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jueves, 6 de marzo de 2025

Ser pintora, su vocación


Modersohn-Becker, Autorretrato con fondo verde, 1905

Paula Modersohn-Becker

Para el Día de la Mujer de este año se me ocurrió contarte la vida de Paula Modersohn-Becker. ¿La conoces?

Fue una pintora ¿expresionista? alemana. (¿Se la podrá encasillar como expresionista?)

Si me sigues en las redes (tienes los enlaces a la derecha), habrás visto que estaba leyendo en la piscina un libro gordo sobre esta artista. Poco práctico, sí, pero era la manera de obligarme a leerlo entero. (También tengo libros para cafeterías y consultas médicas más delgaditos y livianos; otros para leer en casa…)



No hay nada mejor, creo yo, que consultar el diario o cartas de un artista para conocerlo por completo. Y en este caso se aplica con todo.

Paula Becker era de Dresde. Siempre fue muy inquieta, con ambiciosos intereses. En su infancia, la familia se trasladó a Bremen. Cuando era adolescente se fue a vivir un tiempo a Londres, a lo de una tía, para aprender inglés. Allí estudió dibujo, como complemento de su formación. Cuando volvió a Bremen, el bichito de la Pintura ya la había afectado y tomó la decisión de ser artista; primero, en su ciudad y más tarde, en Berlín. Su padre la apoyaba, pero le insistió en que tuviera otra profesión: se recibió de maestra. En una excursión con la familia a Worpswede descubrió a la famosa colonia de artistas que allí se había instalado; el ambiente le fascinó y esto reforzó su vocación.

Modersohn-Becker, Naturaleza muerta
con pecera, 1906


Viaja mucho, siempre con muchas ganas de conocer museos y el arte de su tiempo. Es muy crítica con lo que ve. Adora a Rembrandt, pero el camino a seguir se lo señala Cézanne. En 1898 se va a vivir a Worpswede. El contacto lo hace una amiga de la madre y le recomiendan que estudie allí con Mackensen. Conoce a la que será su gran amiga, Clara Westhoff, escultora, quien será más tarde la esposa de Rilke, el poeta. Los padres no están de acuerdo con que se vaya de la casa, a una sospechosa colonia de artistas, pero tratan de comprenderla.

En el grupo de Worpswede se encuentra Otto Modersohn, once años mayor que ella, pintor ya establecido y famoso. Ella conocía sus cuadros y lo admiraba ya antes de conocerlo. Los presentaron en una fiesta del grupo. Cuando ella le mostró sus trabajos, a él le parecieron muy buenos y ella quedó muy sorprendida: que un artista como él ¡le diga eso!!!

Paula allí es feliz. Varias veces repite “¡Esto es vida!”. No, no es vida, “es un sueño”.

Modersohn-Becker, Modersohn durmiendo, s.f.


En 1900 se va a vivir a París unos meses. Paula se siente insegura, sabe que no tiene formación suficiente y se inscribe, junto con Clara, en la Academia Colarossi, que aceptaba mujeres. No tiene mucho dinero: había recibido la herencia de un tío, pero pronto se le acabó y no tenía ni para comer; estaba muy débil. Mientras tanto, la esposa de Modersohn muere y él queda a cargo de la pequeña Elsbeth, su hija. 

Modersohn-Becker, Niña sobre tapete rojo, s.f.


Paula vuelve a Worpswede y comienza la relación con Modersohn, que será el amor de su vida. Él había enviudado hacía apenas 4 meses y mantuvieron la relación en secreto (el luto era muy estricto, lo vimos por aquí). Ella está feliz, muy feliz. Ella llevará alegría al hogar, será como una madre para Elsbeth y será una gran compañera para Otto, con quien puede compartir ideas e intereses. Antes de casarse los padres le aconsejan ir a Berlín a tomar cursos de cocina y de manejo de la casa. No aguanta más de 2 meses y se vuelve. Se casan en 1901: ella tenía 25 años y él, 36. No será un ama de casa típica, no te creas: nada puede interferir en su trabajo como pintora; ocupaba el taller mañana y tarde con un rígido horario de trabajo. A Otto esto no le importa, aunque reconoce que las prioridades de su esposa pasan por otro lado. Mientras él pueda trabajar tranquilo, la casa funcione y la niña esté cuidada…

Modersohn-Becker, Retrato de niña, s.f.


