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jueves, 30 de octubre de 2014

Rubens: mediador para la paz



Autorretrato, 1639
Rubens no sólo es el pintor de señoras gordas, retratos increíbles, escenas mitológicas y cuadros religiosos, sino también un diplomático que se movía como pez en el agua en las Cortes europeas. 

Retrato del duque de
Lerma, 1600
Sabía varios idiomas (latín, alemán, español, italiano, francés, inglés…), era un hombre cultísimo, apasionado por la Antigüedad Clásica, con modales propios de un noble y admirado por todos.
Su primera misión fue a los 23 años: el duque de Mantua lo envía como embajador a España, y qué mejor, pues Rubens era católico y de Flandes. Después de innumerables contratiempos, debidos a su inexperiencia, encuentra a la Corte en Valladolid, pero el embajador italiano, Iberti, se “olvida” de presentarle al rey Felipe III. Sin embargo, este viaje a España le servirá para hacer sus primeros contactos, p.ej., pintará el retrato del duque de Lerma.




Archiduquesa Isabel,
1609
Su fama se hará cada vez mayor y, ya en su tierra, será nombrado pintor de la Corte por los archiduques Alberto e Isabel, hija de Felipe II.
Flandes estaba en una situación agónica por tantos años de guerra contra Holanda. Para España, mantener este frente abierto significaba descuidar las colonias ante el avance marítimo holandés y un enorme gasto de dinero, que sólo se podía afrontar subiendo impuestos y con el oro que llegaba del Perú. Ante esta situación, y en un intento de lograr la paz, Isabel envía a Rubens como diplomático a las cortes españolas e inglesa: era un artista reconocido y solicitado por reyes y nobles; su presencia no hubiera parecido extraña para nadie. Luego de la toma de Breda en 1625, se tenía la esperanza de lograr la paz por medio de una alianza entre España e Inglaterra contra Francia, que a escondidas colaboraba con los holandeses. El principal obstáculo: España, defensora de la fe católica, no debía aliarse con la nación protestante.

Retrato ecuestre de Felipe IV, 1628
Al comienzo se vale de sus relaciones familiares y profesionales, moviéndose en secreto entre Bruselas y La Haya; mientras, se comunica por carta, en códigos cifrados, con sus contactos en Francia e Inglaterra. Para lograr un acuerdo se reúne en Utrecht con Balthasar Gerbier (amigo, pintor y diplomático bajo las órdenes del duque de Buckingham) y sir Dudley Carleton (a quien había conocido años antes por unas inversiones en arte). Por mediación de la archiduquesa, Felipe IV acepta que “un mero pintor” se encargue de esta tarea. Rubens viaja a Madrid en 1628 con la excusa de pintar al rey; mientras hace su retrato a caballo, lo va convenciendo de la posibilidad de la alianza.






van Dyck, Carlos I de Inglaterra,
1635


El rey lo envía a Londres. Cruza el Canal de la Mancha a bordo de un barco inglés para no despertar sospechas, como embajador oficial, con el título de “Secretario del Consejo Secreto de los Países Bajos”. Carlos I se sintió especialmente honrado al recibirlo, pues era gran conocedor de arte y le tenía gran admiración. 



Finalmente, el pintor logra convencerlo de la necesidad de este pacto. En 1630 se firma el Tratado de Madrid, con Carlos Coloma, embajador español en Londres, y Francis Cottington, enviado del rey inglés. Por sus servicios, Rubens es proclamado “Sir” por Carlos I y “Caballero”, por Felipe IV. Rubens le regala a Carlos I su cuadro “La alegoría de las bendiciones de la paz”.

Alegoría de las bendiciones de la paz,
1629

Su único interés era terminar con el horror de la guerra: la había sufrido ya de niño y fue testigo del paulatino debilitamiento de su tierra. Al poco tiempo supo que su labor había sido en vano: Holanda siguió atacando a Flandes y España firma a escondidas una alianza con Francia, por temor a una invasión inglesa. La paz con Holanda llegará recién en 1648, pero el pintor-diplomático-espía no llegará a verla: muere en 1640.

Kaulbach, H.-M-, Peter Paul Rubens: Diplomat und Maler des Friedens. Münster, 1998;
Lamster, M., Master of Shadows: the secret diplomatic career of the painter Peter Paul Rubens, New York, Anchor, 2010;
Néret, G. Rubens, Köln, Taschen, 2006



2 comentarios :

  1. Excelente retrato del pintor y su época. Estamos acostumbrados a ver las obras sin tener en cuenta el contexto histórico en el que vivió el artista.

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  2. Gracias por tu comentario. Creo que Rubens es un gran desconocido para la mayoría. Sus obras hay que verlas con detenimiento. Y su vida es realmente apasionante. Lo increíble es que, si bien tenía un taller que funcionaba como una empresa, ¡su actividad diplomática no le impidió seguir pintando!

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