“[89] Dedicándome yo a la
escultura no menos que a la pintura, ejecutando lo mismo una que otra, me
parece que estoy en situación de decidir cuál es de entre las dos la que
contiene más inventiva, y cuál es la más difícil y perfecta.
La escultura está subordinada a
ciertas luces, (…) mientras que la pintura lleva siempre consigo su claroscuro.
(…) El escultor no puede diversificar los caracteres diferentes del color,
mientras que el pintor los produce todos. (…) No puede representar los cuerpos
transparentes ni los luminosos, ni las formas reflejadas, (…) ni las nubes ni
la velocidad. (…)
[90] La escultura no es ciencia,
es arte completamente mecánica, que engendra sudor y fatiga corporal en el que
la ejecuta, (…) limitándose a mostrar a los ojos el objeto tal como es, sin
suscitar la admiración que en el contemplador ocasiona la pintura, cuando, por
medio de una superficie plana consigue, a fuerza de ciencia, hacer ver amplias
campiñas con sus horizontes lejanos.
[91] (…) el escultor ha de
realizar su obra con fatiga material, mientras que el pintor ha de aplicar a su
obra un esfuerzo mental más grande; prueba de ello, que el escultor para hacer
su obra, aplica la fuerza de sus brazos y martillea y modela el mármol o la
piedra dura, de donde ha de salir la figura, que está allí como encerrada,
empleando un trabajo mecánico que le deja a cada paso bañado en sudor, cubierto
de polvo, con el rostro sucio y enharinado por el polvo del mármol, como un
picapedrero, cubierto así de esquirlas, como de copos de nieve, y sucia su
habitación por cascotes y polvo de piedra. (…)
(El pintor) Sentado ante su obra
y a sus anchas, bien vestido, trabaja con ligeros pinceles mojados en colores
delicados. Se viste con todo el atildamiento que le place, tiene su habitación
bellamente adornada con cuadros encantadores, se hace a menudo acompañar de
música o de lecturas de obras bellas y variadas, escuchando con gran deleite,
sin que le estorbe el ruido del martillo, ni ninguna barahúnda.”
Leonardo da Vinci, Tratado de la pintura
Leonardo, La belle ferronière, 1495 |
cristinadelrosso.com // cristinadelrosso.artproject@gmail.com
Fuente: Leonardo da Vinci, Tratado de la Pintura, Madrid, Espasa- Calpe, 2005
Fuente: Leonardo da Vinci, Tratado de la Pintura, Madrid, Espasa- Calpe, 2005
Y a ti, ¿qué te parece? ¿Estás del lado de Leonardo o del de Miguel Ángel?
ResponderEliminarHola buenas tardes. Soy estudiante de Historia del Arte y estoy haciendo un trabajo sobre la paragone exactamente. Me gustaría saber en que páginas se encuentran los textos que has puesto en esta entrada, yo estoy leyendo el libro a través de la siguiente página: http://www.archive.org/stream/eltratadodelapin00leon#page/n3/mode/2up
ResponderEliminarSi me puede decir en que pagina encontrarlo, se lo agradeceria. Muchas gracias de antemano.