El concurso
Velázquez, El triunfo de Baco, 1629 |
Madrid, año 1623. Un joven pintor
de 24 años, llamado Diego Rodríguez de Silva y Velázquez, es llamado a la Corte
del rey Felipe IV, que en ese entonces tenía 18 años.
Velázquez, Felipe IV, 1623 |
Los pintores de la Corte en ese
momento eran Eugenio Cajés, Vicente Carducho, Bartolomé González, Santiago
Morán y Rodrigo de Villandrado. Éste último muere en 1622 y su cargo queda
vacío. Pacheco y el Conde de Olivares se mueven rápidamente. Velázquez es
llamado a la Corte y le encargan que pinte el retrato del rey.
Velázquez, Felipe IV a caballo, 1634 |
El rey era tan joven como
Velázquez y nace entre ellos una gran amistad, que sólo se interrumpirá con la
muerte del pintor. Por supuesto, era una amistad con las limitaciones que el
rango de soberano del Imperio Español imponía entre ellos.
¿Podían los otros artistas contra
el talento del recién llegado? ¿Podían ellos complacer los gustos artísticos
del nuevo rey? No. No pudieron.
Velázquez se convirtió enseguida
en un intruso, un competidor al que no podían vencer. El más afectado, sin
duda, fue Vicente Carducho, de quien hablamos ya en otra oportunidad. Era
italiano y había llegado a España con su hermano Bartolomé con el encargo de
pintar los frescos de El Escorial. Se convirtió en pintor de la Corte con
Felipe III y representaba a un tipo de pintura conservadora. En sus Diálogos de la Pintura (1633) ataca a
Velázquez sin nombrarlo. Él consideraba que el artista debía mejorar la
naturaleza y Diego pintaba enanos y bufones de la Corte tal cual eran. El
artista debía tratar temas dignos, que elevaran el espíritu, y Diego pintaba a
borrachos.
Carducho, Expulsión de los moriscos, 1627 |
Para terminar con estas rencillas
internas, el rey convoca un concurso de pintura en la Corte. El tema: La expulsión de los moriscos de 1609. Se
presentan Velázquez, Carducho, Cajés y Nardi. Adivinen quién ganó el concurso. Por
supuesto, Velázquez. No podemos saber si el jurado lo favoreció porque el
cuadro ganador se quemó en 1734 en el incendio del Alcázar. Sólo queda un
dibujo de Carducho.
Velázquez, La rendición de Breda, 1634 |
Evidentemente, esto no terminó
con el problema, pues en 1633 el rey vuelve a juntarlos en un proyecto común:
decorar el Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro. Se les asignó a todos
el mismo espacio; el tema: las victorias de la monarquía española. No había
jurado, o sea, todos estarían a la merced del juicio de todo el que los viera. Velázquez
pinta 6 cuadros para este salón, entre ellos, La rendición de Breda.
Carducho, El socorro de la Plaza de Constanza, 1633 |
Carducho, pinta tres; Cajés, dos. También
estaban presentes J.B. Maíno, J. Leonardo, F. Castelo, A. de Pereda y Zurbarán,
con el ciclo de Hércules. (Zurbarán estaba en Sevilla, no era pintor de la Corte:
¿le dio una mano Velázquez?) La rendición
de Breda es el único cuadro de género histórico que nos queda del
sevillano. Se perdió el de La expulsión
de los moriscos, pero con éste sí podemos comparar su maestría con la de
sus competidores… Creo que, aunque hayan pasado tantos siglos y haya cambiado
tanto el gusto artístico, no cabe duda de quién es el maestro…
Carducho, Asedio y toma de Rheinfelden, 1633 |
Esto le sirvió a Velázquez para
demostrar una vez más que, a pesar de las críticas de los envidiosos y de los
conservadores, podía pintar temas dignos, como el género histórico.
¿Y Carducho? No le faltaron
encargos.
Desde que partió de Sevilla, Velázquez había dejado de pintar cuadros
religiosos y Carducho estaba ahí para eso. Mientras tanto, Velázquez era el retratista
de la Corte y, de paso, se ocupaba de temas indignos: bodegones, borrachos y
enanos.
Fuentes: Bennasar, B. Velázquez. Vida. Madrid, Cátedra, 2012;
Carducho, Diálogos
de la pintura.Valladolid, Maxtor, 2011;
Hubala, E. Die Kunst des 17. Jahrhunderts. Berlin,
Propyläen Verlag, 1990
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