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jueves, 4 de abril de 2019

Un día con los rusos

Malevich, Deportistas, 1926


No, no fui a Rusia. Pero estuve casi todo un día con ellos, mejor dicho, contemplando cuadros de autores rusos.

Es como si se hubiesen puesto de acuerdo: en la Fundación Mapfre de Madrid, la vanguardia rusa; en el Thyssen, una pequeña exposición sobre sus pintoras. 

Udaltsova, Restaurante (construcción
cubista), 1915 (Imagen: C. del Rosso)
Dudé un poco: ¿no será mucho ver las 2 en un mismo día?  Me largué a ver la de la Mapfre temprano y después al Thyssen. Me equivoqué: fue demasiado. La expo de la vanguardia rusa es muy extensa y hay que verla con detenimiento, da como para 2 horas. La del Thyssen es sólo una sala.

















No sé mucho sobre pintura rusa, salvo los nombres más sonados: Chagall, Kandinsky, Malevich, El Lisitsky, Sonia Delaunay… De algunos conocía el nombre pero no había visto sus obras en directo: Goncharova, Popova, Ródchenko… Una buena oportunidad para aprender cosas nuevas, aunque no me guste todo, necesariamente.
Malevich, Suprematismo, 1915
(Imagen: C.del Rosso)

Como te decía, la expo de la Fundación Mapfre “De Chagall a Malévich” es enorme: son muchísimos cuadros (cosa que hay que agradecer de manera especial, por el esfuerzo que esto significa). Había bastante gente, aunque no más que otras veces; no tuve problemas para ver las obras como se debe.













La expo plantea el papel de los artistas rusos en la vanguardia de comienzos del siglo XX, cómo reaccionaron frente a la Revolución de 1917 y más tarde, frente al stalinismo. Se apropiaron del lenguaje abstracto, que reivindicaba la liberación del academicismo y de las formas (libertad al fin) y éste terminó siendo para muchos de ellos la causa del exilio: Stalin prefirió el realismo, mucho más adecuado para la propaganda política.


Stepanova, Jugadores de billar, 1920 (Imagen: C. del Rosso)


Verás representantes de muchos "ismos": el geometrismo abstracto o suprematismo de Malevich, el orfismo de Sonia Delaunay, el rayonismo de Lariónov y Goncharova, constructivismo, futurismo, cubismo… Todos buscan en Occidente un lenguaje nuevo, pero la tradición folclórica rusa, con sus bordados, trabajo de patchwork o esmaltados en cloisonné están en la base de toda su experimentación. Parten de lo propio para lograr un lenguaje universal. Con el cubismo buscan la fragmentación de las figuras y le añaden el movimiento de los futuristas: es el fenómeno del “cubofuturismo”.

Chagall, El paseo, 1917
El mundo de los sueños de Chagall siempre atrae. Me llamó muchísimo la atención su cuadro “El paseo”. Un cielo en blanco, con un entramado de figuras geométricas en distintos matices, figuras que aparecen por los cantos del lienzo, un bodegón, unas ramas, y él con su señora flotando de manera insólita. Me encantó: es uno de esos cuadros que colgaría en mi casa… Si te gusta este pintor, hay varias obras suyas; incluso hay una sala con sus diseños de escenografía.








Lentúlov, a quien no conocía ni de nombre. (¿Y tú?) 


Lentúlov, Catedral de San Basilio, 1913
(Imagen: C. del Rosso)
En “La Catedral de San Basilio” aún más. Es un cuadro enorme, lleno de detalles; tiene unas estrellas pegadas en papel dorado. Es realmente impresionante, como para quedarse viéndolo un rato largo.

Noté con sorpresa una constante entre todos ellos: verde esmeralda por todos lados, combinado con rosa en todos sus matices. Es un verde alegre, dinámico, que resalta en toda composición, muy difícil de usar. Me encantó.











Está “El ciclista” de Goncharova, que había visto en reproducciones, y en realidad, muy malas…: es interesante ver cómo maneja la representación del movimiento por repeticiones de las formas, tomado del futurismo italiano. Más allá, sus lirios rayonistas: rayos de luz que descomponen los objetos en distintas direcciones.


Goncharova, El ciclista, 1913


Kandinsky, Dos jinetes y figura reposando,
1909 (Imagen: C. del Rosso)
Por supuesto, 3 Kandinskys: dos muy coloridos de su época expresionista en Baviera y otro, en esas formas abstractas a las que nos tiene acostumbrados.





















