (no había teléfono, claro; ya existía
el telegrama, pero no se solía usar en estos casos) y los invitados confirmaban
su asistencia también con una tarjeta. Y después había que devolver la
invitación, con el mismo trueque de tarjetas. El ir y venir de éstas creaban
una verdadera “red social”.
Las visitas inesperadas no caían
bien, pero ocurrían. Es la situación que presenta Cassatt en su cuadro: lo
sabemos porque la visita no se ha quitado los guantes ni el sombrero, señal de
que no piensa quedarse mucho tiempo allí. El protocolo indicaba que sólo se podían quitar si la anfitriona así lo indicaba. Por eso el gesto de la figura de la izquierda y la falta de delikatessen.
Cassatt, La taza de té, 1879 |
Al tiempo, se instauraron los Tea Gardens,
donde podían asistir mujeres y hombres, y los Salones de Té. El primero, en París,
el de los hermanos Mariage (1854), que todavía existe.
¿Y qué hacer ante semejante
evento? La cartera, sobre la falda o colgada de la silla. La servilleta, sobre
la falda. La cucharita, jamás dentro de la taza.[1] El azúcar y el limón se ponen primero en la
taza, luego se vierte el té. El té con
leche es costumbre francesa y se pone a lo último, pero nunca leche con limón. No
levantar el meñique al tomar la taza y no mirar por sobre ella (¡justamente lo
que hace la invitada del cuadro!). Se come primero lo salado y luego lo dulce.
Los scones se parten por la mitad, se untan con mermelada, mantequilla, etc. y
se comen con la mano. No estaba bien visto aceptar una segunda taza de té,
porque se lo consideraba estimulante.
Monet también recibía a sus
invitados con té. Había tomado la costumbre cuando vivió en Inglaterra. Lo
servían en el jardín o junto al estanque de los nenúfares. Uno de los criados
traía el agua hirviendo y su mujer o su hija lo preparaban en la tetera (como
corresponde, según el protocolo inglés), con tés especiales traídos de la
India, o con infusiones de hierbas que cultivaban ellos mismos. Lo acompañaban
con scones, galletas de castañas, tostadas de canela o la Tarte Tatin. (Si quieres saber más, lee este post anterior.)
Monet, Vajilla de té, 1872 |
Para que deleites tu día, te dejo
una de las recetas de la familia Monet. ¡Que la disfrutes con un rico té, en
honor a los impresionistas!
Fuentes: Joyes, C. Monet’s
table. New York, Simon & Schuster, 1989
Pettigrew,J.-Richardson,
B. A Social History of Tea, Danville, Benjamin Press, 2001
Todd, P. The
impressionists at home. London, Thames and Hudson, 2005
Traducción de la
receta: C.del Rosso
[1] La
etiqueta en Inglaterra indicaba que si el invitado no quería más té debía
colocar la cucharita cruzada sobre el borde de la taza o dentro de ella.
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