“[89] Dedicándome yo a la
escultura no menos que a la pintura, ejecutando lo mismo una que otra, me
parece que estoy en situación de decidir cuál es de entre las dos la que
contiene más inventiva, y cuál es la más difícil y perfecta.
La escultura está subordinada a
ciertas luces, (…) mientras que la pintura lleva siempre consigo su claroscuro.
(…) El escultor no puede diversificar los caracteres diferentes del color,
mientras que el pintor los produce todos. (…) No puede representar los cuerpos
transparentes ni los luminosos, ni las formas reflejadas, (…) ni las nubes ni
la velocidad. (…)
[90] La escultura no es ciencia,
es arte completamente mecánica, que engendra sudor y fatiga corporal en el que
la ejecuta, (…) limitándose a mostrar a los ojos el objeto tal como es, sin
suscitar la admiración que en el contemplador ocasiona la pintura, cuando, por
medio de una superficie plana consigue, a fuerza de ciencia, hacer ver amplias
campiñas con sus horizontes lejanos.