Malevich, Cuadrado negro sobre blanco, 1923
Y bueno, el famoso “Cuadrado negro sobre blanco” de Malevich, polémico y siempre muy mal explicado. A su lado, la “Cruz negra” y “Círculos negros”. Pura experimentación de forma y fondo y búsqueda de lo Absoluto, como en los iconos. Ya había visto algunas obras suyas, pero en esas oportunidades no había notado el craquelado en estos cuadros. 

Me intriga bastante, pero no he encontrado la respuesta. Alguien me dijo que es lo usual en obras de vanguardistas rusos. Un craquelado ocurre cuando usas diluyentes grasos en las capas inferiores de pintura y luego sigues con otros a base de alcohol, como la trementina. ¿No sabrían esta regla básica de la Pintura? No lo creo. ¿Sería debido a malos materiales? ¿No podían conseguirlos de calidad? Más bien parece algo hecho a propósito, porque el craquelado ocurre sólo en ciertas zonas, y no exclusivamente en Malevich. Esto ocurre, p.ej., en el negro del “Cuadrado negro” o en los pantalones, también negros, de sus “Deportistas”. Y ya que estamos, me encantó ese cuadro: unas figuras estáticas, dispuestas a saltar como en una barrera para una falta de fútbol: puro efecto de ritmo con colores.

Ródchenko, La línea (nº 128), 1920 (Imagen:
C.del Rosso)
Y luego, Ródchenko: el opuesto a Malevich. En éste el fondo rodea a la forma; en cambio, en Ródchenko, las figuras geométricas, sus líneas, surgen del fondo, pasean por la superficie.













Con Matiushin, la interacción de los colores. Y de nuevo la sensación de patchwork, de bordado folclórico con Filónov. Sus obras parecen mosaicos, mapas…
Matiushin, Movimiento en el espacio, 1921 (Imagen: C.del
Rosso)
Filónov, Fórmula de la primavera, 1927
(Imagen: C. del Rosso)
Me senté un rato afuera; a mi lado, una señora estaba en el mismo estado que yo y nos pusimos a conversar. Paré otro rato para comer y ¡al Thyssen! A estas alturas ya me estaba arrepintiendo de mi decisión de ver las 2 expos en el mismo día, pero ya que estábamos en el baile, sigamos bailando…

Como te decía arriba, es sólo una sala. Me resultó muy interesante ver a esas 7 mujeres juntas, poder comparar lo que hacían. Son sólo 12 obras; la puesta en escena es de lo mejor, con muy buenas explicaciones. Me vino bien haber visto la de la vanguardia rusa antes: el mismo contexto, las mismas ideas. Puedes conocer allí a Natalia Goncharova, Liubov Popova, Sonia Delaunay, Alexandra Exter, Varvara Stepanova, Olga Rózanova y Nadeshda Udaltsova. Unos nombres un poco complicados de recordar y nombrar, pero vale la pena conocerlas.

Popova, Arquitectura pictórica, 1918
Rózanova, Hombre en la calle, 1913
Goncharova fue la primera, absorbió las novedades de París y terminó quedándose allí. Rózanova: mucho color y muy relacionada con el movimiento futurista. Udaltsova y Popova eran amigas y fueron a París a estudiar, se quedaron en Rusia después de la Revolución. Udaltsova comenzó como futurista, derivó al cubismo, para quedarse luego en la figuración. Popova fue una de las más representativas; sin embargo, terminó dedicándose al diseño y a la escenografía. Stepanova probó todas las tendencias y también dejó la pintura por las artes decorativas. De Delaunay sabemos un poco más: su trabajo a la par con su marido Robert sobre la simultaneidad del color y su taller de moda en Madrid.











Goncharova, Lirios rayonistas, 1913
Si puedes ir a ver estas exposiciones, te las recomiendo especialmente. Salí con el alma llena de formas geométricas y de colores vibrantes.

Y si no puedes, espero que mi comentario te haya transportado hasta Madrid. Te dejo los enlaces aquí abajo para que las puedas ver online.
















Nota: Acerca del craquelado del cuadro de Malevich, averigüé que es porque, a causa de la guerra, debía usar lienzos antiguos y ya pintados. Con Rx aparece una imagen debajo.



Sonia Delaunay, Tres vestidos simultáneos,
1920 (Imagen: C.del Rosso)





“De Chagall a Malévich: el arte en revolución”, Fundación Mapfre Madrid, Sala Recoletos: hasta el 5 de mayo

“Pioneras: mujeres de la vanguardia rusa”, Museo Thyssen, Madrid, hasta el 16 de junio

Y, si vas a la Fundación Mapfre y te quedan ganas, no te olvides de pasar por el Espacio Miró: vale la pena. Puedes ver mi comentario pinchando aquí.






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