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jueves, 15 de agosto de 2024

Y la estatua habla

 

Regnault, Pigmalión, 1786

El mito de Pigmalión

Había una vez un rey, el rey de Chipre. Se quería casar, pero no encontraba a la mujer perfecta. Estaba desilusionado totalmente de las mujeres: histéricas, problemáticas, complicadas... Para matar el tiempo y no sentirse solo, se dedicó a la Escultura.

Se puso a tallar figuras de mujeres, ésa que él buscaba infructuosamente. En blanco marfil. Y lo consiguió: logró una estatua preciosa, la representación exacta de sus anhelos. Pigmalión construyó en piedra la idea de mujer, mejor dicho, su idea de mujer.

En unas celebraciones a la diosa Afrodita (Venus, para los romanos), la diosa del amor, Pigmalión le rogó a la diosa que le diera una esposa como la estatua, así de perfecta y a su medida. Vamos, que le puso condiciones a la diosa… ¿Y si no era igual? ¿Y si a Afrodita se le antojaba recomendarle a otra???? (Vamos, que se quería fabricar una esposa a su medida...)

Bargellini, Pigmalión, 1896


Pigmalión volvió al taller y se quedó contemplando horas a su creación. Y la estatua comenzó a cobrar vida. Ya no era marfil duro y frío. Se movía. Pensó que era un sueño, no, Afrodita lo había escuchado. No le regaló una como, sino que le insufló vida a la estatua. Más fácil que buscarle una especialmente. La llamó Galatea. La historia terminó bien: se amaron, tuvieron una hija, y todos felices.

Daumier, Pigmalión, 1842 (grabado)



¿Te suena esta historia?

Ha sido adaptada, rehecha, actualizada a nuestros tiempos de todas las maneras posibles. Allí tienes la historia de Pinocho, por ejemplo. Y si te gusta el cine: “My fair lady” o “Pretty woman”, entre tantas otras (que toman la versión de la obra de teatro de B. Shaw, Pigmalión).

Pecheux, Pigmalión y Galatea, 1784


En Pintura fue inmortalizada una y otra vez. Ya aparece en el sg. XVI con Bronzino (eso, sin mencionar los mosaicos y frescos antiguos que nos han llegado).

Bronzino, Pigmalión, 1530


Burne-Jones (de quien te hablé por aquí) hizo una serie de cuatro cuadros con este tema.

Burne-Jones, Pigmalión, 1878


Si te fijas, hay ejemplos en los que Pigmalión está solo en el taller; otros, con mucha compañía, y de todo tipo: desde espectadores incrédulos, sirvientes o pequeños cupidos, con sus flechas del amor ya listas para ser disparadas.

Lemoyne, Pigmalión, 1762


Si tuviera que elegir… No sé con cuál quedarme: o el de Gérôme, por la composición y la perfección que lo caracteriza, por su visión “cinematográfica” (antes del cine) (hablamos de él por aquí). O bien, el de Regnault. En éste, la pose de la estatua es tan humana, que te olvidas de que es de piedra. Sólo que es demasiado blanca para ser de carne y hueso.

Gérôme, Pigmalión y Galatea, 1890


Más allá de la historia, el cuentito, y el discutible afán de buscar a la mujer perfecta, diseñada a gusto y necesidades personales, este mito es una metáfora de la creación artística. El artista como creador.

Se cuenta la anécdota de Miguel Ángel, que, al ver lo que había logrado con su Moisés, le ordenó que hablara. Obviamente, su Moisés era de piedra y no podía concederle ese deseo. Miguel Ángel, quien no era lo que se dice un hombre amable y sereno, le dio un martillazo a la rodilla de su estatua. Todavía se puede ver la huella de ese golpe aún hoy.

Miguel Ángel, Moisés, 1537 (detalle)


Pigmalión es un creador que no puede dar vida a sus creaciones; sólo puede aproximarse, imitar, provocar la ilusión de realidad. Sólo a través del amor lo logrará.

 

Fuentes: Cansik, H.-Schneider, H. Der Neue Pauly. Stuttgart, Metzler V., 1996

Grimal, P. Diccionario de mitología griega y romana. Bs.As., Paidós, 1981

Ovide, Les Métamorphoses. Paris, Les Belles Lettres, 2021

 

 

 

 

 

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