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jueves, 15 de septiembre de 2016

Ola de calor

(Imagen: C.del Rosso)
Decidí dedicar todo el día a visitar exposiciones. Con el calor que estaba haciendo, ¡qué mejor! Mientras afuera el asfalto se derretía, yo disfrutando de arte, ¡genial!

Fui primero al Thyssen. No quería perderme la muestra de Caravaggio, que ya está por terminar. Mucha gente, no me lo imaginaba. Pero no tuve que esperar mucho: todo muy bien organizado. Claro, adentro, se apelotona la gente delante de los cuadros, pero, bueno, esto es así. Me gustó la propuesta: la evolución de Caravaggio a través del tiempo y  su influencia en artistas posteriores. Hay pocos cuadros suyos, queda gusto a poco, pero es interesante verlos junto a los de otros autores que aprendieron de él. Y uno compara… ¡Un pintor impresionante!


Caravaggio, Muchacho mordido por un
lagarto, 1595



El claroscuro lo tiene como maestro, es el que inició el tenebrismo del barroco… pero juega tan bien con la luz que no da esa impresión. Las sombras no coinciden, son contradictorias a veces, pero todo es armónico, no distorsiona la sensación de realidad. ¡Y cómo capta el gesto! Me encanta “Muchacho mordido por un lagarto”. ¿Cómo habrá tenido que posar el modelo? 










¡Y cómo trabaja la piel humana! A veces parece como si fuera de porcelana. ¡Fíjate en el carnero del “Sacrificio de Isaac”! Barbas, terciopelo, metales, puntillas, racimos de uvas… es capaz de representar todo tipo de texturas sin problemas. 

Caravaggio, Sacrificio de Isaac, 1603



Al mismo tiempo, trata temas cruentos con toda delicadeza y sin dejar de ser realista: no abunda en chorros de sangre en cabezas decapitadas o en la Coronación de espinas de Cristo. 









Baburen, Joven cantando, 1622


Me quedé mirando especialmente los cuadros de Baburen y de ter Brugghen: no sé por qué el barroco de los Países Bajos me atrae tanto. 










Y al final del recorrido el último cuadro de Caravaggio: “El martirio de Santa Úrsula”. Un revolucionario, con una vida tormentosa, que inventó una nueva manera de pintar.


Caravaggio, El martirio de Santa Úrsula, 1610

Caillebotte, Pintores de edificio, 1877
Salí un rato a comer y a despejarme, y volví a entrar para ver la exposición de Caillebotte. Pasé del barroco al impresionismo, qué cambio de estilos… No había casi gente, no entendí. ¿Es que la gente sólo quiere ver a Caravaggio? Es normal, ¿no? No cualquiera se ve 3 expos en un día… ¿O es que Caillebotte sigue siendo un gran desconocido? Ya te conté otras veces algo sobre este pintor. La muestra está enfocada en su doble faceta de pintor y jardinero. 



Caillebotte, Piraguas, 1877
No es una exposición grande, se puede ver con toda tranquilidad. Han traído pocos cuadros emblemáticos, pero no hay que desmerecer el esfuerzo de armar una exposición así, pues la mayoría son cuadros de colecciones privadas, que de otra manera no podríamos ver. Es interesante ver cómo cada uno de los impresionistas adecuaron la nueva técnica según su personalidad… 







Juega con la pincelada corta, rayas pintadas con mucha densidad de color... y por supuesto, la observación del color y la luz a la Monet. No faltan sus hermosos cuadros de rosas, margaritas, orquídeas, dalias… todas cultivadas por él mismo, pintadas para hacerlas perdurar un poco más…
(Imagen, C. del Rosso)



De allí me fui a CaixaForum: ¡todavía me quedaban energías para otra expo más! No quería perderme la de la Phillips Collection. Es una muestra itinerante para celebrar su 95º aniversario; abarca desde mitad del sg. XIX hasta fines del sg. XX. Muy bien presentada, con cuadros muy bien elegidos, no hay ninguno que desentone. 








Matisse, Interior con cortina egipcia, 1948



Desde el fantástico “Caballos saliendo del mar” de Delacroix, Constable, Corot, Courbet, pasando por van Gogh, Degas con sus bailarinas, Monet, Sisley con su paisaje de nieve, Cézanne y su montaña de St. Victoire… De tiempos más cercanos, varios Picassos, Bonnard, Braque, Modigliani y Matisse… Y ya artistas de nuestro tiempo, como Nicholson, Kandinsky o Rothko, Pollock, de Stäel o Gottlieb











de Stäel, Fuga, 1951

Creo que superé mi propia marca… ¡Ni te imaginas cómo terminé de cansada! Pero lo disfruté y aprendí tanto, que valió la pena…











Si quieres pasear por las exposiciones (sin cansarte como yo) puedes verlas en estos links:

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