Sin embargo, las cosas no van bien. Ella necesita ver arte, exposiciones, aprender. La persigue esa sensación que hoy llamamos “síndrome del impostor”. Quiere ir a París. Allí está toda la movida cultural. Por otro lado, a Modersohn no le interesa. Prefiere estar en el campo, en medio de la naturaleza, en paz; odia la ciudad. No comprende la pintura moderna. Detesta a Monet (que seguía activo por esas fechas). Es que el ideal del grupo de Worpswede era revivir el espíritu de la Escuela de Barbizon (lo vimos por aquí) y llevarlo a Alemania. O sea, seguir el camino de Millet, Cottet, Rousseau… A Paula también le gusta la paz del campo, los paseos por el bosque, pero siente la necesidad de formarse, de estar donde están las oportunidades.

Modersohn-Becker, Paisaje con luna, s.f.


En su diario, Modersohn comenta que Paula es una gran pintora, que está avanzando muchísimo. Que siempre tiene la opinión justa sobre todos los temas. Pero qué lástima que nadie repare en ella, nadie pregunta por lo que está haciendo… Ella era para todos la señora de… y su actividad como pintora pasaba para los demás como un hobby (salvo algunas excepciones, como para Rilke). Modersohn permite que ella viaje a París.

Modersohn-Becker, Rilke, 1906


Cuando vuelve, Paula comienza a ahorrar para otro viaje a París. Le asfixia Worpswede con su provincialismo. Nadie sabe de sus intenciones, salvo su querida hermana Herma, que está estudiando allí. Ni siquiera su marido: tiene la firme convicción de separarse de él y poner por delante su vocación de pintora. Se lo dice a último momento.

Allí se encuentra con su hermana. Es tal la inseguridad por su formación, que se inscribe como alumna en la Academia Julian.

Otto no logra entender lo que está pasando. Si todo estaba en orden… Ella le insiste en que, si quiere salvar el matrimonio (y el hijo tan deseado, que no llega), que se vaya a vivir con ella a París.

Modersohn-Becker, Naturaleza muerta, 1907


El decide ir a verla para convencerla de que regrese con él, pero cuando está dispuesto a partir, muere su madre. Viaja de todas maneras a París, pero con la muerte de su madre todavía muy fresca en su alma. No logra nada: ella ya ha tomado una decisión. La vida es una y tiene que pensar en sí misma. La madre, la hermana, los amigos hacen todo lo posible para convencerla de que vuelva con su marido. Ella les contesta cortésmente, pero no va a cambiar de decisión por nada del mundo.

Rilke, después de tantos años de amistad, ve por primera vez sus obras y se ofrece a ayudarla en París. Paralelamente, Modersohn se va decepcionando del rumbo que ha tomado Paula en su estilo. Demasiado moderna para él: tiene sentido del color, pero no respeta las proporciones, la anatomía. Para él, tiene demasiado talento pero contaminado por las nuevas teorías.

Modersohn-Becker, Zanja en el pantano,
1900


Las cosas no van bien para ella. Quiere ser independiente, no quiere volver con su marido, pero no tiene dinero para sobrevivir. Les pide plata a los amigos, a su hermana. Si logra una venta (vendió sólo 5 cuadros en vida), sirve sólo para saldar deudas. Más de una vez se ve obligada a pedirle dinero a Modersohn. Le suplica que le pase una mensualidad para no tener que humillarse de esa manera. Él la ayuda, pero no hace esa concesión.

En 1906 Modersohn vuelve a París a buscarla. Paula, finalmente, entiende que su tan ansiada libertad para trabajar no es tal si no tiene dinero para sobrevivir y que su marido le da la paz y tranquilidad para poder pintar. Vuelven los dos juntos a Worpswede.

Modersohn-Becker, Paisaje gris con canal del
pantano,s.f.


En febrero de 1907 queda embarazada. Tendrán una niña a la que llamarán Mathilda, como la abuela. El médico le recomienda reposo. A los 20 días el Dr. le permite levantarse de la cama. La llevan hasta el salón, le traen a la niña y dice: “Ahora es casi tan hermoso como Navidad. ¡Qué lástima!”. Y murió en ese instante, por una trombosis post-parto.

Paula Modersohn-Becker dejó más de 700 óleos, miles de dibujos y grabados. Se inspiraba especialmente en Cézanne, en Gauguin, en Van Gogh. No fue feminista según cómo lo entendemos hoy. Quiso abrirse paso en el difícil mundo del arte; no quiso dejar de lado su vocación y luchó por sus convicciones. Tuvo muy poca ayuda, pocos creyeron en ella. Después de su muerte se hicieron muchas exposiciones con sus obras, se la dio a conocer y hoy es considerada como una de las grandes pintoras alemanas.

Fuentes: Bush, G.- v. Reineken, L. Paula Modersohn-Becker

Frankfurt, Fischer, 2007


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