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jueves, 9 de junio de 2016

Poderosas imaginaciones

J.Bosch, panel central de "El jardín de las delicias", ca. 1500

Saqué entradas por internet. Un poco caras, es cierto, pero vale la pena. Mi marido se entusiasmó: el Bosco es su pintor favorito y quiso acompañarme. No es algo usual: admito que es muy difícil para mis familiares seguirme en museos y exposiciones… Ya te lo conté una vez: ¡para mí son como tiendas de dulces!
Y menos mal que saqué las entradas con anticipación: ¡hay colas inmensas!

Si alguna vez has ido al Prado, el Bosco ya será para ti un viejo conocido. Es el museo con más obras del pintor y todo porque Felipe II era un apasionado coleccionista de sus obras.

J. Bosch, El Purgatorio,
Visiones del Más Allá, ca.1500




Quería ver especialmente las obras que trajeron de Holanda y de otros museos; algunas ya las conocía, pero no está mal volverlas a contemplar. Me interesaba especialmente verlas como un todo, como partes de un puzzle que al juntarlas evidencian la personalidad, los sueños y las pesadillas del artista. 











Nos entretuvimos buscando los búhos y las ciudades ardiendo en la noche, las flores exóticas, las burbujas-jaulas y tantas escenas irreverentes para la época. Sin duda, una imaginación y una creatividad poderosísimas, únicas en la Historia del Arte (y creo que no peco de exagerada). Es interesante ver las radiografías y reflectografías a las que fue sometido el “Jardín de las Delicias”, en las que se puede ver su proceso de creación, de composición. Han traído algunos de sus bocetos, impresionantes, ¡dibujos de hace 500 años! En ellos se puede ver el proceso de creación de sus pequeños monstruos… 

J.Bosch, El jardín de las delicias, ca. 1500

¿Cómo hay que ver al Bosco? ¡Qué pregunta más difícil! Todas las grandes obras del Arte tienen más de una lectura. Esta vez me dediqué a buscar qué tiene de renacentista y qué de medieval. Pues es la bisagra entre esos 2 mundos. Sus miedos, alegorías, advertencias, son propias de la última etapa de la Edad Media; la falta de perspectiva, lo mismo. Sus pequeños personajes se han escapado de las miniaturas de algún códice; la simultaneidad de escenas en un mismo cuadro o la falta de sombras también son de esa época. Pero los paisajes esfumados y azules en la lejanía y sus arbolitos ya no son medievales. Cada rostro está individualizado y expresa una emoción diferente a la de su compañero: esto ya pertenece a otra visión del mundo. Es contemporáneo de Durero y Leonardo; sin embargo, es deudor de la tradición holandesa, en relación directa con van Eyck y el Altar de Gante.

J.Bosch, Niño jugando, ca.
1500

Me quedé pensando en Felipe II: ¿qué le atraería de estas obras?, ¿qué le llamaría la atención? Y también pensaba en Dalí, en cuánto le debe como fuente de inspiración…

J. Bosch, Cristo con la Cruz a
cuestas, ca. 1500





Sus obras hay que verlas detenidamente y despacio por su gran cantidad de detalles. La “puesta en escena” de esta exposición atiende a esta necesidad: los trípticos están despegados de la pared, se los puede rodear y ver su parte trasera; las obras se pueden de ver de cerca (quizás muy cerca, para desesperación de los guardias). Eché de menos las indicaciones de medidas y soportes en cada cuadro, pero aparecen en el librito que te dan con la entrada (gratis) con el texto de las audioguías. No hay asientos para quedarse contemplando las obras, algo bastante corriente en exposiciones con aluviones de público.





J.Bosch, La extracción de la piedra de
la locura, ca. 1475
Quizás una exposición como ésta, que se anuncia como LA exposición del verano y que atraerá a miles de turistas, no sea la mejor ocasión para adentrarse en el mundo del Bosco por primera vez. Pero creo que de todas maneras vale la pena, pues se pueden ver todas las obras juntas, en su contexto.

¿Con cuál obra me quedo esta vez? “El jardín de las Delicias”, sin duda. Pero también “Las visiones del Más Allá”, con la escena del Purgatorio como un túnel;  “Cristo llevando la Cruz”, cuya parte trasera muestra un niño jugando, quizás Jesús, un contraste tremendo; y por último, “La extracción de la piedra de la locura”.









G. de La Tour, Cristo y José carpintero, 1645
Después fuimos a ver la exposición sobre Georges de La Tour, que termina el 12 de junio.  Es un pintor que me encanta. Un pintor del barroco francés, muy cerca de Caravaggio, desconocido hasta comienzos del sg. XX. Me fascina su trabajo con el claroscuro, los diversos matices de tierras y la fantástica luz de las velas… Nuestro cansancio físico y nuestro espíritu lleno de las fantasmagorías de El Bosco no nos permitieron apreciarla como se debe. Pero aun así, la luz que se abre paso entre las tinieblas de sus cuadros nos atrajeron y nos llenaron de poesía.

Si andas por Madrid, no te pierdas la exposición de El Bosco. Y si no estás aquí, ojalá que este comentario te haya hecho recorrerla desde la distancia…







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